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ABC MADRID 30-01-1987 página 18
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ABC MADRID 30-01-1987 página 18

  • EdiciónABC, MADRID
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18 ABC OPINIÓN Panorama TENSO QUB PRESS TAR UÑ VIERNES 30- 1- 87 ÍM EMBARGO HA 4 MUCHA GetfTE CoH ASTIfRICA, LUCERNA DE RORÜA M LA oRdMA PERo Ho ifcME DF VENDER 6O ÍWA 5. A 9 A HACER o aus SEA. L O que acaba de ser clausurado en Astorga es el ritual conmemorativo del origen de la historia civil y militar de una ciudad que ha cumplido dos mil años: primera oficina de militares en la Administración civil, en el ámbito de su justicia y de sus finanzas, en la gestión de su censo y en el cuidado del reclutamiento castrense; concejo de gentes, asamblea de los astures y núcleo de Administración local que conserva en su subsuelo los nombres de los dedicantes de las áreas votivas a las divinidades capitalinas y de los sacerdotes a ellas ligados. Fue Astúrica Augusta centro de irradiación religiosa y a lo largo de su historia lo ha seguido siendo. Por eso su historia es sagrada, res sacra y las nieves del Teleno, ornamento albo, alba de su liturgia, naturaleza en cuya epigrafía aparecen, desde el principio, el pez y la cruz en forma de aspa. Astúrica, lucerna de Roma, candil del pensamiento. Todavía en mi niñez asistí a los últimos resplandores de ese combate del candil con las sombras y del brasero con el cierzo. Andando el tiempo, sus periódicos de mayor arraigo ostentarían nombres como los de La Luz y El Faro y a esa luz del candil de Astorga, carburo de mi infancia en la plazuela de la catedral; a la luz de esa lucerna de ocre rojizo, moviéndose como una luciérnaga entre las vías de la estación del Oeste en las noches de las grandes nieves, se fue iluminando mi conciencia con el encuentro de un mundo representativo más allá del real. No fue Astorga un sueño de espadas, sino un concejo de gentes, sabias en la administración de lo común, que compartía las imprecisas imágenes de sus propias raíces con la virtualidad mágica de lo divino y acaso sigue siendo eso mismo: fragua militar de austeridad contenida y viril a la sombra de la eterna esfinge del Teleno y, aquí y ahora, junto a estas cenizas de la liturgia del Bimilenario, marchito ya el laurel de los carteles publicitarios en las murallas del invierno, todo aquello que fue y que es como el rescoldo en el brasero de 1987, no ceniza, sino brasa de nuestro propio pasado de civilidad y coraje; ahora estanco de sosiego en el tiempo vertiginoso, vocación compasiva en días y trabajos insolidarios. piedra enterrada que guarda la memoria de unos soldados de primera oficina y una epigrafía que recuerda los latines antiguos. Quedan las Actas del Congreso de la Astorga romana, hojas secas de un árbol bimilenario con datos de unas gentes que compartieron en este lugar la pesadumbre y los consuelos de la vida y la muerte cuotidianas y la ilusión de un futuro, que soñaron con otra cosa y se consolaron con la eternidad. Ahora los arqueólogos y los historiadores han vuelto a mirar a las alcantarillas y han sorprendido como un rayo de luz. Le han aplicado carbono 14, han descubierto una raíz, como si operase el bisturí del doctor Brasa, y se han dicho: -H e aquí fundamentos de la Roma eterna. Y ha comenzado a identificarse el alma de Astorga como una forma de pasión en la gravitas; extraño destino de sus gentes. Juan Carlos VILLACORTA Planetario RITOS DELA CONFUSIÓN QUÍ ya no se entiende nada. Es como si las esferas nacionales hubieran recibido sendos ejemplares de la preciosa obra de Fernando Arrabal, Fiestas y ritos de la confusión -Losfeld, París, 1967- y entusiasmadas tras su lectura hubieran decidido imitarla con algunos años de retraso. La Sala Segunda del Tribunal Supremo y el Consejo Supremo de Justicia Militar no se entienden. Los militares dicen que si fueran obligados a revisar la sentencia de la intentona del 23- F absolverían a los condenados. Los civiles, con superior autoridad, si no me equivoco, aseguran que aunque la figura delictiva de la rebelión militar haya desaparecido del Código Penal Militar últimamente- d e bería insertarse en los periódicos un anuncio por palabras de la pérdida ofreciendo gratificación a quien la encontrara y devolviera- el Consejo Supremo de Justicia Militar está obligado a aplicarla porque se encuentra en el Código Penal Común. O sea, que estamos confusos. Ya no sabemos si Tejero, Armada, Milans del Bosch, etcétera, son inocentes o culpables. Ni si echar por cuenta propia los tanques y las tropas a la calle es una rebelión militar o una verbena; es un delito o no lo es. Los nacionalistas vascos y demás subespecies afines andan empeñados en que el presidente González se comprometa a retirar de aquellas provincias a la Policía y la Guardia Civil para formar, al fin, Gobierno, y el Tribunal Constitucional viene a descubrirnos A SALAROCIERA BAILE POR SEVILLANAS TODAS LAS NOCHES ACTUACIONES EN DIRECTO ORENSE, 32. RESERVAS: 45657 92 LA CASETA DE FERIA MAS BONITA DE MADRID ahora que cuando Garaicoetxea, antes Garaicoechea, se proclamó por su cuenta lendakari hizo algo absolutamente inconstitucional, de lo que, si Descartes no era un mentecato, habría que deducir que, falto del nombramiento por el Rey, refrendado por el presidente del Gobierno, el audaz navarrico, Karla, antes Juan Carlos, no fue legalmente lendakari y, por consiguiente, tampoco lo ha sido el espirituoso señor Ardanza. ¿Acaso la Constitución es algo así como el texto de un Premio Lope de Vega que cualquier director puede modificar a su gusto sin contar con el autor? Nos cuentan que por cuestiones jurisdiccionales el concejal socialista Espelosín y el cosejero comunal ex comunista pero no en el Grupo Mixto, sino en el PSOE, Mangada, andan a la greña, y Espelosín, que me parece hombre fino y discreto, me negaba ayer rotundamente la mayor. De grescas nada. Incluso me decía que Mangada, hábilmente, le había sacado al Ministerio de Obras Públicas por lo menos seiscientos de los mil millones que parece ha costado la restauración del antiguo Hospital de Maudes, convertido hoy en dilatado reino consejeril de Mangada. Lo que es imposible saber a estas alturas es si Madrid es cosa de su Ayuntamiento o cosa de la generalidad o chuletakariado de Leguina, ergo de Mangada. Los madrileños y los españoles; o sea, como dice Arzallus, los ciudadanos del Estado, como si fuéramos filósofos de la antigüedad griega, sólo sabemos que no sabemos nada. Imitando el fin del episodio de la serie del señor Roper, preguntemos: Tejero: ¿Inocente o culpable, condenado o absuelto? País Vasco: ¿Ha sido Karla el primer lendakari o un usurpador? No mangó Mangada o salvó de la ruina un hermoso edificio? Responda el que pueda. Lorenzo LÓPEZ SANCHO

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