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ABC MADRID 27-04-1987 página 82
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  • EdiciónABC, MADRID
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82 A B C ESPECTÁCULOS Música- LUNES 27- 4- 87 La ONE clausura su curso y abre los homenajes a Ravel Teatro Real. 25- IV- 87. Orquesta Nacional. Director: Jean Fournet. Solista: Guillermo González. Ravel: Alborada del gracioso Le Tombeau de Couperin Concierto en sol Rapsodia española Bolero El cincuentenario de la nuerte de Ravel, que se cumple el 28 de diciembre de 1987, determinará una profusión de recuerdos, homenajes, evocaciones, ofrendas y la utilización masiva de su obra, uno de los legados cumbres en la historia de la música del siglo XX. Serán muchas las ocasiones en las que habremos de hablar- confío en que con una amplitud ahora imposible- sobre el artista y su creación, tan ligados uno y otra, por lo demás, a España, ya desde el nacimiento en Ciboure, muy cerca de nuestra frontera. La Orquesta Nacional ha querido adelantarse a la efemérides y cerrar con un programa de Ravel su temporada oficial 86- 87. En principio, confiar a la batuta ¡lustre, conocedora, incluso especializada, de un músico francés como Jean Fournet la dirección del concierto, debía suponer la garantía mejor de la buena realización. Otras veces se han hecho referencias a este maestro. Con toda sinceridad he de confesar que su trabajo ahora me ha parecido tremendamente gris. Correcto, seguro, serio, si se quiere, pero emocionalmente con sensación de inhibido, como si realizase, salvo raros momentos, lecturas de trámite. Faltó el refinamiento, la exquisitez, la rutílancia, la fresca savia raveliana, su misterio, su voluptuosidad, el duende que, dentro del orden siempre riguroso de su creación, existe. Claro que después de la recepción al director, bajo mínimos de cordialidad a su salida y de una frialdad llevada al extremo en una Alborada del gracioso donde el fagot, al menos- estupendo, juvenil elementomerecía ovación cerrada, puede comprenderse un poco esta reserva ante unos destinatarios sólo algo encendidos, ¡no faltaba más! en el Bolero que cerraba el programa, donde la orquesta puso brillantez y todos los solistas notable rendimiento, incluidos el otro excelente fagot y el trombón, que cito por el peligro de sus intervenciones y el caja Regolí que en el rítmico, graual sostén de inalterable diseño a lo largo de toda la obra, es todo un espectáculo. En medio, la exquisita filigrana de Le Tombeau de Couperin, con un oboe excelente; la Rapsodia española sin misterio alguno en el preludio de la noche y el Concierto en sol mayor para piano yorquesta. En un programa como éste habrían de multiplicarse las menciones de los solistas. Por las muchas y buenas que protagonizó, me decido por destacar al como inglés, sin olvidar a trompa y arpa. Guillermo González, en la maravilla que es el Concierto en sol con el ascetismo de su adagio central y las diabluras jazzísticas de sus tiempos extremos, volvió a dar esa lección de gran pianista, sin duda uno de los mejores de España, rico de medios técnicos, dueño de un buen sonido, inatacable en la expresión, artista sin aspavientos y músico de cuerpo entero. Antonio FERNANDEZ- CID El estilo descafeinado de Los Communards Madrid. J. M. Costa Hay ocasiones en que la crítica y el público habitan campos opuestos, casi hostiles. Pocas veces como sucede en torno a Los Communards, que actuaron el pasado jueves en Madrid. Este es un grupo que viene de la unión del cantante Jimmy Sommerville (ex Bronsky Beat) con el teclista Richard Cote, un elemento que le ponía ritmo a las fugas de Bach (como un Luis Cobos) Juntos y en unión de mucha gente (vientos, cuerdas, percusión) hacen una música apoyada sobre todo en el falsete de Jimmy y en su capacidad para hacer versiones light de canciones tan rotundas como el Never can say goodbye de Gloria Gaynor. Todos ellos, chicos y chicas, se visten de manera improbable, se pasean por escena y sonríen todo el rato. Tal parecen una pandilla escapada de un recreo colegial. Todo podía quedar, pues, en una especie de celebración familiar con tanto fondo y enjundia como cuando nuestra prima se ve obligada a cantar la bamba Se podría saltar un poquito, sentir una miaja y alegrarse levemente. El problema es que no se detienen ahí. Los Communards se define como grupo reivindicativo. Su líder hace profusión de homosexualidad y su nombre indica que son extremadamente rojos. Jimmy, un hombre bajo de cabeza grande, se ha convertido en una de las más inopinadas estrellas del rock y se rodea en escena de una colección de personajes estrambóticos que operan como reivindicación de sí mismos. Todo perfecto, cada cual es muy dueño. La cuestión es que ni siquiera calan en sus propias posturas. Las emitidas por ellos quieren serlo de sencillez y franqueza, las recibidas pueden serlo de simpleza cargante. Y ello se refleja en la música. Con sus propias canciones, el sabor descafeinado o el irritante falsete de Jimmy pueden pasar. Pero cuando interpretan éxitos de intérpretes negras como Gaynor o Donna Summers, se denuncia lo banal, blando y fofo del invento. No alcanzan el estándar mínimo de intensidad, ritmo, arreglos o virtuosismo, y el grupo revela todas sus carencias. Por estos métodos tampoco es fácil que transmitan su ideología y, por lo tanto, la manifestación de ésta acaba resultando superflua e incluso sospechosa. Sin embargo, el público de la Sala Asteria se lo pasaba maravillosamente e incluso quería más. Se ve que, en efecto, lo light triunfa. Caetano Veloso, triunfador de la gira Ahora, Brasil La segunda entrega de la gira nacional de música brasileña organizada por el INAEM Ahora, Brasil tuvo su segunda entrega con la doble actuación de Caetano Veloso y de Nana Caymmi. Ellos volvieron a congregar a un público lustroso que aplaudía el inicio de sus canciones, al reconocerlas, y que no salió defraudado, pues encontraron lo que iban a buscar. Incluso, Caetano Veloso consiguió nuevos adictos. De nuevo el Alcalá Palace, esta vez sin lluvia, volvió a convertirse en un oasis brasileño, donde el público, entre el que se encontraban muchos aficionados iberoamericanos, pudo aplaudir a sus anchas, y gritar sus bravos, como en el Real, aunque no tuvieron mucho éxito en sus peticiones espontáneas de los títulos más populares de los artistas. La presencia de Caetano Veloso era esperada con expectación que no se vto defraudada. Caetano, protagonista de la segunda parte, apareció solitario, encaramado a un taburete al borde del escenario. Su sonrisa pródiga y la verticalidad dinámica de sus cejas, junto a su buen chapurrear español, y sus elegantes gestos de brazos para agredecer los aplausos, fueron más que suficiente para establecer la comunicación, que, por otra parte, casi se logró de inmediato, Caetano canta muy bien. Su voz intensa, no excesivamente potente, pero mucho mejor que las de los cantantes de bossa modula las letras perfectamente, cambiando y alterando su ritmo de acuerdo a la intencionalidad del mensaje o recitado. Se acompaña sobresalientemente con su guitarra y su repertorio está elegida con mucha libertad. Aunque no deja de homenajear a la bossa nova rindiendo pleitesía a Joao, Jovim, Lyra y Vinicuis de Moraes, su bossa es diferente. En ella demuestra que la dulzura no tiene por qué ser almibarada, y la delicadeza frágil, cambiando con personalidad la composición donde la alegría- tristeza y la tristeza- alegría, están en distintas proporciones a lo estandarizado. Caetano cantó un fado a lo Amalia Rodrigues, un tango caetanizado, un tema en inglés, e incluso una composición del grupo de rock brasileño Hanoi Hanoi. Todo muy bien, en un perfecta dosificación y orden del set Pero los momentos más emotivos, coreados por parte del público, fueron cuando interpretó Terra y La vaca profana de diferenciado mensaje, pero de coherentes intenciones. El cantante sabe hechizar. Dos bises le sacó el respetable a Caetano Veloso, que tenía, como espectadora de excepción, a Mercedes Sosa, que pronto actuará en Madrid, y quien parece ser que tiene una peculiar forma de presenciar los recitales de sus compañeros; es decir, no en silencio. Cuando espectadores cercanos se lo recriminaron, ni ella ni sus acompañantes se recataron en la respuesta. Lástima. Con anterioridad a Caetano actuó, apoyada en su grupo, Nana Caymmi, quien compartió, en sus respectivas actuaciones, la breve complicidad de Veloso. Actuación la de Nana muy lineal y abolerizada, con sentimiento y elegancia de ejecución. Ángel Luis INURRIA La Publicidad le informa. Le pone al día de las últimas novedades. Recuerde que la decisión de compra siempre la toma usted.

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