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ABC MADRID 24-04-1987 página 62
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  • EdiciónABC, MADRID
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62 A B C REPORTAJE Primer aniversario de Chernobyl VIERNES 24- 4- 87 Las autoridades soviéticas han anunciado que en un futuro se juzgará a los responsables, cuyos nombres se desconocen hay productos que se declararon prohibidos que todavía la gente rechaza. Gran parte de los campos de algunas provincias del centro y norte de Suecia recibieron dosis tan altas que las cosechas no pudieron emplearse. De hecho un grupo numeroso de agricultores suecos ha demandado a la Unión Soviética por vía judicial para intentar conseguir el pago por daños y perjuicios El Estado sueco ha tenido que dar gran parte del presupuesto de reserva dedicado a las situaciones de alarma a la gente del campo para ayudarlas en sus enormes pérdidas económicas. Las vacas y otros animales de pasto lo pasaron muy mal, ya que estuvieron encerrados, todo el verano en sus establos sin ver la luz del día. Así y todo, miles y miles de litros de leche fueron desperdiciados y hay vacas que todavía no dan leche sin becquereles Las consecuencias biológicas en la población son difíciles de atisbar. Los daños en el cuerpo humano se extienden a dos generaciones. Las estadísticas hablan con sus cifras de posibles cánceres y de desarreglos genéticos que observaremos en el futuro por culpa de la radiactividad. A un año de la catástrofe los suecos siguen a la caza del becquerel Prácticamente cada persona o familia se ha comprado su propio aparato que mide la radiactividad. Las pruebas efectuadas desde el día de la alarma hasta ahora han servido para ser la Grupos de campesinos nórdicos han denunciado a la URSS por vía judicial para conseguir el pago de daños y perjuicios conocemos pues muchos morirán en los años que vienen, a consecuencia de la exposición sufrida a los desprendimientos radiactivos. Pero de entrada, los muertos han sido relativamente pocos, comparados, por ejemplo, con la rotura de una presa que se lleva pueblos enteros, mientras la medicina parece estar ya a un nivel suficiente para tratar los casos menos graves. En una palabra: Chernobyl ha demostrado que un accidente nuclear, incluso de mayores proporciones, no es el apocalipsis. Lo que desmonta las teorías de quienes venían sosteniendo que iba a ser así. Al hacer balance del mismo nos damos cuenta de algo tan curioso como importante: el accidente ha tenido consecuencias en el campo de la técnica- diciéndonos sobre todo qué centrales nucleares no deben hacerse- en el de la medicina- haciendo progresar los tratamientos antirradiactivos, sobre todo con trasplante de médula espinal- y del medioambiente, haciéndonos a todos más conscientes de éste. Pero ha sido en el terreno político donde la repercusión fue mayor. Hasta el punto que no resulta exagerado decir que si hay nuevo tratado de desarme, nueva cumbre Reagan- Gorbachov y un nuevo período de colaboración entre ambas superpotencias, se debe precisamente a esa tragedia. Para Gorbachov aquello fue- una revelación. Revelación negativa, claro. Le demostró, de la forma más contundente, lo que debía venir sospechando: que había algo muy profundo y muy extendido en su país que no funcionaba. No habían funcionado los sistemas de seguridad de la central nuclear, no había nada previsto en su torno para el caso de que sobreviniese el accidente, ni las autoridades locales ni las nacionales sabían qué hacer con ello. Lo único que sabían y se disponían a ello, era repetir lo que hicieron ante el accidente de Kyshtym, en los Urales en 1957, cuando una escombrera de materiales radiactivos explotó, causando cientos de muertos y dejando el área contaminada durante años: ocultarlo. Todavía hoy no hay detalles oficiales sobre la magnitud de aquella tragedia. Una vez pasado el verano y la oleada de pánico que trajo Chernobyl, Gorbachov accedió a entrevistarse con Reagan en Reykjavik. AHÍ estuvieron a punto de alcanzar un acuerdo de desarme de proporciones que nadie había imaginado: nada menos que dejar al mundo libre de armas atómicas en diez años. No lo consiguieron. Pero pocos meses después, Gorbachov hizo otra importante concesión, aceptando discutir la cohetería media en Europa al margen de las armas espaciales, y eso en medio de las tremendas dificultades que Reagan atravesaba con el asunto lrán- contras que el líder soviético hubiese podido aprovechar a su favor. Pero ha preferido abrir la puerta hacia un nuevo tratado y una nueva cumbre base de un estudio de 40 páginas editado por el Gobierno. En el terreno político, un efecto de Chernobyl ha sido; sin duda, el avance de los verdes en todos los países escandinavos. La radiactividad del aire, según los expertos, casi ha desaparecido. La de la tierra, no, y de levantarse polvo puede ese polvo afectar a la atmósfera. La tierra y el aire de este bello país nórdico siguen, pues, repletos de isótopos (derivados del uranio 235) El celsio 137 tarda treinta años en desaparecer y la actividad del celsio fue durante unos días 75 veces mayor que la registrada durante los años 60. La vida sigue, no obstante, y los cuerpos continúan acumulando sustancias radiactivas. ESTADOS UNIDOS Si hay un nuevo tratado de desarme entre Estados Unidos y la URSS, se deberá en parte a la catástrofe Nueva York. José María Carrascal Cuando se cumple uñ año de la catástrofe de Chernobyl, lo primero que extraña es lo poco que se ha hablado últimamente de ella. Alguna noticia perdida de cuando en cuando sobre los restos: de radiactividad que quedan, y paren de contar. Parece que fue algo que ocurrió hace décadas, quedando ya enterrado en el tiempo y el olvido. Cuando se trata del mayor accidente nuclear de la historia, y de algo que ha tenido importante repercusiones en la salud, medioambiente y política mundiales. Las causas de esta amnesia son dos. La primera, que Chernobyl está en la Unión Soviética. Si estuviera en los Estados Unidos estén seguros que nos lo hubieran servido con el desayuno, la comida y la cena durante los 365 días del pasado año. No hace falta más que recordar lo que pasó con el accidente de Harrisburg, que ocupó tos titulares durante meses y produjo manifestaciones en todas las capitales. Cuando no hay comparación. En la isla de las tres millas donde estaba la central nuclear norteamericana, no se produjo ni un solo muerto, ni hubo efectos nocivos entre la población más inmediata, ni ruptura de las cúpulas protectoras, ni fundición del núcleo radiactivo. Mientras en Chernoybl hubo todo eso, y más, que todavía no sabemos, pues los datos siguen siendo escasos. Pero era la Unión Soviética y eso no interesaba a quienes están dispuestos a creer y hacemos creer que allí no puede hacerse algo mal, como en los Estados Unidos no puede hacerse algo bien. La segunda razón del encubrimiento vergonzante es que Chernobyl, con todo su drama y peligro, demostró precisamente lo contrario que venían prediciéndonos los profetas de la catástrofe nuclear: fue una auténtica catástrofe nuclear. Allí se dieron todos los elementos vaticinados como suficientes para eliminar la vida del planeta o por lo menos ponerla en grave peligro: desde la fusión del núcleo a la contaminación de amplias zonas en torno. Y, sin embargo, no ocurrió lo que más se temía. Hubo daños gravísimos, las víctimas fueron elevadas, pero no mayores que las de otra catástrofe semejante, de las muchas que ha habido cuando falla uno dé los intentos del hombre de dominar la energía, ya sea en una mina o un pantano. Puede argüirse que el número final de víctimas no lo

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