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ABC MADRID 01-02-1987 página 3
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ABC MADRID 01-02-1987 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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EDITADO POR PRENSA ESPAÑOLA SOCIEDAD ANÓNIMA 1 DE FEBRERO DE 1987 FUNDADO EN 1905 POR DON TORCUATO LUCA DE TENA L e s c r i b i r la segunda parte, Cervantes considera conveniente subrayar la evolución del carácter del protagonista. Su valor ya era de sobra conocido. Las aventuras preferidas del público- molinos, rebaños, galeotes, disciplinantes- lo prueban hasta la saciedad. Repetir aventuras análogas que, en cierto modo, debían ser esperadas por los lectores, no era un acierto. Consciente de la situación- nunca segundas partes fueron buenas- Cervantes toma una nueva ruta. Ahora le importa subrayar, más que la locura como cualidad sobresaliente de Don Quijote, la cohesión de la personalidad del protagonista. Para este fin destaca lo que todas las aventuras tienen de común, no lo que tienen de singular: el heroísmo del tesón y no el arrojo temerario. En la primera parte nos parece que son las aventuras las que valoran la personalidad de Don Quijote; en la segunda parte, por el contrario, la personalidad de Don Quijote da su valor a las aventuras. Esta inversión es un acierto técnico que pone de relieve la personalidad de nuestro héroe. Pero, además, la interiorización del heroísmo da más cohesión al personaje. ABC mo, que, en efecto, ya es compartido por casi todos los personajes, encabezados por Sancho Panza. En conclusión, en El Quijote de 1615 cambia el papel del protagonista, pero este cambio es un despliegue, implica un crecimiento y estriba en la iluminación de las raíces del quijotismo. La conducta de Don Quijote, que en un principio sólo había obedecido a la moral del esfuerzo, ahora comienza a obedecer a la moral del sentido. Creo conveniente recordaros que en la primera parte el idealismo de Don Quijote tiene sus más y sus menos. Ya lo sugiere Menéndez y Pelayo: Lo que desquicia a Don Quijote no es el idealismo, sino el individualismo anárquico. Nadie puede poner en duda que su conducta va más lejos de lo debido en muchas ocasiones. Por ejemplo, en el encuentro con los disciplinantes. Basta que recordemos lo que le dice con suma gravedad el bachiller Alonso Pérez: Harta desventura ha sido topar con vos que vais buscando aventuras. A consecuencia de su encuentro con Don Quijote, el bachiller prosigue su viaje con una pierna rota. Tampoco en la aventura del yelmo de Membrino su agresión no obedece a motivos idealistas y justicieros, sino al deseo de apoderarse, sin más ni más, del yelmo. Por un quítame allá esas pajas apalea a Sancho en varias ocasiones. Por ejemplo, cuando comenta, muy atinadamente, los besuqueos de la infanta Micomicona. En resumen, como dice Menéndez Pidal: El caballero andante combate encarnizadamente por cualquier cosa, y al esfuer- REDACCIÓN ADMINISTRACIÓN TALLERES- SERRANO, 61 28006- M ADRID A EL CAMBIO DE CARÁCTER DE DON QUIJOTE zo heroico sustituye el esfuerzo arbitrario. Pues bien, estas motivaciones arbitrarias, con grave daño de inocentes, nunca se vuelven a producir en la segunda parte. Su heroísmo cobra sentido. El cambio es importante. No debe echarse en saco roto. Es indudable que, en la continuación de la novela, Cervantes le cobra apego al personaje. Ya no le trata como a un loco para hacernos reír. Le hace actuar de un modo más coherente. Le rodea de agasajo y admiración. Siente respeto por Don Quijote y un hecho va a probárnoslo. En las desenfadadas conversaciones que motivan su tercera salida le dice así Sansón Carrasco, entre burlón y caritativo: Con todo eso, dicen algunos que han leído la historia que se holgaran se les hubiera olvidado a sus autores della algunos de los infinitos palos que, en diferentes encuentros, dieron a Don Quijote. No es extraño. Don Quijote, que comienza su vida aventurera siendo tan sólo una caricatura de caballero andante, va a comenzar su vida auténtica, igual que hacemos todos, al preguntarse por el sentido de sus actos. Al humanismo de las armas sucede el humanismo de la ejemplaridad, con lo cual su temeraria valentía gana algunos quilates. Ahora bien, la ejemplaridad no puede ser quimérica y, por tanto, la locura del personaje se contradice con su nuevo papel. Salvar esta dificultad será el primer problema que Cervantes va a plantearse. Si Don Quijote tiene que ser un verdadero héroe, no puede ser un loco. Si el quijotismo implica una actitud de validez universal, no será privativo de Don Quijote. Cervantes hace lo que debe y sabe lo que hace. Todas las modificaciones que introduce en la segunda parte tienen un doble fin: en primer término, humanizar el heroísmo de Don Quijote; en segundo término, responder a la necesidad de unlversalizar el quijotis- Oro en lingotes Monedas Krugerrand Diamantes ii Centro de Inversión del Oro y del Diamante, S. A. Torres de Jerez. Plaza de Colón, 2 I Teléfs. 419 68 9 1- 9 4- -MADRID- 1 -Ahí entra la verdad de la historia- dijo Sancho. -También pudieran callarlos por equidad- dijo Don Quijote- pues las acciones que ni mudan, ni alteran la verdad de la historia, no hay para qué escribirlas, si han de redundar en menosprecio del señor de la historia. Pues bien, en la segunda parte se acabaron los palos. Ya era hora. Nadie le vuelve a golpear. Nadie vuelve a humillarle. Tal hecho muestra el cambio de orientación de la novela, pero muestra también una mayor compenetración del autor con su héroe, pues comienza a tratarle con reconocimiento y equidad. Sobre este punto quisiera recordar unas palabras acertadísimas de mi maestro Dámaso Alonso: Todos sabemos cómo se matiza la segunda parte del Quijote en relación con la primera. Cómo la segunda es menos brillante, menos briosa, menos fértil, pero cómo crece en dimensión humana; cómo el autor comprende ahora mejor la grandeza de las criaturas que le han salido de las manos; cómo disminuye- salvo en capítulosel tono de bufonada; cómo siente, no ya simpatía, sino una honda piedad por su caballero. Luis ROSALES de la Real Academia Española

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