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ABC MADRID 19-04-1987 página 127
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ABC MADRID 19-04-1987 página 127

  • EdiciónABC, MADRID
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AL LORO A HELIOS LLEGADO. SORDOS S O L O hay dos ciases de sordos: los que no pueden oír y los q u e no (Quieren oír. Los primeros no oyen porque no pueden. Los otros si no oyen es poique no quieren, O lo que es lo mt mo, los que no pueden oír es auc no pueden. Mientras que los otros es que no quieren. Resumiendo, que unos no oyen porque no pueden y los oíros es porque no quieren, Tolal, que en eslos dos únicos grupos unos no pueden oír y attoi es que no quieren. Una vez aclarada esta premisa pasemos a examinar ambos u p o s Pnmcro el de los que no pueden oír. A éstos por más que se tes grite nunca oir n porque no pueden. Tienen una imposibilidad ¡sica, orgánica. No hay nada volitivo en ellos respecto a su posibilidad de oír. Desde otro ángulo es como el ciego- Que tampoco oye. Digo, que tampoco ve. Porque también existen dos grupos de los que no pueden ver y el de los que no quieren ver. Pero de esto ya nos ocuparemos otro día. Estábamos hablando de los sordos que no pueden oír. De los que tienen imposibilitadas las facultades de Ja audidón. Que iene a ser lo mismo, en lógica c o m p a r a c i ó n con los mudos que no pueden hablar o los que no quieren hablar. Que en realidad son como los degos que quieren ver, digo que no pueden ver. o los sordos que no pueden oír, Y así son los mudos que no pueden hablar, O como los degos que no quieren hablar. O los mudos que no quieren ver. En cada uno de los casos hav una notable dife- renda: la de los que no pueden hacer una c o y la de los que no q u i e r e n Bien sea la del mudo que no puede ver o la del dego que no quiere hablar, E induso la del sordo que no puede hablar ni ver. Porque sí un sordo no quiere hablar es como sí estuviera dego, ya que no ve su interlocutor la imposibilidad que tiene para no oú. El caso es diferente cuando el dego que no quiere oír le habla al q u e no q u i e r e e s c u c h a r pueblo que SI éste no escucha es porque no puedc o porque no quiere. Y en ambas arcunslancias c esfuerzo es inútil, ya que el otro ni ve ni oye: calla, Pero también podemos tropeíamos con el caso del sordomudo que no quiere ver, Naturaímenle, éste ve. pero no dice lo que ve porque no puede hablar- Aunque c slc la posibilidad de que se haga el sordo. Mas aunque asi fuera tampoco podría decir nada, ya que no puede hablar Y no nos olvidemos del deco- mudo cuando se hace el sordo. Sabemos que no ve y que uo oye, digo que no habla, pero no quiere oÍr. Es uó falso sordo que oye, pero como no ve pues no puede decir lo que oye. puesto que no es sordo, pero disimula. Lo derto y verdad es que yo be conoddo a muchas personas que oven, ven y hablan. Quiero dedr que pueden oir. ver y hablar. Pero aunque les hablen, les muestres o les grites, callan porque ni ven ni escuchan ni se enteran de nada. Está daro? José Luis COLL CHIRIBITAS (Cuemo infantil para dos n más personas de cierta eúadl P LIES, SíM ora. esto érase quí se cni una niña de unos seseni 3 V ocho año ILimadi Chiríbitaa a lá uuc todo el pueblo amaba a mandibuJa batiente- Porque b niña era buena y se abstc úide malar a la nCc: no ser en caiü de viridaütuí nixeíjiiidChmbilas era bienamada por sus compañeras escolásticas v oor su honorable maestra doña Jabclga. ChinbitPS era la pnmera de la dase; Chiribitas era primonjsa en sus labores domésticas: no cs que fuera b a. pero predsomenle por C Icaii un no s ¿qué que M daba asco miiarJaY llegó el día liel sanio de b maestra doña J a b c l p Y se celebu una enirañahle Fiesía en el colegio jOh. uuu bello día! Todas zs aliunnas llcf aron con 5 US presentes paia oteequiar a tan ieclaia dama. Unas portaban indos ramos de gladiolos; oltJS i. -ini: i de colores para engabnar abiJIos de doña Jabel a; oir: 1: LS más humildes, pequeños ftii- uiiir con análisis de onna. Y Cbiribiia eHa. Ea mimada, la pluKuampeTÍecia. que era pobre- e r a pobre, s i- pcio dadi Yfta cfflno pocas hubiere, prescindid aquel día de sus golosinas y de sus porros V con esos dineros obsequió a a qijeridií maestra ton un hermoso loro de siete hierbas de la acreüilada piínaderia del í onde de Cabra, oñ: i Jabelga. con los OJOS empañados por las ligrimas que le producían su eonjunlnitís crónica, al ver aquel hermoso berrendo dijo abrazando a h niña; Í ¡Qué ganas lenfj de conocer lüí adre! -Mi padre no ha podido venir, dilecta maestra- Enionccs. ¿quién es esrc scrtor lan e rdo? -E s un loro que yo le regalo por el dia de su sanío, para que csfa tarde lo lidie usted en el recieo a beneficio de los huérfanos Ie la guerra de Cuba, -Perdona, hip- dijo la macs tra diseulpandosc y poniéndose las g a l a s- es que como no co bien... -N o se preocupe- repuso Chiribttas- sj a mí me pas í lo mismo el otro día con su marido. Salieron al patio. Oué algarabía! iOué bullKio! Cümo disfniraban aquellas ingenuas cnaturitas vientfo cómo aquel loraco embestía a doña Jabelga y la üraba pi) r los aires dcsg- itrando su coqueión vestido de óia de ficsial V la dulce y recatada Chiribitas azuzaba al (oro, entre risotadas dibólicas y descomunales gntos de entusiasmo taurino: -iToR- ía. torera... lorera! Yeníre lodas las ulumna- s sacaron a doña Jabelga a hombros y la tiraron al pilón de la plaza del pueblo. Y 4l d 1.1 LiLiicu uMedes. t i próximo domingo toma la aliema ¡va en Socuéllamos con el nombre de Jabelga PerfuÍKi- JabelLuís SÁNCHEZ POLACK -Tlp i 1 tf i í) IV 1 í W r HILLI jH f i m 1 Ü h í XJC 1 ín ij ji 1 IM r, F J l i u 1 1 ri 7 1 f D J f Jdltí f 23

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