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ABC MADRID 21-03-1987 página 50
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ABC MADRID 21-03-1987 página 50

  • EdiciónABC, MADRID
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VI ABC ABC ÜTcrafío- Novela- 21 marzo- 1987 En el camino Jack Kerouac Editorial Anagrama Barcelona, 1986 A ios treinta años de su aparición- premeditación o coincidencia- se reedita en España la novela emblemática, casi el evangelio, de la generación beat En el camino Jack Kerouac la tenía terminada en 1950, pero no lograría verla impresa hasta siete años después. Los editores tardaron en darse cuenta del oleaje poético y juvenil que, procedente de California y con ritmo de jazz estaba imponiendo un romántico desafío a la sociedad de la abundancia encabezado por pequeños grupos marginales hastiados de la magnificación del american way of life do hijo del brahmán, el joven halcón o en los intentos por descifrar el mensaje, comprimido en un enigmático haiku da lo mismo. Si los esfuerzos por llegar a la prueba mística provocaban la extenuación se recurría al alcohol o la droga. Kerouac murió alcoholizado, tras acogerse a un retiro convencional y ceniciento, con matrimonio incluido. Pero la semilla lanzada al viento de las peregrinaciones y los éxtasis frente a la Naturaleza ya estaban floreciendo. Antes de apagarse totalmente, en 1969, Kerouac alcanzó a ver a los hippies con flores en la cabeza, darse cita en el cruce de las calles Ashbury y Haigth de El beatnick encarnó- e n su primavera San Francisco para recibir el toque inspirado norteamericana- entre caídas y contradic- que los impulsara a patear el mundo, guitarra ciones, a una rara especie de desasosegados a cuestas y mescalina en el morral, para prebuscadores de la pureza. Y conquistar el dicar a golpe de canciones la buena hueva trance místico constituyó objetivo promordial de hagamos el amor y no la guerra ¡Quizá de sus correrías, aparentemente desatinadas. les creyera fantasmas de los ensueños etíliLa cima de una montaña, el agua que fluye, cos, visitándole en el manso refugio de Loel refugio de un valle con su remansada be- well! ¡O las sombras de William Bourroughs, lleza, el vértigo trepidante de los camiones en Ferlinghetti, Neal Cassady, Alien Ginsberg y las autopistas... significaban circunstancias y demás de la costelación beat ¡O acaso el lugares propicios para tropezar con lo fabulo- Norman Mailer de Un sueño americano so, con la revelación del Dharma Por cierto que Ginsberg, reconocido poeta Al analizar la genealogía de los hippies de beat- nicks y hippies trazó en unas- escandalosos y aplicados beneficiarios del efervescentes declaraciones a una revista espiritualismo beat Michel Lancelot reco- gay, en 1972, un apasionante retrato de Kege la sagaz observación de Teilhard de Char- rouac, cuyo atractivo le había originado una din al afirmar que en nuestra época sólo lo indudable fijación. Sólo transcribiré unas pofantástico tiene la oportunidad de volverse cas líneas, limpias de intimidades y proselitisverdadero Algo semejante debió dislumbrar mo. Kerouac- manifestó Ginsberg- -era Jack Kerouac al concebir sus dos novelas ca- muy divertido, raro, una figura heroica, inspipitales- y complementarias- En el cami- radora de muchas ideas y actitudes. Tuvo no y Los vagabundos del Dharma De ca- muchos problemas; bebió hasta matarse. Terrácter autobiográfico, con personajes de fácil minó, como tantos viejos escritores, siendo identificación en el círculo amistoso del autor, reaccionario de una manera divertida y origiambas fueron escritas al hilo de las experien- nal; más bien instructiva que negativa... Era cias místicas propuestas por el movimiento de una enorme ternura, de una comprensiva y confiada sensibilidad; por eso fue tan mag beat nífico escritor ¿Qué se quería expresar con esa palabra y En el camino máxima creación narrativa cuáles eran sus orígenes? Entre distintas versiones destacan dos de remota afinidad. d la generación beat fue el exponente de Hubo quienes le asignaro el sentido de apa- una peculiar forma de rebeldía. Una extraña leado, de marginado de la vida. Especie de guía para perseguir experiencias espirituales. extraños monjes redivivos que en vez de reti- Lo que no quiere decir que Ray Smith, héroe rarse a las arideces del yermo a reclamar, y narrador de la acelerada gesta, a la par que orando, la luz divina, devoraban los caminos alter ego del autor, acabe de tener demaen busca del lugar propicio para recibir la lan- siado claras las ideas. Viajero atropellado y zada de una milagrosa beatitud. De ahí que, furtivo en trenes fantasmales, autoestopista para muchos, lo de sentirse beat provinie- enloquecido zarandeándose de aquí para allá, sueña con alcanzar el Dharma en una se de beatific enajenada comunión con la Naturaleza. Pese a su trepidante modernidad, hay ocasiones Otros creyeron, en cambio, que el contagioso término nació a la sombra del jazz en que sugiere a un bisnieto de Obermann como testimonio de ritmo, de compás acorda- el romántico abstraído de Senancourt. Los do con la música moderna. Cualquier inter- beatnicks siempre tuvieron una lámpara pretación puede ser válida; y su conjunto nos encendida en los altares del romanticismo. ilumina sobre lo que se pretendía proclamar. Seguramente para que les alumbrase las auLos beatniks de Kerouac son unos vaga- topistas y los atajos que les condujeran a un bundos perseguidores del nirvana Buda roñado Himalaya en pos de la iluminación del los contempla y los atrae con guiños revela- Significado verdadero dores. Que la llamada con voz terrenal, la perciban al través del Siddharta, el agraciaJosé María ALFARO Las batallas en el desierto José Emilio Pacheco Ediciones Montesinos Barcelona, 1986. 62 páginas El ámbito de estas batallas en el desierto era un patio de tierra colorada, polvo de tezontle o ladrillo, sin árboles ni plantas, sólo una caja de cemento al fondo, en donde los traviesos escolares jugaban a la guerra entre árabes y judíos, precisamente en aquellos años cincuenta, a poco de creado el nuevo Estado de Israel. Años cincuenta en sus inicios, cuando aparecieron los Packard, Cadillac, Buick y Chrysler, y volvía a sonar en todas partes un antiguo bolero pietorriqueño, y se empezaban a comer las primeras hamburguesas, páys, donas, jotdogs, malteadas y mantequilla de cacahuete. Año también de la poliomielitis. Y especialmente aquel en el cual el protagonista se ha enamorado de la joven, elegante y hermosa madre de su amiguitp Jim. Año signado por el exótico, fantaniños. o despertar del amor de un que ahora vuelve a recrear- e n ese marco antiguo, bajo el régimen de Mateo Alemán- a la distancia, como un cuento de hadas, ese secreto amor a Mariana; pero también como una crítica incisiva, fustiga el mundo de sus mayores, de sus prejuicios é intolerancias. Sin duda, en ese rescate de un amor- tan serio, real como increíble- de un niño por una mujer adulta, reside uno de los mejores hitos de esta novela breve. Porque el autor mira con aquellos ojos, aquel corazón encendido e inocente, tierno y conmovido, del niño que ha guardado ese tesoro- esa prehistoria intocable- de sus experiencias de crecimiento- pero a la vez, -con esa distancia adulta y llena de humor avieso e irónico que le permiten los años. En esa simbiosis de infancia (y su limpidez) y de adultez relativizadora (y su análisis crítico) consiste uno de los ¡manes de esta historia que oscila entre la ternura y el ridículo. Porque nada tan incomprensible para con los niños como los adultos. Nada tan tieso y almidonado como sus posturas pacatas y absurdas. Familia, sociedad y país son como un mismo haz de incomprensión. Y participan de un mismo sentido de exclusión, de incomprensión, de hipocresía, en cuanto algo supera las previsiones y los ordenamientos, las convenciones. La crueldad de los mayores es un verdadero ensañamiento cuando nada comprenden de su entorno de infancia. Acaso porque han perdido la capacidad de infancia. O porque no se han reconciliado con el niño que fueron. Las batallas en el desierto -aquel juego escolar- se trueca en símbolo vivo y palpitante. Porque los niños están- pese a tanta aparente protección- siempre solos en su mundo. José Emilio Pacheco (nacido en México en 1- 939, poeta, narrador, ensayista) realiza en esta breve historia- y con una economía de tenguajey estructura- un hallazgo de fantasía, ternura y fustigamiento. Y a la vez sitúa en el contexto histórico y geográfico (inicios de los cincuenta en una ciudad mexicana) esta experiencia de amor y de crueldad. Rolando CAMOZZI

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