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ABC MADRID 15-05-1987 página 15
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ABC MADRID 15-05-1987 página 15

  • EdiciónABC, MADRID
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VIERNES 15- 5- 87- OPINION -íABC, pág. 15 A inmensa mayoría de los jueces ejercen su función en las provincias vascas con rectitud e independencia. Algunos, sin duda muy pocos, bien porque se sientan acosados por la dictadura del miedo, bien porque no superan ciertas simpatías ideológicas, actúan, según ha denunciado García Damborenea, atendiendo más a los derechos de los terroristas que a los de los guardias civiles. Estamos seguros que no es éste el caso de Elizabeth Huerta, pero a muchos parece claro que las ruedas de reconocimiento de guardias civiles, que con tanto entusiasmo convoca esta jueza, no favorecen el anonimato en que deben estar los agentes del orden para luchar eficazmente contra los terroristas. No resulta extraño, pues, que algunos familiares de estos servidores de la ley preparen documentación sobre la jueza convocante, que, según afirman, podrá publicarse L PAPELES INVERTIDOS ristas: situación digna del teatro del absurdo. El reciente y generalizador comunicado corporativo en defensa de la labor de ciertos jueces en el País Vasco, no debe operar como blindaje para las actuaciones en que insiste la jueza Huertas. Si vuelve de nuevo a las ruedas de guardias civiles, volveremos nosotros también a explicar a la opinión pública lo que resulta incompatible con lo demandado por el sentido común. Esa recurrente disposición juzgadora sobre los servidores del orden, que no repara en lo negativo de las pruebas precedentes ni en lo que requiere la cualificada presunción de inocencia para los guardias civiles, justifica, cuando menos, no pocas reservas para tan problemáticas actuaciones. T 7O LVAMOS sobre las imV prudentes, en juicio benévolo, palabras del señor Borrell, y el importante y justo alegato publicado en nuestras páginas por el señor Cuevas, presidente de la CEOE. Para comenzar, parece claro que quien tiene una responsabilidad cierta de procurar que el cuadro impositivo español rinda del modo adecuado, el secretario de Estado de Hacienda, señor Borrell, se encuentra con una acusación palpable y diaria que deja en entredicho su labor. Hace ya dos años que un célebre trabajo del Instituto de Estudios Fiscales, cuya publicidad dio mucho que hablar, denunció ante todos la amplitud de las bolsas de fraude españolas. Eso significaba un fracaso paladino de los admi- RESPETO AL CONTRIBUYENTE Hemos señalado más de una vez el hecho de que no existen precedentes, en las prácticas judiciales de ningún país democrático con problemas de terrorismo como los que atraviesa España, de que los agentes del orden sean llevados masivamente, por vía judicial, a su identificación personal por parte de los terroristas o de sus colaboradores. No se procura mejor la justicia y la equidad, ni mejor se defienden los derechos iguales que todos tenemos ante la ley en el orden dé ciertas garantías y determinadas libertades, con acciones como esta, aunque no neguemos las atribuciones que la ley confiere a los jueces, sino que lamentamos la forma como algunos las utilizan. De los turnos de identificación practicados hasta ahora en decenas de guar. dias civiles, no se ha obtenido ninguna consecuencia inculpatoria para los comparec i e n t e s pero sí se h a n derivado, en cambio, daños incuestionables para la eficacia del sistema de lucha antiterrorista, y riesgos añadidos, profundamente injustos, para la seguridad personal de los guardias civiles que operan en Vasconia y que siguen siendo objetivos emblemáticos de Eta. Y así se invierten los papeles: los guardias son sistemáticamente investigados por confidentes ide lbs- térro- N el histórico proceso que se desarrolla en Lyon, Klaus Barbie se ha atrincherado en una sola disculpa: yo era un teniente alemán, un oficial de una nación en guerra. Cumplí las órdenes que se me dieron. Actué por obediencia debida. Una tarde de 1944, Barbie se dirigió con sus hombres a un pueblecito llamado Izieu, hacia una colonia que albergaba 44 niños judíos, de diez a trece años de edad, protegidos por algunos viejos preceptores. Los encerró en dos vagones de mercancías, camino de Alemania, sabiendo a ciencia cierta cuál sería el inminente final. Los niños apenas tuvieron ocasión de conocer los horrores del campo de concentración, porque a las 48 horas de estancia, pasaron a la cámara de gas. El concepto de la obediencia debida ha hecho correr ríos de tinta entre los tratadistas, pero es claro que no existe un solo código jurídico o moral que obligue al subordinado a torturar, a asesinar, a humillar, como hizo Klaus Barbie con los niños de Izieu. Ahora el presidente argentino, Raúl Alfonsín, cuyo valor moral hemos defendido en esta página, ha aceptado una recomendación de las Fuerzas Armadas para aplicar la eximente de obediencia debida a aquellos grados inferiores a coronel que la justicia ha acusado de muertes o sevicias. Raúl Alfonsín ha aceptado esta exigencia, cargando con una responsabilidad que el tiempo juzgará: Es, creemos, un peligroso terreno. E LA OBEDIENCIA DEBIDA Presidente- Editor GUILLERMO LUCA DE TENA Director LUIS MARÍA ANSON Director de ABC de Sevilla Francisco Giménez- Alemán Subdirector: Antonio Burgos ABC Subdirectores D. Valcárcel. J. Vila, J. Javaloyes, M. Adrio, R. de Gongora, J. Amado Jefes de Redacción: J. A. Gundín (Continuidad) J. C. 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Darles uno equitativo es obligación de la Administración tributaria. Cuando todo esto no se logra, la irritación del ciudadano se transforma, más de una vez, en incumplimiento de sus deberes con el Fisco. Finalmente, quien desembolsa los tributos, y mucho más si las exacciones crecen del modo rapidísimo con que se mueven en España, observa con molestia de qué modo una especie de loca carrera de gasto sin sentido, agravada por algunas de las conductas denunciadas por el señor Cuevas, tiene que ser financiada por su bolsillo. Su reacción, más de una vez, es la de defraudar. Lo malo es que remediar estos cuatro fallos significa alterar malos hábitos de la Hacienda, herir intereses que no se desea molestar y, en suma, exige poner orden y eficacia en el sistema tributario del que, precisamente, es responsable el señor Borrell. Para escabullirse de tal exigencia era bueno buscar un chivo expiatorio. Encontrarlo en los empresarios era fácil, pero también peligrosísimo. Sin el empresario, la economía española, tan llena de achaques, disminuiría verticalmente su eficacia. Ya se le castiga a este actor esencial del mundo productivo con la crisis; ya se le deja perplejo con la opacidad en que se mantiene la dirección de la política económica; ya se le disuade, por activa y por pasiva, con la subida de los tipos de interés. Pues bien; amarrémonos a la picota, y llamémoslo defraudador. No cabe mayor Qnj, unto. de erroxes.

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