ABC MADRID 21-02-1987 página 47
- EdiciónABC, MADRID
- Página47
- Fecha de publicación21/02/1987
- ID0001585744
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21 febrero- 1987 ABC fíTcr ario ABC Vil -Poesía Primera penumbra Mauro Muñiz Colección Rustí Axis Móstoks. Madrid. 1 V 87 A simple vista, Primera penumbra reclama una suerte de movióla para situar el libro dentro de la obra de Mauro Muñiz. Este consolidó hace años su nombre como narrador- y narrador en la onda social y realistay su aparición como poeta no desmiente aquella jerarquía. Tampoco me parece legítimo, por un afán desmedido de articularlo en su generación- l a del cincuenta, junto a los Sueiro y García Hortelano, por ejemplo- insistir en lo que su mensaje tiene de compromiso testimonial. Siempre he creído que Mauro Muñiz- desde La paga a La huelga hacía su batalla solo. Primera penubra es, digámoslo ya, un libro maduro. Mauro Muñiz maneja su verso con seguridad de espada templada en buen acero- claro es que en una lid pacífica- y la sumerge en una densa materia humana. Periodista y escritor, bien vaciado en el artículo diario, logra siempre una dicción contundente y comunicativa. Sus poemas- y conste que su calidad estética logra siempre el nivel adecuado- son el puente literario donde se cruzan sus inquietudes existenciales y sus valencias estéticas. Pocos escritores ganarán al autor de Primera penumbra en radical franqueza, en empuje cordial, en generosidad ética. Pero yo creo que el buen camino y el buen fin de su lírica no están en poner en su punto de mira un paisaje social más o menos depauperado. Tanto en su obra en prosa como ahora en su obra lírica, lo que importa es su capacidad humana para contagiar su vitalidad y su actitud de auténtica categoría literaria. En el mejor sentido, Mauro es un airado dentro de su generación, cosa diferente de un desplazado Mas no confundamos actitudes con dones. El Mauro de este libro demuestra muy bien estos últimos. No sé si sus actitudes actuales profesionales dejarán al lector la tranquilidad suficiente para percibir la energía lírica de unos poemas escritos en un verdadero rapto, en un estado de felicidad expresiva. Por supuesto, está con su pueblo, a corazón abierto, ganando con su pan la levadura de la justicia- ahí queda su Paisaje de la sangre pero también se reconcome y reconcilia consigo mismo, en Función de la energía o absorbiendo un entorno laboral tan querido en Destajo interior que nos devuelven el latido humano de Mauro, su cortante verso, y su fuego poético. Una nota así no puede reflejar la hermosura de Primera penumbra salvo si señala concretamente algunas pistas de su valor. Bastará leer los sonetos Paz de domingo La puerta El vino -u n excepcional poema pleno de vuelo lírico- -o Epitafio Pero también cuando se estira en los poemas fluviales El muchacho sueña con el líder y Estás sobre la muerte demuestra su condición de poeta estable y certero, de poeta verdadero. Eduardo ALCALÁ Tiempo a la orilla (1942- 1984) Elena Martín Vivaídi Dos volúmenes. Excelentísimo Avitntuiiik iito ile Granuda, 1986 No parece que hoy pueda- y se debahablar cómodamente de poesía femenina. Está mal visto. Pero existen voces que aun coincidiendo en el nivel absoluto de la estética, sólo cabe homologarlas a una lírica desvelada y fervorosa. Y Eva sin paraíso ha sido llamada Elena Martín Vivaldi, porque, a pesar de estar arrojada de algunas prerrogativas del Edén- l a maternidad, la compañía, una felicidad más o menos inmediata, etcétera- su obra tiene la fascinante I arborescencia de un universo. Algo que no puede decirse de otros Elena Martín Vivaldi poetas, hombres o mujeres. Tiempo a la orilla o a la orilla del tiempo, esta singular figura de nuestra poesía, vela en Granada sus armas como si se tratase de un ser extraterrestre que conviviese con nosotros, en pura vigilia de más altas señales. Diez libros de poemas y un puñado de versos inéditos en libro son la respuesta asombrosa a esa insomne actitud, casi inadvertida para críticos y antólogos. Desde 1942 a 1984 se recogen en Tiempo a la orilla en dos volúmenes, sus poemas. Y ello obliga a extenderle rápidamente, antes de que sea tarde, un acta de diputada en las cortes de la poesía de la generación del 27. Todavía es, con estos poetas, donde su obra, entre neorromántica e interiorizada, encaja mejor. Obras completas al fin, lo son muy justamente, porque Elena Martín Vivaldi todo lo hace bien, pues la poesía es para ella un grado de necesidad espiritual, el sortilegio de una palabra dada. En un prólogo bien armado y ligeramente especulativo, Molina Campos considera los libros Cumplida soledad Durante este tiempo y Nocturnos los libros decisivos y caracterizados de la tristeza elenísima Lo son todos porque desde ef principio, frente a la frialdad sin vida ofrecía su anhelo, el aguijón del amor sobre el pecho. Bécquer, la noche, los ríos de soledad le acompañan ya en sus Primeros poemas La naturaleza y el paisaje en libros como Escalera de luna Diario incompleto de luna son de algún modo un paño de lágrimas. En su libro acaso más conocido, El alma desvelada -s e publicó en la colección ínsula aparece la inquietud, la angustia como diosa inmutable que le cerraba cielos y le abría oscuridades. Y presentimientos... En este libro ya está toda entera Elena Martín Vivaldi. Presencia en soledad es un poema donde está el germen de su soledad, esa soledad partida en dos que precisamente en Cumplida soledad (1954- 1958) jugando a las cuatro esquinas de un amor imposible. Es el momento en que se encierra en sí misma, isla de soledad- cifrada en poemas como Y esta sed Soñando mis recuerdos Interior etcétera- para levantar sobre una decepción amorosa lá raíz de su poesía. Molina Campos ve clarividentemente ahí el gran agujero de su humanidad herida. Elena asume su fracaso y toma una valerosa actitud, un modo de ser definitivo que alimenta su existencia. Y ya en el poemario Durante este tiempo (1964- 1972) canta desde la ausencia, tratando de encontrar la palabra extraviada en la noche, que sólo llega en el aroma de los tilos o en la brisa triste colgada a sus hombros, hasta un climax donde cuestiona la vidamuerte. Sólo los paisajes- lunas, lluvia, mar- ayudan a cauterizar el desgarramiento, con un cierto brillo de esperanza. Será más interesante en Nocturnos (1974- 1981) con la noche abriendo los dones de su mano, cuando la poetisa columbra un vislumbre de esperanza. El latente romanticismo vtvaldiano reproduce aquí sus atmósferas más apasionantes: su concepto de amado no se llama nostalgia, aunque tenga sus sílabas, sino el reflejo, el relámpago transparente del olvido. Entre la realidad y el sueño- pues el ámbito poético no es el real y físico, pero tampoco el irreal y visionario- Elena Martín Vivaldi construye su cosmo poético, libro a libro, con una rotundidad formal que sólo es comparable con la contención fervorosa de su espíritu. Es romántica por desasida de elementos brutos o interesados, despojados de accidentes cargantes o ilusorios. El amor ha perdido para ella todo lo que no es pasión esencial, para abrirse a una realidad inmensa- tú y yo, los dos, la noche nos une dirá en un verso- de la que no es posible otra cosa que la confidencia. Ello explica que los interlocutores sean la luna o el silencio, la lluvia, libres de determinadas urgencias existenciales. Y no sólo por la posibilidad de un metamorfismo oportunista, sino por la esperanza de encontrarse en otro estadio, en otro mundo. La hoja espera el destino- e n su poesía y en su vida- de su rama. Creemos que la edición de Tiempo a la orilla va a remediar uno de los olvidos más flagrantes de la vida literaria española. En el caso de Elena Martín Vivaldi, que eligió una vida retirada por propia voluntad, nada hay que reivindicar, pero sí apoyar una lectura total de esta poesía, porque gana con el paso del tiempo. Iluminadora y salvadora de una experiencia, la concisión e intensidad de su registro verbal, pasado por la lucidez de una mente de alguna manera clásica, nos toca también y nos confabula por su intimidad. Elena Martín Vivaldi tiembla estremecidamente con toda su alma. No hay ramas parasitarias en el árbol de su amor. Sensibilidad a flor de piel, se distancia del sentimentalismo para knpuls, ar desde un estado de ánimo aceptado con señorío y elegancia, su memoria le pregunta una y otra vez- y así en todos y cada uno de sus libros- un nombre a la tristeza... Florencio MARTÍNEZ RUGE