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ABC MADRID 13-02-1987 página 58
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ABC MADRID 13-02-1987 página 58

  • EdiciónABC, MADRID
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58 A B C LARRA: 150 ANOS DE UNA MUERTE ROMÁNTICA persuadido de que no se debe convencer. ¡Por cierto, si usted mandara, podríamos fundar en usted grandes esperanzas! La fortuna es que hay hombres que mandan más ilustrados que usted, que desean el bien de su país, y dicen: Hágase el milagro, y hágalo el diablo. Con el Gobierno que en el día tenemos, no estamos ya en el caso de sucumbir a los ignorantes o a los malintencionados, y quizá ahora se logre que las cosas vayan a mejor, aunque despacio, mal que les pese a los batuecos. Concluida esta filípica, fuime en busca de mi Sans- délai. -Me marcho, señor Fígaro- me dijo- En este país no hay tiempo Era cosa de ver la cara de mi amigo al oír lo del memorialito: representábasele en la imaginación el informe, y el empeño, y los seis meses, y... Contentóse con decir: -Soy extranjero. ¡Buena recomendación entre los amables compatriotas míos! Aturdíase mi amigo cada vez más, y cada vez nos comprendía menos. Días y días tardamos en ver, a fuerza de esquelas y de volver, las pocas rarezas que tenemos guardadas. Finalmente, después de medio año largo, si es que puede haber un medio año más largo que otro, se restituyó mi recomendado a su patria maldiciendo de esta tierra, y dándome la razón que yo ya an- VIERNES 13- 2- 87 za. Aquí tenemos el loco orgullo de no saber nada, de quererlo adivinar todo y no reconocer maestros. Las naciones que han tenido, ya que no el saber, deseos de él, no han encontrado otro remedio que el de recurrir a los que sabían más que ellas. Un extranjero- seguí- que corre a un país que le es desconocido, para arriesgar en él sus caudales, pone en circulación un capital nuevo, contribuye a la sociedad, a quien hace un inmenso beneficio con su talento y su dinero, si pierde es un héroe; si gana es muy justo que logre el premio de su trabajo, pues nos proporciona ventajas que no podíamos acarrearnos solos. Ese extranjero que se establece en este país no viene a sacar de él el dinero, como usted supone; necesariamente se establece y se arraiga en él, y a la vuelta de media docena de años ni es extranjero ya ni puede serlo; sus más caros intereses y su familia le ligan al nuevo país que ha adoptado; toma cariño al suelo donde ha hecho su fortuna, al pueblo donde ha escogido una compañera; sus hijos son españoles, y sus nietos lo serán; en vez de extraer el dinero, ha venido a dejar un capital suyo que traía, invirtiéndole y haciéndole producir; ha dejado otro capital de talento, que vale por lo menos tanto como el del dinero; ha dado de comer a los pocos o muchos naturales de quien ha tenido necesariamente que valerse; ha hecho una mejora, y hasta ha contribuido al aumento de la población con su nueva familia. Convencidos de estas importantes verdades, todos los Gobiernos sabios y prudentes han llamado a sí a los extranjeros: a su grande hospitalidad ha debido siempre la Francia su alto grado de esplendor; a los extranjeros de todo ei mundo que ha llamado la Rusia, ha debido el llegar a ser una de las primeras naciones en muchísimo menos tiempo que el que han tardado otras en llegar a ser las últimas; a los extranjeros han debido los Estados Unidos... Pero veo por sus gestos de usted- concluí interrumpiéndome oportunamente a mí mismo- que es muy difícil convencer al que está sueles, pereza de volver a la librería, pereza de sacar tu bolsillo, y pereza de abrir los ojos para ojear las hojas que tengo que ciarte todavía, te contaré cómo a mí mismo, que todo esto veo y conozco y callo mucho más, me ha sucedido muchas veces, llevado de esta influencia, hija del clima y de otras causas, perder de pereza más de una conquista amorosa; abandonar más de una pretensión empezada, y las esperanzas de más de un empleo, que me hubiera sido acaso, con más actividad, poco menos que asequible; renunciar, en fin, por pereza de hacer una visita justa o necesaria, a relaciones sociales que hubieran podido valerme de mucho en el transcurso de mi vida; te confesaré que no hay negocio que no pueda hacer hoy que no deje para mañana; te referiré que me levanto a las once, y duermo siesta; que paso haciendo el quinto pie de la mesa de un café, hablando o roncando, como buen español, las siete y las ocho horas seguidas; te añadiré que cuando cierran el café, me arrastro lentamente a mi tertulia diaria (porque de pereza no; tengo más que una) y un: cigarrito tras otro me alcanzan clavado en un sitial, y bostezando sin cesar, las doce o la una de la madrugada; que muchas noches no ceno de pereza, y de pereza no me acuesto; en fin, lector de mi alma, te declararé que de tantas veces como estuve en para hacer nada; sólo me limitaré a tes me tenía, y llevando al extranje- esta vida desesperado, ninguna me ver lo que haya en la capital de ro noticias excelentes de nuestras ahorqué y siempre fue de pereza. Y costumbres; diciendo sobre todo concluyo por hoy confesándote que más notable. ¡Ay! mí amigo- l e dije- idos que en seis meses no había podido ha más de tres meses que tengo, en paz, y no queráis acabar con hacer otra cosa sino volver siempre como la primera entre mis apuntavuestra poca paciencia; mirad que mañana, y que a la vuelta de tanto ciones, el título de este artículo, que la mayor parte de nuestras cosas mañana, eternamente futuro, lo me- llamé: Vuelva usted mañana; que jor, o más bien lo único que había todas las noches y muchas tardes no se ven. podido hacer bueno había sido mar- he querido durante ese tiempo es- ¿Es posible? cribir algo en él, y todas las noches- ¿Nunca me habéis de creer? charse. ¿Tendrá razón, perezoso lector apagaba mi luz diciéndome a mí Acordaos de los quince días... (si es que has llegado ya- a esto mismo con la más pueril credulidad Un gesto de monsieur Sans- délai que estoy escribiendo) tendrá ra- en mis propias resoluciones: ¡Eh, me indicó que no le había gustado zón el buen monsieur Sans- délai en mañana le escribiré! Da gracias a el recuerdo. hablar mal de nosotros y de nuestra que llegó por fin este mañana, que- Vuelva usted mañana- nos de- pereza? ¿Será cosa de que vuelva no es del todo malo; pero ¡ay de cían en todas partes- porque hoy el día de mañana con gusto a visi- aquel mañana que no ha de llegar tar nuestros hogares? Dejemos esta jamás! no se ve. -Ponga usted un memorialito cuestión para mañana, porque ya para que le den a usted permiso es- estarás cansado de leer hoy: si mañana u otro día no tienes, como pecial. Mariano José de LARRA Ediciones Obras, edición Carlos Seco Serrano, Biblioteca de Autores Españoles, Madrid, 1960. Artículos, edición Carlos Seco Serrano, Planeta, Barcelona, 1969, segunda edición. Artículos varios, edición Evaristo Correa Calderón, Clásicos Castalia, Madrid, 1979, segunda edición. Las palabras (artículos y ensayos) edición José Luis Várela, Selecciones Austral, Espasa- Calpe, número 104. Otras ediciones en la colección Austral, Clásicos Castellanos, 1982, de EspasaCalpe, Cátedra (letras hispánicas) Aguilar, Sopeña, etcétera. Bibliografía Estudios y artículos Armiño, Mauro: Qué ha dicho verdaderamente Larra, Doncel, Madrid, 1973. Azorín: Rivas y Larra, colección Austral, número 674, Madrid, 1973, tercera edición. Benítez, Rubén comp. Mariano José de Larra, serie El escritor y la crítica Taurus, Madrid, 1979. Contiene, entre otros, artículos de Juan Goytisolo, Ricardo Gullón, José Luis Várela, Vicente Cabrera y Charles de Mazade. Fabra Barreiro, Gustavo: El pensamiento vivo de Larra Revista de Occidente, V. segunda época, número 50 (1967) pp. 129152. Güntert, Georges, y Várela, José Luís (editores) Entre pueblo y corona: Larra, Espronceda y la novela histórica del Romanticismo. Actas de las jornadas de la Sociedad Suiza de Estudios Hispánicos. Editorial de la Universidad Complutense. Madrid, 1986. Contiene, entre otros, artículos de José Luis Várela, Georges Güntert, María Paz Yáñez, Simone Gysi- Theiler y Ceferino García. Seco Serrano, Carlos: La crisis española del siglo XIX en la obra de Larra al frente de Obras, BAE. Umbral, Francisco: Larra. Anatomía de un dandy, Alfaguara, Madrid, 1965. Várela, José Luis: Larra y España, Espasa- Calpe, Madrid, 1982.

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