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ABC MADRID 15-02-1987 página 60
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ABC MADRID 15-02-1987 página 60

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC, póg. 60 TRIBUNA ABIERTA DOMINGO 15- 2- 87 L AS p á g i n a s de muchos periódicos nos ofrecen frecuentemente artículos que abundan en expresiones consideradas por la mayor parte de los lectores como inapropiadas, incluso soeces o atentatorias a los añejos pudores. Se arguye que puede extenderse gravemente este hábito. Ante todo debemos recordar que el habla de las ciudades o de los grandes núcleos urbanos supone, con muy claras delimitaciones, un ideal de lengua. A! habfar representativo de la gran agrupación humana aspiran todas las gentes que, por una u otra razón, se ven obligadas a vivir en ella en estrecha vecindad. Ya no podemos pensar en un ideal de lengua emanado de Madrid (el habla de las clases cultas madrileñas! o fue en los años veinte y treinta de este siglo) sino que hay, en el horizonte hispanohablante, otras muchas aglomeraciones que suponen grandes polos de atracción y de imitación: Buenos Aires, Lima, México. Y entre esos grandes focos hay que contar también con las grandes ciudades españolas: Barcelona, Sevilla, Bilbao... Cada ciudad grande, en tomo a la que viven y se desviven multitudes, irradia un influjo lingüístico de gran importancia; al que se somete voluntariamente el hablante medio, quien acaba por considerar ese habla como inalienable signo de identidad. Todos los madrileños de fines del siglo XIX sufrieron (y acataron) el peso del género chico y de sus estereotipos, a la vez que el influjo insoslayable de la vida cortesana y administrativa. Así nació esa extraña mezcla de achulapamiento y de cultismo agresivo, que produce situaciones que hoy nos parecen simplemente divertidas. Un madrileño podía llamar a su propia mujer la susodicha, y todo el mundo estaba al cabo de la calle, como lo estaba el hablante de otros tiempos con mi oíslo, expresión de idéntico significado. La abundancia de latinismos hirientes en el habla juicial o elevada pudo influir muy directamente en la arrolladura presencia del sufijo ¡lis, o is (busilis, guasíbilis, calientíbilis, pesquis, de extranjís, etcétera; más rabiosa demostración latinizante exhibe conquibus dinero La conjunción de los dos extremos de lengua es la que aparece, depurada en creación burlesca de altísimo nivel literario, en algunos de los esperpentos de Valle- lnclán. Sirva de ejemplo la charla (escena IV de Luces de bohemia entre el capitán Pitio y Max Estrella. Este último pregunta al guardia si conoce los cuatro dialectos griegos, pregunta desmesurada a todas luces. (El ministro disculpará más tarde al interpelado, aduciendo que no se deben suponer a un guardia tan altas humanidades. Pero, ante la réplica del équite, nada amable, como era de esperar, el poeta noctámbulo replica: Yo también chanelo el sermo vulgaris. El clamoroso encabalgamiento de situaciones sociales y culturales que esa frase retrata nos anuncia claramente a qué extremos de mezcolanza se podía llegar. Sería muy larga, y muy atrayente a pesar de todo, la ejemplificación de esta vena parlante. El teatro de Carlos Amiches es un excelente caudal. de acentuar mal por énfasis, pedantería o simplemente seudoerudición. Por lo pronto, Por Alonso ZAMORA VICENTE ya es general, aparte de la entonación extracultismos vacíos. Sin embargo, la mezcla se ña, el matiz de pregunta impertinente y acodaba con mayor o menor intensidad en todos sadora, típica de muchos entrevistadores. Ya, los ámbitos sociales. Si recorremos las revis- al preguntarnos por una calle, la hora, etcétetas literarias o políticas del tiempo, o resucita- ra, nos están amenazando. El tono no es el mos el anecdotario oral aún vivo, veremos cortés de Por favor, ¿me hace el favor? con asombro que el fenómeno llegaba a los etcétera, sino el de No se le ocurrirá a usted tener una hora diferente de la más recoletos salones de la vida que yo necesito, hasta ahí popalatina, entraba en la Universidíamos llegar El tuteo generalidad y en los círculos militares y zado sin distinción ni de edad ni se adormilaba con aquiescencia de situaciones agrava aún más, unánime en la literatura usual. Si si cabe, esta anomatía. En fin, lo esto fue posible en un tiempo en que en el cruce de los siglos XIX que la comunicación social era y XX se percibía en el habla mareducidísima, qué no podrá ocudrileña, hoy, a causa del portenrrir ahora. Esto me despierta vitoso influjo de los medios de covamente el sentimiento del enormunicación y la extraordinaria fame papel rector del idioma que cilidad de los desplazamientos, los nuevos medios tienen. Si en llega, ha llegado a toda el habla aquellos años una revista tan nacional. bien pensante y comedida como Híf Blanco y Negro publicó un voNo, no hay que rasgarse las cabulario de actualidad para vestiduras, a pesar de los caracAlonso Zamora que pudieran entenderse, sobre teres de alarmante dejadez que Vicente todo, las señoras y señoritas de hoy se perciben por todas parde la Real Academia educación tradicional y de vida Española tes. La lengua refleja con rigor la muy casera (está todavía muy realidad sociocufctural que la rocerca el tiempo en que se hablaba de manedea. La lengua española, por otra parte, ha ra radicalmente distinta ante las mujeres por participado siempre de un aliento ¡ntegrador, razones de pudor, respeto, decencia, etcéteigualitario, que ha hecho que, en los máximos ra) ahora nos encontramos escritos por tomomentos de exquisitez artística, estilística, das partes, incluidas publicaciones sensatas haya habido la interpenetración de elementos o muy progres los tradicionales tacos, o la de climas muy alejados. Cervantes fue un fraseología del argot, de la droga o del delito. buen ejemplo- y Quevedo está en la cumbre Confío en que sea una moda pasajera, que de tal procedimiento. En el teatro menor del se someterá a la natural decantación. Esas siglo XVIil podemos encontrarla sin gran espalabras, usadas provocativamente, con osfuerzo y a lo largo del siglo XIX su presencia tentación, acabarán por desgastarse, reducir es palpable y eficaz. Ha obedecido, en los disu carga de marginalidad y quedarse deshueversos momentos, a plurales motivos culturasadas, perdidas en el torrente del léxico les, sí, pero ahí están sus frutos. Es muy imusual. Pensemos en lo que ha ocurrido con portante no caer en su atractiva trampa. Toincordio, palabreja que estuvo absolutamente dos los que han empleado esos recursos desterrada de la parla familiar y educada. La lingüísticos han sabido poner límites a la conpalabra, todavía nefanda en los días de nuesfusión, domeñar un movimiento de vaivén tra guerra, es hoy utilizada abrumadoramente que acabó por reducir la aparición de lo estrien todos los ámbitos y por bocas exquisitas y dente al campo de lo tolerable por todos y pulcras a no poder más: un incordio es hoy el que, a la vez, dignificó lo marginal y dudoso, fontanero que no obedece a la llamada, una dotándolo de nueva función. Tal simbiosis huelga inesperada, el retrasó de un tren, la desparrama un claro y grato sabor de convigripe inoportuna, la parentela que aparece vencia, de preocupaciones y metas comparticuando menos se la espera y que nunca trae das. Otra actitud, la que ahora parece acograndes ganas de marcharse, las malas nosarnos, no es más que una penosa exhibición tas que suelen traer los chavalillos, etcétera, de malos modos a la vez que detonante dietcétera. Todos estamos envueltos en incorsimulo de la ignorancia o la incapacidad exdios. Y ha nacido aprisita la familia: incordianpresivas. Probablemente, un espejismo que te, incordiar, etcétera. Con cabreo, cabrearse, pretende acentuar la voz de la calle, de la pasaba lo mismo. Muy restringido su uso anmasa y de la esquina y el arrabal, voz multiteriormente, hoy veo que existe una agrupatudinaria y desgarrada. Es necesario un equición o asociación de gente cabreada. ¡Vaya librio, una tensa y solícita vigilancia sobre la por Dios, qué descubrimiento... Estas cirpropia expresividad y no andar con acusaciocunstancias nos están avisando de la necesines apresuradas ni con plantos facilones. dad urgente de extremar las cautelas en nuestro hablar, y muy especialmente han de practicaría todos aquellos que desempeñen Algo quedará, sin duda, del actual embrollo una función de lengua viva ante un público. en la lengua general. Pero obligación nuestra Mucho me temo que los dislates o simplees no adscribir la chabacanería al sentido de mente apresuramientos de la conversación un cambio o adelantamiento social. Chabacaen la tele, o el aire andaluz de muchos de nería y desorden, rutina y desmaño como nuestros prohombres acaben por infiltrarse en norma, igual que el conservadurismo exageel habla general. Por lo menos ya han contrirado y pertinaz, hunden a las sociedades en un pozo del que cuesta muchos años salir. El uso frecuente del argot o de tos gitanis- buido a una seria pérdida de la gravedad y Un pequeño esfuerzo por parte de todos ayumos no era, para el hablante medio, ideal de nobleza de la entonación española, a fuerza dará a evitar esta caída. lengua, ni tampoco podía serlo el abuso de lili

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