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ABC MADRID 26-05-1987 página 65
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ABC MADRID 26-05-1987 página 65

  • EdiciónABC, MADRID
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MARTES 26- 5- 87 SAN ISIDRO 1987 A B C 65 éria de San Isidro Patio del desolladero ios en tiempo de esperanza Milano, que tomó la alternativa Insiste con la misma mano entre el escepticismo general. Por fin se desengaña. Se decide (lo de decidirse es un decir) a entrar a matar. Un pinchazo echándose fuera, otro, otro, otro, una puñalada, otro pinchazo, otro, otro, media estocada, un aviso y la bronca final. tonces la rechifla hubiera sido mayor, porque el toro hubiera dado con su anatomía en el suelo. Cada cual tiene su criterio, pero es muy doloroso que cada vez que el toro se desentendía del engaño de Manzanares, el cual se afanaba por triunfar, surgieran unos clamores de satisfacción, de incontenido odio. Yo me pregunto qué es lo que les ha hecho este hombre a algunos aficionados. La pasión es buena para la fiesta. Pero no las pasiones bajas, porque huelen a partidismo futbolero, a ir a la plaza con la intención de ver perder (fracasar) a alguien. Eso no es la fiesta. Y conste que si Manzanares no ha llegado más lejos en su carrera, no existe otro culpable que el propio torero, que ha despilfarrado unas cualidades realmente importantes por no haber estado en lo que tenía que estar... Negarle hoy la decisión con el manso es una injusticia, aunque se le fuera de la muleta, porque era imposible reducirlo por las razones antes expuestas. Cuando mató, de media estocada y dos descabellos, se impusieron las ovaciones a los pitos de los disconformes, que también están en su derecho de expresar sus opiniones, aunque en la mía estuvieran en esta ocasión. TODOS TERMINARON HABLANDO DE CEPEDA Madrid. J. L. S. -G. La feria está en ebullición. Para hoy, mañana y pasado está colocado el cartel de no hay billetes Todavía resuenan los ecos del triunfo del sábado de Víctor Mendes y la decepción de los toros de San Mateo. Por los jardincillos anexos a la plaza vemos a Gregorio Sánchez, que conserva su porté torero, y a su pupilo El Niño de la Taurina. El gitano suizo, Juan Bernardo, viene a ver- naturalmente- a Paula. Bernardo, que hizo sus pinitos como torero en los años sesenta, se hizo jugador de polo y ahora- casi cuarentón- sueña con reaparecer. Dicen los que le han visto que torea como los ángeles. Ana Obregón no se quiere perder el acontecimiento. Juan Tomás Gandarias está entristecido por el mal juego de los toros aztecas de ayer. Saludamos a dos habituales mexicanos: el ganadero Jorge Haro y José Ramón Dosal. No falta a su localidad de palco el fijo Alfonso Maíz Allende. El maestro Antonio Ordóftez rememora días de triunfo, al igual que Manolo Vázquez, que asiste al festejo acompañado de su esposa, Remedin, y de su hija, del mismo apelativo. El ganadero Frías, Ángel Teruel, Enrique Fernández Pellán, Alvaro Gómez Colón, Dolores Aguirre, Ignacio Garnica, Agustín Marañón Ricci son nuestros últimos encuentros. Terminado el festejo, opina Ignacio Ybáñez, hijo de Melín Bernaldo de Quirós- marquesa de Arguelles- Cepeda ha toreado muy bien. Tiene mucho futuro. El banderillero Luis Miguel Villalpando está preocupado por lo atacada que va la corrida de Santa Coloma que matará su matador, Sánchez Puerto: El triunfo de Cepeda ha sido lo más destacado de hoy. El toro resultó extraordinario. Alfonso de Borbón manifiesta: Lo único que hemos visto ha sido el último toro. Sólo uno de ocho. El doctor Antonio de la Cerda está muy contento de que de su tierra sevillana haya surgido un torero. Gabriel Aguirre también apuesta por Cepeda: Ha estado estupendo en el último toro. Manzanares, con ganas y mucho sitio. A su esposa, Mari Nati Fernández- Cobaleda también le ha gustado mucho el alternativo: Cepeda va a ser una gran figura. Mary Fagalde también canta las excelencias del sevillano: y esa media verónica de Paula Cierra el tercio Pa Esteban de Gómez Vivar: Cepeda muy bien, pero debe bajar el brazo que no torea. Me ha gustado también Manzanares. Muy bien El sexto, de la ganadería de Torrealta, salió con un temple extraordinario. Es como si el destino quisiera sacarnos de la mala tarde. El público merecía una recompensa. Y ésta fue la nobleza del sexto toro, un animal que embistió con extraordinaria clase. Lo aprovechó Fernando Cepeda de principio a fin. El joven matador de toros no parecía un diestro recién altemativado, sino un torero en plenitud. Era hermosa la larga arrancada de la fiera en el centro del ruedo, mientras Cepeda la esperaba con la muleta adelantada, así embarcaba la embestida y, despacio, con mucho ritmo, con formidable cadencia, lo llevaba hasta donde daba de sí el brazo. Y luego, el giro de muñeca. El temple hacía el milagro de levantar una tarde que se nos moría a chorros por los caminos de la vulgaridad cuando no del escándalo. Y es que los toros de Torrealta no colaboraron nada. Pero tuvo que salir ese sexto cornúpeta, de nombre Carnavalesco castaño de pelo, no sólo para proporcionarle al sevillano Cepeda un triunfo memorable, sino para satisfacer a un gentío que parecía que iba a abandonar el coso completamente desolado. Estamos en tiempo de esperanza. Y la esperanza viene de la mano de los jóvenes. Esta es una realidad incontrovertible. No nos podemos refugiar en un pasado más o menos lejano. El paso del tiempo es inexorable. La media verónica del quite de Paula no puede sostener el peso de toda una corrida. Lo de menos es la faena de Cepeda. Es lo que promete de cara al mañana. Hay en él unas condiciones excepcionales para ser un matador de toros importante, una auténtica figura del toreo. Ahora depende del propio torero no caer en los defectos en los que se hundieron otros. Muy cerca, en el mismo cartel, tenía compañeros que saben algo de eso... Mató de pinchazo y estocada al encuentro y lo que hubiera sido dos orejas quedó en una, pero el público salió satisfechísimo. El hecho de poder contemplar una faena presidida por el don divino del temple valía la pena pasar la cruz de una corrida entre palmas de tango, broncas y protestas. Hemos visto los muletazos más hermosos de toda la feria. Injusticia Manso era el quinto. No hizo otra cosa que huir desde que salió. Se salía suelto de los caballos. Un buey que se tragó las dos primeras series de muletazos, pero a partir de ahí no hizo otra cosa que marcharse de la pelea. El alicantino nb podía doblarse con él, porque se le iba al suelo, por su endeblez de remos. La felicidad de algunos aficionados era grande al comprobar que el toro se escapaba de la lucha. Aprovechaban para atribuirlo a la falta de dominio del torero. En esta ocasión no eran justos. Estoy convencido de que ellos, en su fuero interno, lo sabían. Si el torero llega a intentar echar la muleta abajo en pases de castigo para parar al toro, que es lo indicado, en- ¡Qué bien torea el nuevo matador Femando Cepeda! Vicente ZABALA

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