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ABC MADRID 02-02-1987 página 3
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ABC MADRID 02-02-1987 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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EDITADO POR PRENSA ESPAÑOLA SOCIEDAD ANÓNIMA 2 DE FEBRERO DE 1987 FUNDADO EN 1905 POR DON TORCUATO LUCA DE TENA UILLERMO Gortázar, un joven historiador, acaba de publicar un libro que sin duda va a dar que hablar: Alfonso XIII, hombre de negocios Después de analizar minuciosamente la documentación inédita que se guarda en los archivos del Palacio Real, Ministerio de Hacienda, Banco de España, Cortes, más varios archivos privados y el Archivo Histórico Nacional, llega a la conclusión de que el Rey Alfonso XÍII fue un hombre de negocios moderno y benéfico para su país un hombre que, a veces con alto riesgo para su fortuna privada- u n a fortuna legítimamente heredada y personalmente cuidada por él, pero infinitamente inferior a la de Monarcas europeos de su tiempo como los de Gran Bretaña, Alemania, Bélgica, Países Bajos... actuó no como un hombre sólo interesado en su provecho personal, sino como un verdadero estimulante y motor de amplios sectores de la economía nacional a cuya modernización contribuyó, así como a la renovación de las ideas y costumbres económicas de la aristocracia y las clases altas españolas a las que animó lúcidamente a ponerse al paso de las sociedades europeas de su tiempo. Alfonso XIII, que no era terrateniente, que no poseía tierras- é l cuyos antepasados poseyeron el más vasto imperio territorial del mundo- representó precisamente lo contrario del terrateniente tradicional, económicamente estático, y fue hombre con el sentido dinámico y creador de la economía moderna. ABC REDACCIÓN ADMINISTRACIÓN TALLERES- SERRANO, 61 28006- MADRID G EXHORTACIÓN A HISTORIADORES cuyos nombres están en la mente de todos, está fructificando, rejuvenecida, en una visión del pasado de la que se han limpiado algunos de los mitos que la envolvían. A mí esto me parece trascendental. Todas las historias, creo yo, sienten la tentación de los mitos creados por la imaginación popular e incluso pienso que a veces algunos mitos históricos que simbolizan sueños y deseos vitalizadores son necesarios para reavivar las energías de los pueblos, por lo que tampoco hay que caer obsesivamente en la manía desmitificadora, pero quizá en España la tentación del mito ha sido exagerada. El mito histórico puesto en manos de gentes apasionadas y emocionales como nosotros se ha convertido con frecuencia en arma de combate interior o exterior, lanzada contra un enemigo a veces creado; en imaginería agresiva; en condena del de enfrente, aunque sea un hermano. En ocasiones, el mito ha llegado a ser la apoyatura formal de decisiones políticas concretas, lo cual puede ser terrible. Por eso, una historiografía que se vaya serenando, racionalizando, despojando de adherencias sentimentales, buscando la verdad histórica en la medida en que es accesible- ¿d ó n d e está la v e r d a d? -será siempre un calmante de las turbulencias españolas, una ayuda para descubrirnos a nosotros mismos y para no fundamentar en un pasado deformado nuestro proyecto de Este libro será, sin duda, comentado jusvida común. Karl Jaspers decía que ¡a tamente por los que se ocupan del menesimagen de la Historia se convierte en un ter de la ciencia histórica. No soy yo quien, factor de nuestra voluntad, pues la manera pues, para hacerlo. Pero no puedo evitar como pensemos la Historia limita nuestras un casi perdido recuerdo de mi infancia posibilidades o nos sostiene por sus conteque ha vuelto hoy a hacerse presente en nidos o nos desvía tentadoramente de mi memoria. Recuerdo la pasión con que nuestra realidad ¿Cuántas veces en los se hablaba en España entre las personas tiempos modernos, por ejemplo, en el últi mayores a partir de 1931, ya caída la mo siglo y medio la historia pensada erróMonarquía, del áspero debate de las Cor- neamente o utilizada ideológicamente nos tes sobre el caudal privado del Rey y ahoha desviado de nuestra realidad? ra, cincuenta y seis años después, veo lo distinta que era la realidad del asunto deNo extrañará, pues, al lector que este batido, entonces casi esfumada entre nulego contemple con alborozo la afición acbes de pasiones políticas, sentimientos pertual española a clarificar nuestro pasado sonales, mitos y leyendas. Y pienso con histórico, objetivamente, hasta fríamente, si pena en aquel Rey, injustamente acusado es necesario, no porque ia frialdad sea de enriquecimiento, que un día fue a morir siempre buena, sino porque el fuego tamausteramente en la habitación de un hotel poco siempre es bueno. en Roma... Me gustaría, sin embargo, que no hubieTodo esto me ha hecho pensar en la fun- ra peligro para nuestra Tiistoriografía de caer en el exceso de frialdad, derivando ción del historiador. Pido permiso, pues, hacia la deshumanización de nuestro pasapara dirigirme con sencillez a los historiado. Es bien sabido que la historiografía modores y nacerlo como lo que soy, un lego total en la materia, pero un ciudadano de a pie, preocupado por el problema. Una de las cosas que más gratamente LA MAYOR COLECCIÓN DE sorprende de la vida intelectual española a quien, como el que esto escribe, ha vuelto a España después de muy largas ausencias, es la proliferación actual de los estudios históricos y el alto grado científico de los mismos. Parece como si se quisiera recuperar un tiempo perdido y clarificar un pasado lejano o reciente, pero que ha turCertificado de origen bado mucho el alma española, quizá pory garantía de cambio. que nuestro país tiene una historia a la que FACILIDADES D PACOK fJl E habría que asignar el término que Aménco f- V P. Pintor sr v Castro acuñó para una sola época que él llamo la edad conflictiva Toda nuestra Ml h Rosales. 10 3 historia es quizá conflictiva. El caso es que- V Tel. 241 90 88- 3 una ilustre tradición que, ya dentro de nuestro siglo, ha dado figuras señeras ALFOMBRAS PERSAS Y ORIENTALES derna española ha recibido la influencia, en principio benéfica, de la escuela francesa de los Annales representada por los grandes Lucien Febvre y Marc Bloch y después por su insigne discípulo, Fernand Braudel, hispanista eminente a quien debemos muchas luces sobre nuestra propia historia. Esta admirable escuela, promotora de la nouvelle histoire de la que con cierta mordacidad Hervé Couteau- Bégarie decía que era una especie de iglesia en la que Braudel era ei papa, camino de la santidad puso el acento, radicalmente, sobre los aspectos socioeconómicos del pasado, apartándose con desdén de lo que llamaba la historia de reyes y batallas, de política, personajes y acontecimientos Este nuevo método ha dado, ciertamente, excelentes frutos. Pero a mí me ocurre, leyendo la nueva historia a veces, que, fascinado por originales y brillantes descripciones sobre estadísticas demográficas, curvas de precios agrícolas, rutas comerciales, distribuciones de la propiedad rural, movimientos de capitales e influencias de los metales preciosos, caigo en la cuenta, de repente, de que el relato se me ha vaciado porque no veo al hombre, al personaje de la historia; se me ha evaporado como un fantasma, se ha ido lejos con su alma, sus sueños, sus ambiciones, su voluntad, sus heroísmos o sus pecados y su capacidad para mover el rumbo mismo de la Historia... Con una autoridad que yo no tengo, hace veinte años, el gran historiador catalán don Ramón d Abadal se alzaba contra Lucien Febvre que había proclamado para el historiador la norma de pas l homme, jamáis l homme, les societés humaines, les groupes organisés Y respondía d Abadal que él proclamaba el hombre, siempre el hombre; él, por sí mismo; él, dentro de las sociedades humanas, integrando los grupos que organiza, dirige y vivifica Tal vez entre la visión del viejo historiador inglés Thomas Carlyle, fascinado por sus héroes por ¡as fuertes personalidades de la Historia que determinan la evolución de la Humanidad y la visión de la nouvelle histoire sea posible encontrar una vía mediana en la que el entorno diverso de la geografía, la economía, la cultura, las estructuras sociales no oculte al hombre, centro mismo de la Historia. Esta visión abarcadora de todo no podría olvidar ni siquiera la tradición viva de los pueblos, lo que Pierre Chaunu ha llamado la memoria viva la historia- memoria que impide el olvido de lo que no quedó en los sabios papeles. Este simple ciudadano que, sin ser historiador, lee historia para intentar comprender el pasado de su país, entender el presente y avizorar el porvenir, se permite desde aquí exhortar a los historiadores, guardianes de la memoria a seguir su noble misión, hoy rejuvenecida, de buscar la verdad histórica, aclarar lo que nos ha pasado para que sepamos lo que nos pasa Si lo hacen sin prejuicios ideológicos, sin simpatías ni antipatías previas, sin buscar en el pasado ningún arma para arrojársela al otro tal vez encuentren, como lo ha encontrado Gortázar entre cuentas y estadísticas, a un hombre, nada menos que a un hombre. Y la memoria seguirá estando viva. Alfonso de la SERNA

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