ABC MADRID 16-05-1987 página 3
- EdiciónABC, MADRID
- Página3
- Fecha de publicación16/05/1987
- ID0001596426
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EDITADO POR PRENSA ESPAÑOLA SOCIEDAD ANÓNIMA 16 DE MAYO DE 1987 FUNDADO EN 1905 POR DON TORCUATO LUCA DE TENA ON una primavera lluviosa que desgajaba el azahar en el Patio de los- Naranjos se dieron cita los poetas andaluces en Córdoba, convocados por el Ayuntamiento. Difícil fue aunar para la comisión organizadora- poetas cordobeses- la asistencia de los casi cien invitados: compromisos anteriores en las mismas fechas, vanidades, política, rencillas, protagonismos destemplados impidieron que, ¡ay! los nombres que más suenan hicieran oídos de mercader ai puntear de la vihuela que festejaba el carnal noviazgo de la poesía y Córdoba. Los sillones dorados, apolillados y gloriosos que quedaron vacantes fueron de inmediato ocupados, no muy reverentemente, por los poetas jóvenes, más allá de posvanguardias y de diosas blancas, porque, queridos amigos sexagenarios, la poesía es ante todo juventud, es decir, vida. Y todo comenzó a rodar bien cuando la voz limpia de Carmen Blanco subió hasta la gloria renovada del gran teatro las almenas del excelso muro el soneto de Góngora en música de Manuel de Falla. El duque de Alba, en su discurso de ingreso en la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, dice lo siguiente: Se asombraba Lope de Vega de ver cómo se arañan y desgreñan las musas castellanas, con las andaluzas. Tan lamentable espectáculo no ha dejado aún, por desgracia, de representarse No era Lope tan inocente cordero como fingía de aquellos desmoñes. Y famosa es la respuesta de Fernando de Herrera a un irascible castellano: ¿Pensáis que es tan estrecha el Andalucía como el condado de Burgos y que no podemos usar vocablos en toda la grandeza? El lamentable espectáculo se sigue repitiendo y no lo podemos achacar a viejas rivalidades, muy Siglo de Oro, pero que en nuestros días no tendrían sentido. Y, sin embargo, no están lejanos los exabruptos de todos conocidos y que se repiten con cierta periodicidad lo mismo que la interesada ignorancia. Mas los poetas andaluces, abrumados de historia y de razón, no vinieron a Córdoba a exhibir glorias, a airear lo específico, lo diferenciador, lo que podría aislarlos en torres de soberbia y que en el fondo es sólo provincianismo. Para salvar este mirar corto llamaron a participantes de toda España: Francisco Brines, Luis Antonio de Villena, Marta Pesarrodona, José Luis García Martín, Amparo Amorós, Julio Véiez, Jacinto López Gorgé... Y el italiano Emilio Coco llegó atraído por esta inusitada algarabía poética. Esa Andalucía diversa y una que cual muchachas frescas cantan anocheciendo, entristecidas, ABC CITA ANDALUZA coma la viera Juan Ramórr Jiménez, reposa en una riquísima cultura popular que nos viene de sangre, como la mejor aristocracia, y de la que somos herederos. Anto- nio Machado decía que el pueblo sabe más, y sobre todo mejor que nosotros. Y José Bergamín: El leguaje popular andaluz es precisamente el más verdadero o verderamente el más preciso A esa docta ignorancia, a ese torrente oral y sabio viene a dar luz, con su ramaje de fina taracea de sombra, el cedro esbelto de la poesía culta, de la poesía escrita, donde la azulejería de lo arábigo se entrama con las oscuras gemas del barroco. Esa es nuestra honda, nuestra antigua memoria poética, que encuentra su continuidad por encima de lenguas y de razas, desde los poetas héticos que fueron a Roma con Balbo y con Mételo, desde la Farsalia de Lucano, primera obra poética importante de un español, dice Ortega, a los alarbes que cantaron a Almanzor y que Fernando Quiñones recrea en feliz viñeta; desde las jarchas de la mozarabía a los líricos hebreos de las sinagogas de Málaga o Lucena; desde las Aloras o las Alhamas del Romancero al balcón de niebla y madreselva de Bécquer. Toda una atmósfera culta, en marcha, que como dice Leo Frobenius vive por sí sola, flotando sobre las cabezas de los hombres. No se equivocaba la paloma de Alberti, casi seno, casi mariposa, volando libre desde las páginas del diario Córdoba sobre el apretado torzal de ponencia, exposiciones bibliográficas, lecturas, homenajes, flamenco, actuaciones teatrales, chismes, lluvia, lluvia, lluvia... Carlos Edmundo de Ory, mitad monje, mitad prestidigitador bajo el desvalimiento de los paraguas, acorralado por los escolares que pedían su firma, sonando su voz toda temblor y llama en el Jardín de las Lunas, en la invocación mesmeriana de Federico García Lorca: Tu apetencia de muerte y el gusto de tu boca, la tristeza que tuvo tu valiente alegría... REDACCIÓN ADMINISTRACIÓN TALLERES- SERRANO, 61 28006- MADRID C Y fa noche clemente hizo posible la ronda gongorina por la Judería, por aceras que vieron a la dudosa luz de laúdes o maitines pasar la aguileña silueta ensotanada del Racionero. La memoria es la madre de las musas, escribió el mexicano Alfonso Reyes. Memoria de paraísos perdidos, de ciudades no vistas, de amores eternos cuanto más fugaces. Y otro mexicano, Octavio Paz, acertó a decir: Dar ojos al lenjuaje Nos imaginamos la cola de un inmenso pavón de Juno en el despliegue de miradas prensiles, erráticas, insomnes, vueltas al tacto, al color, a la muerte. Uniendo las dos citas que se bifurcan, como caminos que se apartan para encontrarse, tendríamos una cara más del poliedro mágico, del mito poético: ojos de la palabra concreta vueltos a la memoria, ojos como los de Santa Lucía cristalizados en su bizquera a lo divino. Pasaron los poetas alborotando a Córdoba la liana Nada nuevo en una ciudad, por vieja, tan sabia y desdeñosa. Ella- l a ciudad- cerraba los ojos y veía por el siglo XV un poeta vivo, retratado con ingenio, agudeza y sarcasmo en sus composiciones, también escandalizando por las mismas callejas de sombra, por las plazuelas de anteiglesias, por- los patios de posadas con arrieros, conversos y caballerías. Era, como lo había sido siglos antes otro mendigo poeta cordobés, Ben Quzmán, una voz en la calle Juan Alfonso de Baena, cáustico, maldiciente, pedigüeño, de lengua que traspasaba y cercenaba cuanto fallaba formó, corv admirable imparcialidad para su genio, una antología de la época, el Cancionero de Baena Allí propone, como juego de gusto cortesano y medieval, una cuestión sobre el quehacer de la poesía a todos los trovadores que le quieran responder: A todos los sabios que saben las artes les fago pregunta, también a los mudos. Decidme, señores, por vuestra mesura el arte de trovas si es por ciencia o es por ingenio o es por demencia o es por audacia o es por cordura. La velada esfinge, la odiosa reina de hiél y la doncella desnuda de Juan Ramón, la larga vacilación de Valéry, lo real absoluto de Novalis, el don de Holán, la poesía en fin, calla y sigue proponiéndonos enigmas como Saba. ¿Podremos nosotros, poetas andaluces de este encuentro, descubrir la respuesta, dar, con Elliot, nueva forma a un nuevo contenido? m CARRANZA, 25! MADRID i Pablo GARCÍA BAENA