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ABC MADRID 12-05-1987 página 57
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ABC MADRID 12-05-1987 página 57

  • EdiciónABC, MADRID
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12 de mayo de 1987 AB UNA UNIVERSIDAD PARA TRANSFORMAR LA SOCIEDAD Por Gustavo VILLAPALOS La Universidad no es nada si no es útil a la sociedad, y ésta se negaría si no entiende y ayuda a la Universidad afirma Gustavo Villapalos, rector electo de la Complutense y actual decano de la Facultad de Derecho, quien condena en este articulo la actitud de acudir a las aulas como un refugio contra el paro como muestra de una sociedad que vive de espaldas a la Universidad Núm. 140 capacitados y conscientes de ellos, hagan evolucionar en progresión geométrica y en interés de la paz a un país. Si la comunidad universitaria se pierde en la anécdota, si la lucha es sólo por conseguir mayores prebendas o beneficios particulares, si no se superan enfrentamientos estamentales y sólo se reflejan en nuestros alumnos los traumas propios de cada uno, resultará que los árboles no nos dejan ver el bosque, estaremos haciendo el peor servicio posible a la sociedad y no podremos contestar sino con lamentos disculpatohos por lo que no hemos sido capaces de hacer cuando se nos exijan cuentas y responsabilidades. La sociedad, por su parte, ha de cambiar el sentido que tiene de la Universidad. La idea de enviarnos a sus hijos, y lo que a continuación digo sucede desgraciadamente en un muy elevado número de casos, para que estén ocupados un número de años sin un gran coste económico, con independencia de lo que puedan estudiar, es, a todas luces, una manifiesta crueldad. El ver cada septiembre el peregrinar de muchachos de dieciocho o veinte años de la mano de sus padres buscando un sitio donde sentarse, con independencia del centro que sea, sólo para que durante cinco años ese joven esté en la Universidad, es una carencia totat y absoluta de responsabilidad. No todos los que económicamente pueden han de ser por obligación titulados universitarios. La respuesta de los propios jóvenes a esta forma de actuar es el desánimo, el descontento, el aflorar un sentimiento de engaño y, en última instancia, el considerarse defraudados por la institución, cuando en realidad el problema es previo, la sociedad debe ofrecer un abanico de posibilidades a esos muchachos que terminan sus estudios secundarios para que puedan elegir qué es lo que quieren ser, no avocarlos necesariamente, y como única solución, a los campus universitarios, frente al paro o á la droga. Y este es el momento, cuando entre todos debemos hacer la Universidad del futuro en la sociedad que queremos, cuando nuestros hombres han de competir en los mercados internacionales del saber, afirmo que es ahora cuando sociedad y Universidad deben ser un maridaje perfecto para evitar convertir después las calles de nuestras ciudades en un largo muro de lamentaciones. L reflexionar sobre el sentido de la Universidad en la sociedad actual es un ejercicio necesario que debe hacerse con perspectivas de pasado y de futuro. Del último trimestre universitario puede decirse que ha sido todo menos académicamente provechoso. La huelga de algunos profesores, acompañada, lógicamente, por la falta de docencia y posterior ausencia de las aulas de los estudiantes, ha hecho reverdecer las asambleas y manifestaciones de los últimos sesenta y primeros setenta. Es cierto que las causas son diferentes, pero las consecuencias muy parecidas: la abstención e inactividad docente, que en la sociedad se tachan como de algaradas estudiantiles. Si quien esto escribe pudiera ser observador imparcial, que por vocación y deseo no lo es, se preguntaría qué dice la sociedad. Porque éste es el gran problema. La Universidad y la sociedad no han de ir cada una por su lado, los conflictos universitarios no pueden ser un hecho aislado que la sociedad desconoce y, aun consciente de ellos, no hace nada para provocarle soluciones. Recordemos que hace quince años la Universidad española era la avanzadilla de la lucha por un régimen de libertades, no siendo esa su misión aunque fuera su función. Recordemos también que a raíz de la formación de las primeras Cortes Generales y de la promulgación de la Constitución las aguas volvieron a sus cauces normales y el protagonismo de la institución universitaria dejó de ser tal y sus planteamientos críticos para con el sistema de poderes perdió relevancia. Lo socialmente apropiado era que toda institución cumpliera sus fines lógicos dentro de un marco de convivencia que se auguraba feliz. Quienes estuvieron en las trincheras de la crítica detentaban ya el poder. La sociedad y la Universidad se alejaron en el buen entendimiento de que cada una cumpliría con su misión. Pasaron los años y, asumida la necesidad de modificar la estructura y el contenido de las instituciones relevantes del Estado, le llegó el turno a la Universidad, abriéndose én el año 1978 un largo camino de anteproyectos legislativos. Bastaría mirar las hemerotecas y constatar las distintas versiones de aquello que se dio en denominar como Ley de Autonomía Universitaria- L A U- y la opinión que merecía a políticos y universitarios, hasta llegar al mes de E agosto de 1983, en que se promulgó la actual ley de Reforma Universitaria. El parto fue extremadamente difícil, no sé si doloroso; ninguna otra ley de las vigentes sobre cualquier otra materia ha tenido un tan largo periodo de gestación. La causa era manifiesta, la conexión Universidad- sociedad había de ser el corolario que resaltara como principio básico. La Universidad no es nada si no es útil a la sociedad, y ésta se negaría a sí misma si no entiende y ayuda a la Universidad. Para qué serviría una institución universitaria que, alejada de la realidad, se limitara a impartir conocimientos que no fueran de utilidad social. Son válidas aún las palabras de nuestro Rey Sabio cuando decía que la Universidad era el ayuntamiento de maestros y escolares para el conocimiento de las ciencias. Y lo son también las palabras del Unamuno rector de Salamanca cuando afirmaba que la Universidad debe educar, enseñar e investigar, porque la cuestión no es de formas, sino fundamental- mente de contenidos. Cómo educa, cómo enseña y sobre qué investiga la Universidad para ser beneficiosa a la sociedad. La Universidad necesita educar a los jóvenes que la sociedad le confía en un espíritu de convivencia crítica, que les haga sentir la dignidad de ser hombres y orgullosos consigo mismos de poder acceder a unos conocimientos a los que no todos pueden llegar. Y no es un problema de élites, sino de que quienes pasan por las aulas universitarias aprendan que la sociedad invierte en ellos su futuro. Las enseñanzas no pueden reducirse a unos conocimientos fuera de toda consistencia lúcida, hay que enseñar para formar al hombre, para reforzar su espíritu y su cuerpo. Desde las de contenido esencialmente humanístico hasta las especialmente técnicas. La sociedad necesita por igual pensadores y técnicos, distinción que puede admitirse sólo a efectos convencionales y para una mejor comprensión del discurso. En la Universidad deben formarse los investigadores, quienes, SUMARIÓ Recuperar la confianza de la sociedad en la educación, objetivo de la Conferencia de Ministros en Helsinki. Gustavo Villapalos, que obtuvo mayoría absoluta en el claustro, nuevo rector de la Complutense. Los conflictos universitarios harán perder el curso a miles de estudiantes. El rector de la Universidad del País Vasco, en entrevista a ABC, se declara preocupado por la politización.

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