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ABC MADRID 04-04-1987 página 3
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ABC MADRID 04-04-1987 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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EDITADO POR PRENSA ESPAÑOLA SOCIEDAD ANÓNIMA 4 DE ABRIL DE 1987 ABC FORTUNATA Y JACINTA REDACCIÓN ADMINISTRACIÓN TALLERES- SERRANO, 61 2 8006- MADRID FUNDADO EN 1905 POR DON TORCUATO LUCA DE TENA O sé c u á n t o s años hacía desde mi primera lectura de Fortunata y Jacinta, que Don Benito Pérez Galdós terminó de escribir hace ahora un siglo, en 1 8 8 7 Es c u r i o s o lo que se conserva y lo que se pierde de los libros, al cabo de los años- más interesante aún es lo que pasa con las personas- Había olvidado muchos detalles, pero no todos; quiero decir que algunos habían quedado vividos en mi memoria, tanto como el ambiente general del libro- d e l Madrid entre la revolución de 1868 y la Restauración- y los personajes principales. El torso de la genial novela permanecía en mi recuerdo; pero al ponerme a releerla la he devorado con un interés sólo comparable al placer estético, histórico, humano. N tampoco- l a otra tentación- eludido, estilizado o simplemente omitido. Finalmente, los personajes nos atraen de tal manera, trabamos conocimiento cercano con todos ellos, guardando las distancias, sin embargo, que convivimos con ellos, de muy diversas formas, con vectores diferentes y que van variando a lo largo de la novela. No sólo ésta tiene, como es obligado, argumento, sino que lo tiene también la figura de cada personaje y, lo que es más interesante, nuestra relación con cada uno de ellos. La maestría de Galdós es increíble; lo que pasa es que nunca fue pedante, y hace las cosas oin darles importancia- s i Ninguna novela española del siglo XIX la tienen, ¿para qué dársela? parece hame parece comparable; las del XX no se berse preguntado- y es poco probable pueden comparar, porque sus supuestos, que la gente se dé cuenta de que algo es su estilo son demasiado distintos (y cuento extraordinario si no lo advierte el autor o alentre las de nuestro siglo, aunque se publiguien lo señala y explica. có en 1897. Paz en la guerra, de Unamuno, que significaba la época que empezaNo sé si algún urbanista se habrá ocupaba, no la que concluía) Fortunata y Jacinta do de un aspecto de esta novela- y por es literalmente un mundo; pero, esto es lo supuesto, de otras- que me parece interedecisivo, no es una descripción de un amsante: la estructura y las funciones vitales biente, una ciudad, un medio social, un de un Madrid en desarrollo. Siempre se ha país: es el mundo de los personajes. Munhablado del viejo Madrid del Madrid galdo quiere decir mi mundo, el mundo de aldosiano, y es el punto de partida, el centro guien; es circunstancia lo que está en torno de esta novela; pero en rigor es uno de los a mí. El Madrid de Galdós, y muy especialcentros. El Madrid que crece hacia el norte, mente el de esta novela, está vivificado por el de Chamberí y el Depósito de Aguas, es sus personajes; los cuales, a su vez, están otro polo, otro centro gravitatorio, y la relacondicionados por el Madrid en que viven, ción entre el núcleo de la Plaza Mayor, alientan, sufren, aman, mueren, el escenaPontejos y las viejas calles del centro tradirio de su drama múltiple. cional, y por otra parte el Madrid emergenGaldós, según su costumbre, fiel a esa te, que se va haciendo rápidamente popucondición mundana, repite a sus personalar, es parte de la trama argumerijal. Los jes, los introduce en diversas novelas; los cafés madrileños, tan explotados por toda encontramos, como viejos conocidos, prola literatura contemporánea, tienen gran recedentes de una anterior; y, con gran lieve en Fortunata y Jacinta, pero no son maestría, en diversas perspectivas, con imhomogéneos, sino que cada uno pertenece portancias desiguales, con funciones distina un barrio, a un grupo social, a un nivel, tas. Esa repetición, esos encuentros inesdiríamos a un registro si se tratara sólo perados, dan a estas novelas el carácter de lenguaje; y la peregrinación de algunos de la ciudad, de la realidad misma: cuando personajes, de un café a otro, tiene una vamos a ver a una persona, tropezamos en significación también argumental. Sería sula calle con otra, que en otro momento fue gestivo comparar el tratamiento, aparenteel término de nuestra acción; pero ahora pasamos de largo; a la inversa, el conoci- mente realista en rigor vital, de estos cafés galdosianos, con la maravillosa estilimiento fugaz de otro tiempo- -o de otra nozación de Valle- lnclán en El Ruedo ibérico. v e l a- ocupa ahora el centro de nuestra atención, llega a ser protagonista. Fortunata y Jacinta es una novela larga, de cerca de mil páginas: cuatro volúmenes en las ediciones originarias. Se lee sin la menor fatiga, por muchas razones. Una de ellas, porque no está demasiado bien escrita, quiero decir, sin excesivo primor estilístico. Hace muchos años dije que el estilo de la novela no debe ser refulgente: como el cobre, de modesto brillo, pero buen conductor de la electricidad, más que como el oro. Cuando el estilo nos subyuga y se impone, nos quedamos retenidos por él, y la corriente narrativa no pasa. Otra razón es que el mundo- Madrid en este caso- va surgiendo al hilo de la narración, suscitado por ella, nunca descrito de manera inerte o documental, como solían hacer por aquel tiempo los naturalistas; por eso está vivo, y Lo decisivo, sin embargo, es otra cosa, lo que da su grandeza a la novela de Galdós, y de modo eminente a la que comento, lo verdaderamente cervantino en él, no sus tentaciones imitativas. Es el amor a los personajes. En esto se diferencia Galdós radicalmente de otros novelistas, que los odian, los desprecian, les tienen antipatía o sienten indiferencia por ellos. Galdós los ama a todos- a los amables y a los que no lo s o n- porque ama la realidad, sobre todo la humana, que es la más real de todas; y él les ha dado realidad. Pero esto no quiere decir que no distinga, que no encuentre a algunos lamentables, ridículos, fantasmones, avarientos, egoístas, delincuentes, mientras siente entusiasmo o ternura por otros. Los teólogos enseñan que todo hombre, mientras vive, es amigo- actual o potencial- de Dios, y por eso puede salvarse. Galdós se comporta según este espíritu. Claro que tiene preferencias, y no las oculta: adora a Jacinta, se complace en ella, la admira; y se le van los ojos detrás de Fortunata, a la que prodiga epítetos negativos- -como si fuesen regaños a la imposible criatura- mientras vuelca sobre ella su entusiasmo. No acaba de perdonar a Juanita Santa Cruz, aunque reconoce sus buenas prendas y se explica el enardecimiento por él de las dos mujeres; a última hora, lo encuentra frivolo y de poca sustancia. Y quiere a Estupiñá, y a Doña Lupe la de los Pavos, y al boticario Segismundo, y, por supuesto, a la disparatada, salvaje y demencial Mauricia la Dura, y a Moreno Isla, y a toda la fauna que circula por el millar de páginas. Pero ese amor de Galdós a sus personajes tiene un matiz que me parece la culminación de su genialidad de novelista. No es un amor apriorístico, decretado por el autor desde el principio, otorgado según una decisión voluntaria. No. Es el resultado de la narración, de la novela misma. Los personajes, una vez lanzados a la existencia, puestos en el mundo, situados en Madrid, empiezan a vivir, como criaturas libres, con las cuales Galdós tiene que habérselas. Se indigna con sus personajes, se complace en ellos- síganse las peripecias de su relación con Maxi- lo conquistan, como el viejo coronel don Evaristo Feijoo, lo dejan desolado, como Mauricia, siente lástima por ellos, por casi todos. Se enamora de sus dos protagonistas, y a veces vacila, teme serle infiel a una, porque tiene fases de entusiasmo o desilusión- léase con atención la novela y se verá- Al lado de esto, todas nuestras nóvelas- y la mayoría de las de todas las lenguasparecen simples, artificiales, afectadas, arbitrarias. Solamente el Quijote es en este aspecto comparable. Si Fortunata y Jacinta se hubiera escrito en otro país o en otra época, estaría entre las cimas de la novela, sin más. ¿Y quién sabe? Julián MARÍAS de la Real Academia Española EDICIÓN INTERNACIONAL Un medio publicitario único para transmisión de mensajes comerciales a ciento sesenta naciones

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