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ABC MADRID 18-03-1987 página 49
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ABC MADRID 18-03-1987 página 49

  • EdiciónABC, MADRID
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MIÉRCOLES 18- 3- 87- LA FIESTA NACIONAL Quinta corrida de las Fallas de Valencia ABCpág. 51 i El público pasó unadivertida tarde de toros Los tres espadas estuvieron muy decididos Valencia. Vicente Zabala, enviado especial Las ferias tienen sus personajes asiduos, entrañables, que nos son familiares desde hace más de cinco lustros. Cada temporada se produce alguna baja, que es como si perdiéramos algo de nosotros mismos. ¿Quién no ha sentido alguna vez en su vida la presencia de los viejos artistas que supusieron mucho en nuestra niñez o adolescencia? Yo todavía sueño con Ramper, con Pompoff y Thedy y con el Brujo Maravillas. Uno tiene la suerte (la más grande de nuestra existencia) que hasta los nuevos amigos se me hacen pronto viejos amigos. Hay gente que, recién conocida, me parece que la he tratado toda la vida. Es cuestión de comunicación, de afinidad de criterios y aficiones. Hoy he hablado largo y tendido de toros y del teatro con Matías Golsada. Su nombre es inseparable de cualquier feria que se precie de serlo. Sus compañías de revistas- h a s t a once ha tenido circulando a la vez por España- eran sinónimo Ortega Cano de alegría: Las alegres chicas de Colsada era- y e s- el remoquete que daba a las vicetiples que escoltaban siempre a una gran supervedette Colsada, que no aparenta los años que dice que tiene, asiste a todas las corridas de toros en localidad de barrera de sombra. A su vera, como siempre, la primerísima vedette de su compañía, en este caso Tania Doris, que tiene un trapío que... Y al terminar la lidia del tercer toro, no falla, se levantan y se van. Colsada ha hecho su afición a la fiesta nacional a base de ver medias corridas, de presenciar lo peor y perderse lo mejor, o al revés. Lo que me encanta es su filosofía del público de toros y del público de revista. Nadie como él conoce a la gente en fiestas. Explica las reacciones de las masas con claridad de catedrático en Sociología. Se sabe la asignatura de pe a pa. Sin embargo, no se ha atrevido a organizar nunca una corrida de toros, ni siquiera se le ha pasado por la imaginación. Ni en las obras saca jamás un desnudo, porque el público de la revista- d i c e sólo va a ver piernas y a reírse. El día que las alegres chicas de Colsada salieran como Eva, los teatros de revista aparecerían vacíos. Claro que reconoce que también el público le equivoca a él alguna vez. Hay días que espera el lleno y, a lo peor, sólo se cubren ocho filas y otras veces la gente se vuelca sobre las taquillas sin aviso previo y pocas horas antes de comenzar la función. Esto es lo que ha sucedido hoy en la plaza de toros de Valencia. Después de la mala actuación de ayer de Ortega Cano y de la poca fortuna que tuvo Joselito en la tercera de feria, no cabía esperar el gran entradón que ha registrado el hermoso coso de la calle de Játiva. que abrió plaza, sé cayó a las primeras de cambio. El presidente le sacó la tarjeta roja. A la calle. En su lugar salió uno del Torreón, al que Cano toreó bien con el capote. Le replicó Esplá en un quite por delantales, y el matador, fingiéndose disgustado, salió a los médiosi, -mientras la gente decía eso de se ha picado, se ha picado... pata instrumentar sin montera tres verónicas y media, esta última de muy buena factura. La faena de muleta careció del más elemental sentido del orden. Toreó de una manera incolora, deslavazada, como ausente, sin ambición. Se sucedieron las series de pases, acogidos por un palmoteo tan insulso como la faena del cartagenero, que fabricaba los lances sjn. el menor sentimiento. No se le ve a gusto en la cara del toro. Parece mentira, con lo que ha toreado este invierno en América. El astado del Torreón no se le hubiera ido el año pasado jamás con las orejas puestas al desolladero. En el cuarto puso más corazón, bajó la mano izquierda y llevó a la res metida en la panza del engaño con gusto. Tal vez le sobren tos preparativos, que recuerdan en muchos momentos a Ángel Teruel en lo que de afectación tenía el de Embajadores, que, en otras cosas, también contaba con importantes virtudes. Concluyó la larga faena sonó un aviso antes de entrar a matar cuando los músicos habían echado ya el bofe por los pulmones) Mató de una estocada. Se le concedió la oreja, que debe servirle para calentar motores y encarrilar la temporada. Ficha de la corrida Plaza de toros de Valencia. Quinta corrida de las Fallas. Casi lleno. Cuatro toros de Matías Bernardos y dos de El Torreón, estos últimos lidiados en primero y segundo lugar. Los de Matías Bernardos muy encastados, especialmente el quinto y el sexto. Los de El Torreón, manejables. Ortega Cano, de azul y oro, estocada al encuentro (ovación) en el cuarto, estocada (aviso y ovación, oreja y vuelta al ruedo) Paquito Esplá, de azul y oro, estocada y descabello (ovación) en el quintó, estocada (ovación, oreja y vuelta al ruedo) Joselito, de nazareno y oro, media estocada (palmas) en el sexto, pinchazo hondo y descabello (ovación y vuelta al ruedo en hombros) midamente al burladero como hacen los diestros de ahora. Espectacular el tercio de banderillas que ofreció en el quinto. Esplá hizo un alarde de facultades. Se le ve muy preparado, con un entrenamiento muy cuidado y una estupenda puesta a punto. La faena de muleta tuvo emoción, porque el toro de Matías Bernardos llevaba sú temperamento hasta los grádenos. El animal, agilísimo de cuello, estaba presto al derrote. Cómo sería que fue capaz de alcanzar a Espía, hecho no muy frecuente... El diestro se fajó con él con entusiasmo, defendiéndose corrió pudo, agarrándose- a los costillares y todo eso... Lo cierto es que el público agradeció las ganas de agradar de Paquito, correspondiéndole con una oreja ganada con admirable dignidad y tesón. Valentísimo Sin ninguna fuerza salió el tercero de Matías Bernardos, encima Joselito, granujóri, con picardía de niño prodigio, cometió la bir- longuería de dejarlo asesinar en varas. Permitió que le pegaran como si fuera el toro Perdigón de Miura. El público estuvo muy hostil con el chaval al apercibirse que el crío había dado luz verde para que le dejaran el toro como una hamburguesa. No. le agradecieron la porfía y hasta se tuvo que dejar dar una voltereta para complacer a la clientela. Valiente sí que estuvo el muchacho, que hubiera tenido más mérito si el toro hubiera quedado con el gas preciso. Mató de una estocada. Escuchó muchas palmas. Echó las dos rodillas al suelo para recibir al sexto con una larga cambiada. Se apretó en unas ceñidas verónicas, se lució en dos vistosos quites, rematados con garbo. Colgó dos buenos pares al cuarteo y otro, espléndido, de dentro a fuera, que levantó al público. Abrió la faena con un cambio por la espalda espeluznante. El toro era tan listo como Joselito. Rápidamente se lo echó a los lomos en tremenda voltereta. El chico se levantó rabioso para volver a la cara de su enemigo a soportar tornillazos y derrotes con enorme coraje. Salvó la piel de milagro. Pinchazo hondo y descabello. El presidente no concedió la oreja que unánimemente pedía el gentío. Fue paseado a hombros por el ruedo. El público abandonó la plaza encantado. La corrida había resultado muy distraída. La última ovación, tan grande como la noche, que se nos había echado encima, fue para los tres diestros, que pusieron gran empeño en divertir a una afición que está respondiendo superiormente con grandes entradas. A lo suyo... También del Torreón era el primero de Paquito Esplá, al que el alicantino, vestido de pobre y oro ¿cómo se puede venir a las Fallas con un temo viejo? lanceó vistoso. Se lució en un quite por navarras galleando camino del caballo. Joselito juntó las zapatillas y movió los brazos con ángel. Esplá- ¡vaya moda! -volvió al toro y la emprendió con un desplante rodilla en tierra. Palos para todos, quiero decir que repartió las banderillas con sus compañeros, pero protagonizando un vistoso tercio que levantó una ola de ovaciones falleras. No es nuevo que Esplá, torero en la forma de citar, se muestre medroso, bailarín y tunante con la muleta. La faena careció de entrega y de hondura. Fue toda una partitura pueblerina de superficialidad, con pinceladas toreras de estilo decimonónico en adornos que se hacen gratos a la vista del que conoce las suertes del toreo. Media estocada y descabello. Salió a recibir la fuerte ovación a los mismísimos medios. También éste fue un detalle muy torero, en lugar de asomarse tí- La espina... Ortega Cano venía con la espina clavada del día anterior. El toro de Matías Bernardos,

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