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ABC MADRID 18-03-1987 página 51
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ABC MADRID 18-03-1987 página 51

  • EdiciónABC, MADRID
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A finales de febrero, tres astrónomos anunciaban, casi a un tiempo, el descubrimiento de una supernova. lan Shelton y Osear Dualde la detectaron por separado desde Chile, y Albert Jones desde Nueva Zelanda. La noticia se difundió inmediatamente y todos los telescopios del hemisferio Sur se enfocaron hacia la gran nube de Magallanes, una galaxia satélite de la Vía Láctea, situada a casi ciento setenta mil años luz de nosotros (un año luz es la distancia que recorre un rayo de luz en un año, a una velocidad de trescientos mil kilómetros por segundo) En pocos días podrían aclararse las dudas sobre la supemova de la gran nube de Magallanes La explosión última de la estrella puede no haber empezado aún Madrid. José Astrofísicos de todo el mundo se preguntan estos días si 1987- A es realmente una supernova. Desde su descubrimiento, ei pasado 23 de febrero, este cuerpo celeste ha traído literalmente de cabeza a los más eminentes científicos de la Tierra. Su brillo ha pasado de una magnitud 12 a una magnitud 4. Demasiado poco para ser una supernova tan cercana a nosotros, demasiado como para no serlo. ¿Qué es en realidad ese objeto que de repente estalla con la potencia de muchos millones de soles y que después parece detenerse en plena explosión? La respuesta puede íiegar antes de lo que imaginamos, quizás en esta misma semana MAS DE OCHO MASAS SOLARES ENTRE UNA Y OCHO MASAS SOLARES El descubrimiento Las mediciones realizadas el pasado 22 de febrero en la gran nube de Magallanes no hacían prever nada especial. La estrella SK- 69.202 Sanduleak, una supergigante del tipo B, ofrecía a los aparatos su brillo normal, de magnitud 12. (Las estrellas más brillantes tienen magnitud 1, y son observables a simple vista hasta una magnitud 6. De aquí en adelante son necesarios aparatos de observación) Los días 23, 24 y 25 la magnitud creció hasta el índice 4. La explosión parecía confirmada y la estrella, rebautizada como 1987- A, se encendió súbitamente en el cielo nocturno y se hizo visible en todo el hemisferio Sur. Sin embargo, los datos registrados en los días siguientes dividieron las opiniones de los científicos. Según los cálculos, una estrella como SK- 69.202, a ciento setenta mil años luz de la Tierra, debería alcanzar, en su punto máximo, una magnitud comprendida entre 1 y- 1 Incomprensiblemente, 1987- A se estabilizó alrededor del valor 4. ¿Por qué no continuaba creciendo su brillo hasta los valores previstos? ¿Cómo podía paralizarse una estrella en plena explosión? Los astrofísicos empezaron a dudar de que 1987- A fuera en realidad una supernova. Los análisis llevados a cabo en el rango de los rayos ultravioleta revelaron que SK- 69.202 no estaba aislada en el espacio, sino que tenía dos pequeñas compañeras, de magnitud 14 y 17, respectivamente. Y lo más sorprendente: SK- 69.202 se seguía viendo con normalidad, en su condición de supergigante roja. Había sido la más pequeña de FERNANDO RU 8IO- las tres estrellas, la de magnitud 17, la que había hecho explosión. Aun así, las dudas continúan. Existen grandes diferencias entre quienes estudian el fenómeno con sistemas ópticos y quienes lo fiacen por el método de los ultravioleta. Mientras unos aseguran que se trata de una supernova del tipo 2 con ciertas anomalías, otros sostienen que es una supernova del tipo 1 subluminosa. Hay también quien afirma que en realidad estamos ante otro tipo de fenómeno aún desconocido Tipos de supernova En la actualidad se conocen dos clases de supemovas. Las del primer tipo tienen una masa que corresponde entre una y ocho veces a la masa del Sol; las del segundo cuentan con más de ocho masas solares. En el primer caso nos encontramos ante un sistema binario, compuesto por una enana blanca y una supergigante roja. La enana blanca tiene su materia mucho más comprimida que la supergigante, es decir que posee una densidad mucho mayor. Por lo tanto, su campo gravitato- rio es mucho más potente que el de su compañera, cuyos gases están más diluidos en el espacio. La enana blanca chupa materia de la supergigante roja, hasta que llega al límite de su capacidad y acaba, debido a la gravedad, colapsándose sobre sí misma y más tarde explotando violentamente El segundo tipo de supernova se produce como consecuencia lógica de la evolución de las estrellas de más de ocho masas solares. Estas acaban agotando su combustible de hidrógeno y, debido al cese de la actividad nuclear, se enfrían en la zona central, son comprimidas por la gravedad y por lo tanto nuevamente calentadas hasta alcanzar la temperatura de cien millones de grados, necesaria para la ignición del helio (producto de la combustión nuclear del hidrógeno) Al agotarse también el helio (durante cuya combustión nuclear se sintetiza carbono) la estrella vuelve a enfriarse, comprimirse y calentarse de nuevo hasta que su centro alcanza los setecientos millones de grados, necesarios para que el carbono empiece a su vez a arder y a sintetizar el elemento inmediatamente más pesado: nitrógeno. Este proceso se repite una y otra vez al arder el nitrógeno y sintetiManuel Nieves zar o x í g e n o y éste a su vez a sintetizar sodio, y éste, magnesio y elementos cada vez más pesados hasta llegar al hierro. La estrella que llegue a este punto ya no puede ir más allá, porque de la combustión nuclear del hierro no se puede extraer energía. La gravedad vence a la presión hacia afuera del gas caliente y la estrella implosiona, desplomándose sobre sí misma en unas pocas horas. La rapidísima compresión hace que la temperatura se dispare, alcanzando valores inimaginables. La estrella, entonces, rebota sobre sí misma al instante, detonando parte de su centro, lanzando su masa violentamente al espacio y expulsando las capas circundantes. Se convierte en una supernova. ¿Es realmente una supemova el fenómeno observado en la gran nube de Magallanes? Y si lo es ¿de qué tipo? Según afirma Antonio Mampasso, científico del Instituto de Astrofísica de Canarias, existe una teoría, del británico Paul Murdin, del observatorio de Roque de los Muchachos, según la cual habríamos detectado a la estrella en su periodo de premáximo, es decir justo antes del gigantesco estallido que conocemos como supernova. 1987- A se encontraría ahora en la fase inmediatamente anterior a la explosión. Por eso su brillo no supera la magnitud 4. Según sus cálculos, esta situación de impasse no puede durar más arriba de veinte o treinta días. Después, sobrevendrá la verdadera explosión y la supernova alcanzará la magnitud prevista (entre 1 y- 1) haciéndose más brillante a simple vista que la más luminosa de las estrellas del cielo nocturno, Sirio. Si la teoría está en lo cierto, entre el 20 y el 25 de este mes, quizás esta misma semana, podríamos asistir, esta vez sin duda alguna, a la espectacular muerte de una estrella. Si no es así, habrá que seguir buscando una explicación lógica para lo que se está observando en el cielo. En todo caso, el estudio detallado de 1987- A puede despejar muchas de las dudas sobre el origen de la materia, y en definitiva sobre nuestra propia existencia

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