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ABC MADRID 21-03-1987 página 49
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ABC MADRID 21-03-1987 página 49

  • EdiciónABC, MADRID
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21 marzo- 1987 ABC ABC V vierte en sujeto de enA busca de nuefáticas declaraciones vas perspectivas de amor, de alcance forma parte casi metafísico, que no esencial de la creación Javier Marías resultan verosímiles ni literaria. El formalismo Editorial Anagrama. Barcelona, 1987. 167 páginas de significación discerruso discurrió de modo insuperado sobre el asunto. Para salvar el el banquero se había casado con la mujer nible. Tan trabar clus es que diga al princiautomatismo de la percepción cotidiana, y el por salvarla, a ella y a su familia, de la ruina pio: quiero sobre todo cuidar la forma de que en la evolución de las formas artísticas económica, pero sin ser correspondido en su mi muerte (p. 22) como que más adelante engendra la repetición de los ángulos de en- amor, correspondencia que seguía esperando exclame: Yo veré anticipada en la tuya mi foque y de los estilos, la realidad debe ser en vano quince años más tarde. Un matrimo- propia muerte (p. 160) Si de la declaración mostrada a una luz distinta, infrecuente, ex- nio por dinero de la mujer y por amor del inicial podía pensarse que sus efectos se dejarían sentir más adelante, de la última ya no traña: ostranenie extrañamiento o singulacabe conjeturar nada: queda flotando, aislarización son los nombres que pueden conveda, sin integración alguna en el conjunto. Y nir al fenómeno, absolutamente capital. cuando se quiere profundizar en el personaje, Si hablamos del amor, como habla esta nose procede de modo también mecánico, en vela de Javier Marías, El hombre sentimental, absoluto persuasivo: así en el relato que el es claro que la percepción nueva que de él personaje efectúa de su infancia humillada puede ofrecer hoy una pareja de adolescenun tópico que no recibe el tratamiento necetes en la edad de Romeo y Julieta no es en sario para cobrar vida. En este cuadro de inprincipio excesiva. En cambio, la pasión de definiciones poco significa, claro, que de dos ancianos puede estar cargada de enorcuando en cuando el cantante se refiera a su mes dosis de singuiarización de la experiencondición de hombre famoso o a su magníficia amorosa. En ello debió pensar Gabriel ca salud. García Márquez al escribir las páginas memorables de El amor en los tiempos del cólePosiblemente no resultaba indispensable ra y crear a esos dos viejos enamorados, que el narrador tuviera perfiles muy precisos. Fermina Daza y Florentino Ariza, el reverso Pero para que esto no hipotecara la novela de los amantes shakesperianos, dichosamenhabría hecho falta un desarrollo mucho mayor te sometidos, pese a los estragos del tiempo, de la historia medular, y que la elección de a la pasión devoradora. Es difícil olvidar la los episodios colaterales hubiese estado sufirespuesta del anti- Romeo caribeño al capitán cientemente enlazada con el núcleo. Y es desconcertado ante la singladura sin rumbo una lástima, porque las páginas en que el dér barco del amor, con la bandera del cólera banquero Manur manifiesta ante el cantante izada en sus mástiles, cuando le dice que por su circunstancia afectiva están bien ajustaél toda la vida seguiría el navio yendo y vidas, y son, en estilo y clima, con mucho las niendo, sin atracar en puerto alguno, testigo mejores de la obra. solitario de la pasión. El mismo personaje de Natalia Manur queda también desvaído, falto del adecuado diNo es usual asociar la figura de un banseño de sus rasgos fundamentales. No es líquero con la del gran amante. La tradición cita tal dilución de un personaje al que se adsuele rehuir tal asociación. Pues bien: en esta novela de Javier Marías se adopta preci- banquero, que, eso sí, la había comprado judican en el relato acciones decisivas para samente la infrecuente relación, y el amante en exclusiva, y por eso la hacía ir a todas su resolución. Una cosa es el trazado realisapasionado, capaz de morir de amor, es pre- partes con un acompañante pagado por él, ta, como en la novela del siglo XIX- responcisamente un banquero, Hieronimo Manur. Al mientras él se dedicaba a sus actividades fi- día al positivismo imperante- y otra el puro espectro. No son éstos los métodos de Naboprincipio del relato, y según los estereotipos nancieras. acuñados, recibe calificativos sintomáticos: es Tales son los planteamientos de esta nove- kov, por citar a un escritor que supongo un potentado, un ambicioso, un político, un la de Javier Marías, que en principio poseen próximo a Marías. Cuando el autor, a través explotador Pero el desarrollo de la trama evidente interés. Y, sin embargo, El hombre del narrador, quiere dibujar el perfil de la murevelará que no eran esas las notas definito- sentimental no es, a mi juicio, un texto logra- jer- así en las páginas sobre su actitud con rias del personaje. Tras las apariencias se do. Varias son las causas que concurren a el marido en la intimiad- no lo consigue en ocultaba un hombre sentimental para ello. La primera, y tal vez la más sustancial, absoluto, ni siquiera con el uso del estilo indiquien el amor constituía una razón sustantiva. reside en la dispersión de la historia central. recto libre, como si el personaje le resultara Con habilidad, Marías va demorando la pre- Esta dispersión se produce por la existencia enteramente inaccesible. sentación de estos hechos. Un tanto naboko- de otras historias colaterales, de escasa o En este contexto tan escasamente tenso, vianamente, el relato se desenvuelve sobre el nula relación con el asunto clave. Ni los ante- las apelaciones simbólicas a las representaocultamiento de esta identidad profunda del cedentes amorosos del cantante ni la deca- ciones operísticas del Otello, de Verdi, no alpersonaje hasta que estalla el conflicto y se dencia de un gran tenor wagneriano- Horbi- canzan a cumplir su papel: se superponen ilumina el rostro veraz del banquero. ger- mantienen con el eje del relato los sobre el relato, no se engastan en él. En La novela está contada en primera perso- vínculos de significado necesarios para po- cambio, de las referencias poco amables sobre la ciudad de Madrid el lector queda in al na. Un afamado cantante catalán de ópera tenciarlo. evoca el episodio sentimental que le afectó A su vez, el cantante de ópera dista de ser bis sobre las intenciones del narrador. Los editores hablan de fin de siglo A lo cuatro años antes. Lo hace al despertar de un personaje convincente. Resulta una criatuun sueño, en el que ha rememorado las peri- ra desvaída, cuyas reacciones se antojan me- mejor es así, por más que albergue cada vezpecias dorsales del asunto. Fue en Madrid cánicas, que está modelada según el diseño más reservas sobre la vigencia de conceptos donde conoció a Natalia Monte, la esposa de tópico que cabe esperar para un tenor. Su de esta índole. Cierto que el universo de E Hieronimo Manur. El se encontraba intervi- enamoramiento de la mujer del banquero se hombre sentimental guarda algunas relacioniendo en la temporada de ópera y trabó con- produce porque tiene que producirse, no en nes con la novela finisecular, sobre todo ta tacto con esta mujer distante, lejana, aque- virtud de motivaciones expresadas o sugeri- francesa. Pero de lo que se trata en literatura jada de disoluciones melancólicas a la que das eñ la novela. En realidad, acabamos sin es de presentar mundos coherentes en el veía en el hotel donde ambos se hospeda- saber nada profundo de él, y eso es grave plano conceptual, argumental y estilístico. Y ban, acompañada siempre de un individuo, cuando se trata del narrador de un relato, las fisuras que ai respecto presenta El homDato de apellido, que no era su esposo, y pues es el tono entero de la novela el que se bre sentimental distan de ser desdeñables. El cuya misión consistía precisamente en ser el resiente. Marías no alcanza a darle una voz núcleo inicial- e l banquero enamorado- inacompañante diurno de la dama, que sólo de propia, e igual lo hace prorrumpir en larguísi- sisto, era sugestivo; la ejecución del proyecto noche se reunía con el marido. Él desenvolvi- mas disgresiones sobre asuntos más o me- resulta vacilante, frágil. miento de la trama, con la pasión del cantan- nos conectados con el eje discursivo, pero te por Natalia Monte, o Manur, revelará que sin economía en su presentación, que lo conMiguel GARCÍA- POSADA L EL HOMBRE SENTIMENTAL

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