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ABC MADRID 19-04-1987 página 3
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ABC MADRID 19-04-1987 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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EDITADO POR PRENSA ESPAÑOLA SOCIEDAD ANÓNIMA 19 DE ABRIL DE 1987 FUNDADO EN 1905 POR DON TORCUATO LUCA DE TENA ABC PAYASOS REDACCIÓN ADMINISTRACIÓN TALLERES- SERRANO, 61 28006- MADRID E S una fría tarde de diciembre. El marionetista Jaime Usano viene a recogerme a casa para asistir a una pequeña fiesta en el Club de los Payasos. ¿De modo que existe un club de los payasos? Está en la ahumada y destartalada calle de Atocha. En una casa que resultaría muy familiar al don Benito de Misericordia La sugestión de aquel lugar me hace mirarlo todo con ojos de cámara cinematográfica antigua, con el fantomatismo de la vieja fotografía. Pensamos con el reciclaje de los recuerdos y las imágenes, con el reciclaje, incluso, de los prejuicios éticos y estéticos. A veces, nuestros conceptos se solidifican en nuestra conciencia con la adquisición de una imagen imborrable. Nos complacemos en esa forma totalmente subjetiva y nos sentimos contrariados cuando otros elementos de la realidad la niegan. Pero, conforme voy subiendo la escalera, todo lo que veo parece acordarse con mi apasionado prejuicio sobre los payasos. Téngase en cuenta lo que para los hombres de mi generación significa el prestigio artístico y literario del hoy agonizante mundo del circo. El gran abuelo de los también caducos movimientos de vanguardia, el cubismo, descubrió a los payasos como motivo poético y pictórico de una gracia formal gratuita y de un mensaje arcano. El cubismo buscaba la abstracción como una terapia contra el realismo sentimental. No eran los trágicos y operísticos payasos de Leoncavallo, sino los alegres fantoches de Parade de Satie y Picasso. Mi imagen se conforma a partir de una decadencia de aquel espíritu, cuando el desafuero académico del cubismo se vuelve historia también, cuando las telas pintadas por el matrimonio Delaunnais- p o r Sonia, especialm e n t e- se vuelven viejas, se caen a girones recogidos por la posmodernidad. El circo de Satie y Picasso, ¡nocente y profundo, sólo habitado por una brisa de humor y melancolía, es algo que pertenece al pasado. El circo no ha vuelto a resucitar como gran tema, se ha disuelto su popularidad. Los milagrosos trucajes del cine producido por Spielberg han dado al traste con una antigua ilusión de los niños y de algunos artistas, que veían en el circo algo así como un realista videoclip, con imágenes troceadas- por el cubismo- en emociones y colores fuertes. El revival posmoderno tiene escrúpulos en acercarse al circo, no sea que se delate por exceso de insinceridad. Él rock reclama mucha más atención. Así, pues, el circo está muerto. Pero vuelvo a recapacitar, consulto a esa imagen interior que puede condicionar mi juicio, pero no la verdad de mis sentidos y de mi instinto: el circo siempre estuvo muerto porque toda inocencia, toda alegría gratuita y sin mancha están muertas en la conciencia culpable y desencantada de los hombres. Porque el desencanto es una culpabilidad. El hombre tiene motivos para vivir desencantado de todo, pero como el desencanto no es creador, recae sobre el hombre lo culpable de su esterilidad. Revolviendo entre los baúles de una herencia familiar, llenos de despojos del pasado, me encontré cuando aún era muy joven un polichinela de juguete que tocaba los platillos con un ácido y quebrado sonido que parecía resonar en el tiempo antiguo. El juguete terrados sin culpa, de minoría segura de su identidad, pero menospreciada por la impureza mundanal, que es tanto como decir de un niño muerto. Me causó la misma sorpor el Ministerio de Cultura, que sólo tiene presa finamente aterradora que cuando yetuerza cultural para hacer populismo posrnos caer una flor seca de entre las págimoderno y carece de toda inocencia creanas de un libro. Fue una emoción profunda. dora y, además, se asienta sobre el solar Yo, que ya estaba imbuido de malignidad del finiquitado Circo de Price. Pasemos iconoclasta, me enternecí sobre ese indiadelante. Este Club de los Payasos tuvo su recto testigo de mi infancia perdida y sobre origen en algo que le sucedió a Colilla, aula muerta infancia de aquel otro niño de gusto de soirée de aquel recién desapaquien fue el patético juguete, aplastado con recido circo, que habiendo caído enfermo sus colores aún fresquísimos entre el con- en el Reino Unido, se vio gratamente sortenido sepulcral del baúl. No creo en la puprendido por la visita de una pequeña delereza de los niños, pero sí creo que en la ingación de la Asociación de clowns britáfancia se reciben emociones especiales, de nicos. La cual asociación tenía entre sus las que el adulto se acuerda como de un cometidos el de la asistencia a cualquier paraíso perdido. Creo que el hombre se persona de la profesión que se encontrase acuerda de ellas reconociendo al menos en apuros. El augusto español, desamparaque alguna vez fue inocente de veras, iludo en la charlotada de la vida, recibió el minado por una casi divina alegría, un goce apoyo cordial y monetario de los herederos místico, un total acuerdo con lo creado. más puros de Shakespeare y Dickens, el Sólo sé que mi alma ha podido ser en alnoble legado de un Reino a la vez truhán y guna ocasión tan inocente y tan bella como c a b a l l e r e s c o I n g l a t e r r a madre del un gatito dormido. La vanguardia cubista clown Colilla se sintió conmovido y tamdemostraba su impulso creador adoptando bién sospechó que acaso los payasos esun tema de tal trascendencia, guiada por pañoles eran los únicos en España en poun gran instinto. También nos enterneceseer una fidelidad gremial, a apoyarse enmos con la inocencia cubista, y en términos tre sí como un pueblo irreal y extrañísimo, el pueblo fantasmal de los payasos. Todos teológicos- que hubieran encantado al mílos payasos del mundo son hermanos. No nimo y dulce Eric Satie- diría que el cubismucho tiempo después se produjo en el mo y los payasos son santos. bar Tony, de la calle de la Cruz, la reunión He aquí la suma de mis emociones: sanque elegiría a la primera Junta directiva del tos, muertos, inocencia perdida. La vieja club, del que hoy Tonetti es el generoso escalera me conduce a una guarida de presidente. Y los payasos tienen su club en amables espectros. Deseo ver lo que voy a Madrid, escondido como algo delicado y ver. Entro, y lo que veo es lo que me anunsecreto en el baúl del viejo legado. Olvidaciaba el corazón. Los santos payasos tiedos. nen el más enternecedor club donde se refugia o se guarda, tal que en un estuche, la Pero felices, porque tienen la conciencia santa inocencia que tan poco se prodiga en tranquila. ¿Quién puede tener la conciencia los lugares públicos de Madrid. Inocencia más tranquila que alguien que ha sido aplastada por el contenido del baúl, en la payaso? Dejemos aparte las faltas de cada ahumada y destartalada calle de Atocha. cual. Si nuestra sociedad- que es tan hipócrita- valora tanto un acto de generosa Nos recibe una señora de origen francés, entrega social, el oficio de payaso bien que fue trapecista y aún habla con el acenejercido tiene un valor de humanismo de to cosmopolita del circo y de los reyes. En cantado que estremece. Se piensa que, si el bar un joven también afecto al circo nos los payasos son pobres, ha debido existir sirve unas copas. Hombres y mujeres matodo un martirologio. El payaso es el ofiduros y hasta ancianos, antiguos magos, ciante de una de las grandes misas solemgimnastas y payasos, van entrando, se sanes de la cultura popular: el circo, un presludan, se acomodan en los tresillos de tigio cómo el Vaticano y hasta con más incasa burguesa, entre carteles y pinturas, fluencia que él. Las grandes funciones de de las que retengo una cara de Ramper circo han hecho buenos a millones de nique me hace apreciar el acierto emblemátiños, con más efectividad que el viejo Ripalco de su maquillaje, tan contundente como da. Los ha hecho por unas horas perdonasi lo hubiera inspirado Juan Gris. El maquidores generosos e irónicos de todo lo creallaje de Ramper es juego y orden. Esa es do. Se les ha llevado al borde del éxtasis a su revelación trascendental. Y va entrando esos endemoniados que son los niños. más y más gente, con una alegría de desPero se les ha visto reír como ángeles con el santo ridículo de los payasos. Aquí están, pues, entregándose regalos en este fin de año, obsequiándose, homenajeándose, invocando recientes muertos o recientes proyectos cumpleaños. Los veo con el sentimiento de estar asistiendo a la desaparición de una especie- como las fabulosas y románticas ballenas- El payaso siempre existirá, pero hablo de los payasos de una cierta especie. Esta, todavía en su EDICION INTERNACIONAL más decantada pureza de profesionales de la pista. Todas, gentes devotas de su oficio, convencidos de su vocación como no Para que sus mensajes lo están muchos frailes. Por vulgares que comerciales lleguen sean, se saben ungidos por la gracia de haber sabido crear una sola forma de reír inocentemente, sin hacer daño a nadie. volando a ciento sesenta naciones. Francisco NIEVA

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