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ABC MADRID 26-03-1987 página 63
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ABC MADRID 26-03-1987 página 63

  • EdiciónABC, MADRID
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JUEYES 26- 3- 87 CARTA ENCÍCLICA REDEMPTORIS MATER A B G 63 Cristo y su Madre son el contrapeso de la desobediencia y la incredulidad contenidas en el pecado de Adán permaneciendo en Nazaret. Se diría que jas palabras de aquella mujer desconocida le hayan hecho salir, en cierto modo, de su escondimiento. A través de aquellas palabras ha pasado rápidamente por la mente de la muchedumbre, al menos por un instante, el evangelio de la infancia de Jesús. Es el evangelio en que María está presente como la madre que concibe a Jesús en su seno, le da a luz y le amamanta maternalmente: la madrenodriza, a la que se refiere aquella mujer del pueblo. Gracias a esta maternidad Jesés- Hijo del Altísimo- es un verdadero hijo del hombre. Es carne como todo hombre: es el Verbo (que) se hizo carne Es carne y sangre de María. Pero a la bendición proclamada por aquella mujer respecto a su madre según la carne, Jesús responde de manera significativa: Dichosos más bien los que oyen la Palabra de Dios y la guardan. Quiere quitar la atención de la maternidad entendida sólo como un vínculo de la carne, para orientarla hacia aquel misterioso vínculo del espíritu, que se forma en la escucha y en la observancia de la palabra de Dios. El mismo paso a la esfera de los valores espirituales se delinea aún más claramente en otra respuesta de Jesús, recogida por todos los Sinópticos. Al ser anunciado a Jesús que su madre y sus hermanos están fuera y quieren verle responde: Mi madre y mis hermanos son aquéllos que oyen la también y sobre todo porque ya en el instante de la anunciación ha acogido la palabra de Dios, porque ha creído, porque fue obediente a Dios, porque guardaba la palabra y la conservaba cuidadosamente en su corazón y la cumplía totalmente en su vida. Podemos afirmar, por lo tanto, que el elogio pronunciado por Jesús no se contrapone, a pesar de las apariencias, al formulado por la mujer desconocida, sino que viene a coincidir con ella en la persona de esta Madre- Virgen, que se ha llamado solamente esclava del Señor Si es cierto que todas las generaciones la llamarán bienaventurada se puede decir que aquella mujer anónima ha sido la primera en confirmar inconscientemente aquel versículo profético del Magníficat de María y dar comienzo al Magníficat de los siglos. Si por medio de la fe María se ha convertido en la Madre del Hijo que le ha sido dado por el Padre con el poder del Espíritu Santo, conservando íntegra su virginidad, en la misma fe ha descubierto y acogido la otra dimensión de la maternidad, revelada por Jesús durante su misión mesiánica. Se puede afirmar que esta dimensión de la maternidad pertenece a María desde el comienzo, o sea desde el momento de la concepción y del nacimiento del Hijo. Desde entonces era la que ha creído A medida que se esclarecía ante sus ojos y ante su espíritu la misión del Hijo, ella misma como Madre se abría cada vez más a aquella novedad de la maternidad, que debía constituir su papel junto al Hijo. ¿No había dicho desde el comienzo: He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra Por medio de la fe María seguía oyendo y meditando aquella palabra, en la que se hacía cada vez más transparente, de un modo que excede todo conocimiento la autorrevelación del Dios viviente. Mana madre se convertía así, en cierto sentido, en la primera discípula de su Hijo, la primera a la cual parecía decir: Sigúeme antes aun de dirigir esa llamada a los apóstoles o a cualquier otra persona. 21. Bajo este punto de vista, es particularmente significativo el texto del Evangelio de Juan, que nos presenta a María en las bodas de Cana. María aparece allí como Madre de Jesús al comienzo de su vida pública: Se celebraba una boda en Cana de Galilea y estaba allí la Madre de Jesús. Fue invitado también a la boda Jesús con sus discípulos Según el texto resultaría que Jesús y sus discípulos fueron invitados junto con María, dada su presencia en aquella fiesta: El Hijo parece que fue invitado en razón de la madre. Es conocida la continuación de los acontecimientos concatenados cqn aquella invitación, aquel comienzo de las señales hechas, por Jesús- e l agua convertida en vino- que hace decir al evangelista: Jesús manifestó su gloria, y creyeron en él sus discípulos María está presente en Cana de Galilea como Madre de Jesús, y de modo significativo contribuye a aquel comienzo de las señales que revelan el poder mesiánico de su Hijo. He aquí que: Como faltaba vino, le dice a Jesús su Madre: No tienen vino Jesús le responde: ¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora En el Evangelio de Juan aquella hora significa el momento determinado por el Padre, en el que el Hijo realiza su obra y debe ser glorificado. Aunque la respuesta de Jesús a su madre parezca como un rechazo (sobre todo si se mira, más que a la pregunta, a aquella decidida afirmación: Todavía no ha llegado mi hora a pesar de esto María se dirige a los criados y les dice: Haced lo que él os diga. Entonces Jesús ordena a los criados llenar de agua las tinajas, y el agua se convierte en vino, mejor del que se había servido antes a los invitados al banquete nupcial. ¿Qué entendimiento profundo se ha dado entre Jesús y su Madre? ¿Cómo explorar el misterio de su íntima unión espiritual? De todos modos el hecho es elocuente, Es evidente que en aquel hecho se delinea ya con bastante claridad la nueva dimensión, el nuevo sentido de la maternidad de María. Tiene un significado que no está contenido exclusivamente en las palabras de Jesús y en los diferentes episodios citados por los Sinópticos. En estos textos Jesús intenta contraponer sobre todo la maternidad, resultante del hecho mismo del nacimiento, a lo que esta maternidad (al igual que la fraternidad debe ser en la dimensión del Reino de Dios, en el campo salvífico de la paternidad de Dios. En el texto joánico, por el contrario, se delinea en la descripción del hecho de Cana lo que concretamente sé manifiesta como nueva maternidad según el espíritu y no únicamente según la carne, o sea la solicitud de María por los hombres, el ir a su encuentro en toda la gama de sus necesidades. En Cana de Galilea se muestra sólo un aspecto concreto de la indigencia humana, aparentemente pequeño y de poca importancia No tienen vino Pero esto tiene un valor simbólico. El ir al encuentro de las necesidades del hombre significa, al mismo tiempo, su introducción en el radio de acción de la misión mesiánica y del poder salvífico de Cristo. Por consiguiente, se da una mediación: María se pone entre su Hijo y los hombres en la realidad de sus privaciones, indigencias y sufrimientos. Se pone en medio o sea hace de mediadora no como una persona extraña, sino en su papel de madre, consciente de que como tal puede- más bien tiene el derecho de -hacer presente al Hijo las necesidades de los hombres. Su mediación, por lo tanto, tiene un carácter de intercesión: María intercede por los hombres. No sólo: como Madre desea también que se manifieste el poder mesiánico del Hijo, es decir, su poder salvífico encaminado María es digna de la bendición sobre todo porque fue obediente a Dios Ella se convirtió, en cierto sentido, en la primera discípula de su Hijo Palabra de Dios y la cumplen Esto dijo mirando en torno a los que estaban sentados en corro como leemos en Marcos o, según Mateo, extendiendo su mano hacia sus discípulos Estas expresiones parecen estar en la línea de lo que Jesús, a la edad de doce años, respondió a María y a José, al ser encontrado después de fres días en el templo de Jerusalén. Así pues, cuando Jesús se marchó a Nazaret y dio comienzo a su vida pública en Palestina, ya estaba completa y exclusivamente ocupado en las cosas del Padre Anunciaba el Reino: Reino de Dios y cosas del Padre que dan también una dimensión nueva y un sentido nuevo a todo lo que es humano y, por tanto, a toda relación humana, respecto a las finalidades y tareas asignadas a cada hombre. En esta dimensión nueva un vínculo, como el de la fraternidad significa también una cosa distinta de la fraternidad según la carne que deriva del origen común de los mismos padres. Y aun la maternidad en la dimensión del reino de Dios, en la esfera de la paternidad de Dios mismo, adquiere un significado diverso. Con las palabras recogidas por Lucas Jesús enseña precisamente este nuevo sentido de la maternidad. ¿Se aleja con esto de la que ha sido su madre según la carne? ¿Quiere tal vez dejarla en la sombra del escondimiento, que ella misma ha elegido? Si así puede parecer en base al significado de aquellas palabras, se debe constatar, sin embargo, que la maternidad nueva y distinta, de la que Jesús habla a sus discípulos, concierne concretamente a María de un modo especialísimo. ¿No es tal vez María la primera entre aquellos que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen Y por consiguiente ¿no se refiere sobre todo a ella aquella bendición pronunciada por Jesús en respuesta a las palabras de la mujer anónima? Sin lugar a dudas, Mana es digna de bendición por el hecho de haber sido para Jesús Madre según lá carne ¡Dichoso el seno que te llevó a los pechos que te criaron! pero La Virgen, en la Anunciación, se abandona plenamente en Dios por medio de la obediencia de la fe El momento dé Pentecostés ha sido preparado, además de la cruz, por el momento de la Anunciación en Nazaret a socorrer Ja desventura humana, a liberar al hombre del mal que bajo diversas formas y medidas pesa sobre su vida. Precisamente como había predicho del Mesías el Profeta Isaías en el conocido texto, al que Jesús se ha referido ante sus conciudadanos de Nazaret: Para anunciar a los pobres la Buena Nueva, para proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos... Otro elemento esencial de esta función materna de María se encuentra en las palabras dirigidas a los criados: Haced lo que él os diga La Madre de Cristo se presenta ante los hombres como portavoz de la voluntad del Hijo, indicadora de aquellas exigencias que deben cumplirse para que pueda manifestarse el poder salvífico del Mesías. En Cana, merced a la intercesión de Mana y a 1 a obediencia de los criados, Jesús da comienzo a su hora En Cana, María aparece como la que cree en Jesús; su fe provoca la primera señal y contribuye a suscitar la fe de los discípulos. 22. Podemos decir, por tanto, que en esta página del Evangelio de Juan encontramos como un primer indicio de la verdad sobre la solicitud materna de María. Esta verdad ha encontrado su expresión en el magisterio del último Concilio. Es importante señalar cómo la función materna de María es ilustrada en su relación con la mediación de Cristo. En efecto, leemos lo siguiente: La misión maternal de María hacia los hombres de ninguna manera oscurece ni disminuye esta única mediación de Cristo, sino más bien muestra su eficacia porque hay un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, hombre también Esta función materna brota, según el beneplácito de Dios, de la superabundancia de los méritos de Cristo... de ella depende totalmente y de la misma saca toda su virtud Y precisamente en este sentido el hecho de Cana de Galilea, nos ofrece como una predicción de la mediación de María, orientada plenamente hacia Cristo

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