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ABC MADRID 19-02-1987 página 53
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  • EdiciónABC, MADRID
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JUEVES 19- 2- 87- CULTURA -ABC, póg. 53 Horacio Quiroga, un narrador fascinante y nutricio marcado por la fatalidad Hoy se cumple el cincuentenario de la muerte del gran escritor uruguayo Madrid. S. C. Hace hoy cincuenta años, ponía fin a su vida el escritor uruguayo Horacio Quiroga, uno de los más fascinantes y originales creadores literarios de nuestra lengua en este siglo. La influencia de este mago de la palabra, maestro indiscutido de la narración corta, es evidente y constante en las generaciones posteriores. La vida de Quiroga, a quien la crítica considera uno de los escritores de cuentos más vigorosos de la narrativa iberoamericana, y precursor del boom que años más tarde de su muerte tendría esta narrativa, parece marcada por la muerte. El fatalismo que traslució a su obra parecía proceder de su propia existencia. Su padre, Prudencio Quiroga, murió cuando se le disparó su escopeta de caza; años más tarde era su padrastro, que arrastraba una terrible enfermedad, quien se suicidaba. Dos hermanos suyos murieron también en plena juventud. E! mismo entró en la rueda de desgraciados sucesos cuando, al disparársele fortuitamente una pistola, mata a uno de sus mejores amigos, Federico Ferrando. Y un largo tiempo después su primera esposa se suicidaría igualmente. Esta trágica cadena no podía terminar de otro modo que con su propio suicidio, el 19 de febrero de 1937, con cianuro, cuando descubrió que padecía un cáncer. Horacio Quiroga nació en Salto, Uruguay, el último día del año 1878. Pronto comenzó a escribir en los periódicos, y a los veintiún años fundó la Revista del Salto. Su siguiente etapa sería París- donde conoció, entre otros, a Rubén Darío, a Herrera y Ressig- y algún tiempo después, en una mágica aventura que determinaría en buena medida su vida y su carrera literaria, acompañó a Leopoldo Lugones en su viaje por el río Paraná. Allí se le produjo la revelación de la selva y decidió su entrega a una temática vigorosa y densa. De vuelta a Montevideo, fue allí el personaje central de un grupo de jóvenes literatos autodenominados Consistorio del Gay Saber Tras la muerte de Ferrando se trasladó a Buenos Aires, donde fue profesor de Literatura, funcionario consular de Uruguay y jefe de uno de los grupos literarios a los que solía asistir- Anaconda- Esta estancia en la capital argentina la alternó con largas temporadas- e n ocasiones fijaba allí su residencia- en la selva de Misiones. Con Horacio Quiroga el cuento hispanoamericano alcanza todo su esplendor, y en su obra, que se agrupa en tomo a los títulos Cuentos de la selva, Los perseguidos, Historia de un amor turbio, Pasado amor, entre otros reíalos menores, introduce la selva en su dimensión realista y mágica. Según el crítico Ugo Gallo, Horacio Quiroga es el romanticismo que se hace conciencia del hombre en el mundo, aún virgen, de la América profunda. Narrador, poeta y ensayista, Horacio Quiroga forma parte de esa gran galaxia de escritores uruguayos que constelan las letras hispanoamericanas: figura central, sin duda, que bascula entre la gran generación del conde de Lautreamont, Jules Laforgue y Jules Superviene, y que se cierra por ahora con autores tan actuales en nuestro país, reeditados continuamente, como Enrique Amorín, Mario Benedetti y Juan Carlos Onetti. Por encima de todo, Horacio Quiroga es un maestro del cuento realista con Manual del perfecto cuentista En este decálogo, publicado el 10 de abril de 1925 en la revista El Hogar Horacio Quiroga resume y revela sus reglas para un género en el que descuella como maestro indiscutible: I. Cree en el maestro- P o e Maupassant, Kipling, Chejovcomo en Dios mismo. II. Cree que tu arte es una cima inaccesible. No sueñes en dominarla. Cuando puedas hacerlo, lo conseguirás, sin saberlo tú mismo. III. Resiste cuanto puedas a la imitación; pero imita si el influjo es demasiado fuerte. Más que cualquiera otra cosa, el desarrollo de la personalidad es una ciencia. IV. Ten fe ciega no en tu capacidad para el triunfo, sino en el ardor con que lo deseas. Ama a tu arte como a tu novia, dándole todo tu corazón. V. No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adonde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la misma importancia que las tres últimas. VI. Si quieres expresar con exactitud esta circunstancia: desde el río soplaba un viento frío no hay en lengua humana más palabras que las apuntadas para expresarla. Una vez dueño de las palabras, no te preocupes de observar sin consonantes ni asonantes. Vil. No adjetives sin necesidad. Inútiles serán cuantas colas adhieras a un sustantivo débiL Si hallas el que es preciso, él, solo, tendrá un color incomparable. Pero hay que hallarlo. VIII. Toma los personajes de la mano y llévalos firmemente hasta el final, sin ver otra cosa que el camino que les trazaste. No te distraigas viendo tú lo que ellos no pueden o no les importa ver. No abuses del lector. Un cuento es una novela depurada de ripios. Ten esto por una verdad absoluta; aunque no lo sea. IX. No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir, y evócala luego. Si eres capaz entonces de revivirla tal cual fue, has llegado en arte a la mitad del camino. X. No pienses en los amigos al escribir, ni en la impresión que hará tu historia. Cuenta como si el relato no tuviera interés más que para el pequeño ambiente de tus personajes, de los que pudiste haber sido uno. No de otro modo se obtiene la vida en el cuento. Horacio QUIROGA Horacio Quiroga criterio estético que deriva sensiblemente hacia el cuento psicológico, donde logró obras maes: tras. Sus narraciones tenían como medio natural lá naturaleza bárbara; los protagonistas eran, en ocasiones, los mismos animales y, cuando eran hombres, aparecían en ellos innegables rasgos salvajes. La visión de Quiroga no tiene, no obstante, nada de primitivo. Su visión era espiritual, refinada en su cultura, con una mórbida organización nerviosa, producto de ese modernismo con el que empezó y que nunca llegó a abandonar del todo, ya que su estética fue siempre la de sus comienzos. ESPECTACULAR REHABILITACIÓN DE MIGUEL ÁNGEL AGUILAR Se me dirá que había bastantes estudiantes, y que es lo principal. Hubo bastantes estudiantes, pero al empezar la conferencia. Se fueron saliendo luego, como en las rimas, y al final quedaban apenas diez. De otra edad que la de ellos, asistieron únicamente la familia nuclear y tres amigos ancestrales: dos jóvenes- Daniela y Pilar- y uno de mi edad, Ernesto. Más la vicedecana, que estuvo admirable de tolerancia y de hacer como que no veía el naufragio. Y Raúl del Pozo. Del Pozo hizo unos minutos de acto de presencia, pero estuvo. (De los otros tres que había avisado- Lola Díaz, Andrés Aberasturi y Manuel Soriano- ninguno de los tres. En el texto de esa conferencia puse todo lo que sé de política. Constatado, pues, que he mi no aportar nada, cubierto quedo para exclusivamente que si madre agonía, que si Fausto es pura impostura y cosas así. Ahora viene lo de Aguilar. El lector conoce nuestros non speaking terms desde hace meses. No le empecieron ayer: como si hubiese intuido el naufragio por venir, al llegar a la Complutense me entregaron un télex suyo que acababa de llegar a los teletipos de la Facultad de Bellas Artes de las Ciencias de la Información, firmado por él desde Zaragoza (contrito) fechado en Madrid ¿atrito? Julio CERÓN

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