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ABC MADRID 28-01-1987 página 24
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ABC MADRID 28-01-1987 página 24

  • EdiciónABC, MADRID
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24 ABC MIÉRCOLES 28- 1- 87 -Rehenes en el Líbano- Temor a que el mediador Terry Waite esté secuestrado Londres. Alfonso Barra Ante el temor de que Terry Waite, representante del primado anglicano, haya sido secuestrado en Beirut, en su misión para negociar la libertad de rehenes, el arzobispo de Canterbory, Robert Runcie, ha declarado que no hay pruebas directas de que el emisario esté detenido en contra de su voluntad. Admite, sin embargo, que hay una gran inquietud por la seguridad de Waite y por el éxito de su misión. No hay relación directa con él desde hace una semana, cuando entabló conversaciones con los secuestradores de algunos rehenes. Al parecer, ha habido comunicación regular y esperanzadora con miembros de las milicias drusas, que se encargaron de proteger a Waite. Un despacho de la agencia de noticias de Kuwait (Kuna) asegura que el emisario del arzobispo de Canterbury está detenido. El Foreign Office multiplica las gestiones para confirmar lam información. Nadie ha vuelto a verle desde el martes de la semana anterior, cuando salía del hotel Riviera en la capital libanesa. Se dice que en algún momento de su misión fue acusado por los familiares de Mohamed Hamadi, presunto terrorista que intervino en el secuestro de! avión de! a compañía TWA. Milicianos drusos dieron escolta a Waiíe cuando fue a entrevistarse con terroristas que tenían rehenes en su poder. Un dirigente de esos extremistas aseguró que el emisario británico, en una misión digna de la orden de los mercedarios, se perdió en la zona occidental de Beirut, en la que operan impunemente bandas de terroristas musulmanes. Precisa, incluso, que está en poder de fanáticos Según informaciones recibidas en Londres, Waite intentaba rescatar a cuatro rehenes, los norteamericanos Terry Anderson y Thomas Sutherland, el británico John McCarthy y el irlandés Brian Keenan. En las dos últimas semanas fueron secuestradas doce personas en Beirut, entra ella un saudí, un francés, dos alemanes, tres norteamericanos y un ciudadano de la India. Esa oleada de delitos es parte de una campaña organizada que empezó con la detención en Francfort de Hamadi. Al menos setenta y seis extranjeros fueron secuestrados en la capital libanesa desde que dasapareció todo vestigio de un orden civilizado. De ellas, treinta y nueve recuperaron la libertad, cuatro lograron escapar, uno fue rescatado y seis por lo menos fueron asesinados. Los últimos sucesos confirman que los intentos oficiales para intercambiar terroristas por rehenes fueron el origen principal de la moderna industria del secuestro, alimentada por debilidades, buenos propósitos, falta de prestigio y ausencia de una política capaz de responder a esas agresiones. Henry Kissinger acaba de aconsejar la adopción de medidas de represalia armadas contra Irán y Siria para responder al desafío constante de los secuestros de personas inocentes. Horizonte LOS RAPTOS DE BEIRUT Con el título de Meterse en el follón se publicó aquí mismo, en noviembre pasado, un Horizonte en el que citaba a un profesor universitario norteamericano, un tal Mark Heller, del que acababa de aparecer un ensayo en el New York Times sobre los rehenes norteamericanos en Beirut. Decía Heller que, para empezar, los rehenes norteamericanos no tenían por qué estar allí; que si estaban era por razones personales, privadas, o por razones religiosas, sabiendo el riesgo que corrían. La consecuencia- apuntaba el profesor- es que los Estados Unidos están sacrificando ahora sus intereses nacionales por unos pocos individuos. Esta tesis de Mr. Heller es la que expuso ayer, en un comunicado, la Casa Blanca, recomendando a los ciudadanos norteamericanos residentes en la capital libanesa que abandonen la ciudad. Otros miembros del Congreso, de ambos partidos, instaron a dichos residentes a que, por favor, se vayan. Un senador declaró que no comprendía qué atractivos podía tener vivir en Beirut, que es hoy la ciudad más explosiva y peligrosa del mundo. Pues quizá por eso, por eso mismo... Pero a renglón seguido, si uno de los residentes es secuestrado, y si el Gobierno se queda quieto, se le echa encima la opinión pública, por abandonar a sus subditos en manos hostiles y, con frecuencia, asesinas. El rapto de ciudadanos en Beirut, en las últimas semanas (doce, de los cuales ocho fueron norteamericanos) ha puesto en dificultades a varios Gobiernos: a los de Washington, Londres, París y Bonn, ¡nterfiriéndose de una u otra manera en su política interior. Se temió, por ejemplo, que el rapto de ciudadanos alemanes influyese negativamente, para el Gobierno, en los resultados electorales. La sucesión de raptos, al parecer protagonizados por una nueva organización chií, la de Los oprimidos de la Tierra de posible vinculación a Irán, ha irritado de tal manera a algunos congresistas norteamericanos que no han vacilado en aconsejar al presidente Reagan que les aplique la misma medicina que a los libios, es decir, la acción militar directa contra Teherán. Esta idea no creo que haya hecho muy feliz a Reagan, por varias razones. La primera es la de que si bien para el presidente el bombardeo de Libia fue un éxito, la reacción de sus aliados europeos fue de lo más decepcionante, y las heridas abiertas entre ellos aún no se han cerrado. En segundo lugar, es pedirle demasiado a un hombre atosigado por el Irangate que se meta en un nuevo y harto controvertido asunto. En tercer lugar, ¿cómo disponer de pruebas inequívocas de que esos Oprimidos de la Tierra nombre nuevo en esta plaza de Beirut, siguen instrucciones de Teherán? Menos complicado y comprometido que todo eso es lo que ha aconsejado Washington a los ciudadanos suyos que permanecen en Beirut exponiendo su libertad y sus vidas. Beirut es hoy en día una ciudad inhabitable, que se ha convertido- l o que queda de ella- en el más importante nido de terroristas del mundo entero. El que, pese a todo, quiera jugársela, que lo haga bajo su responsabilidad y a su riesgo. Un Gobierno no se puede hacer responsable de los saltos mortales, sin red, de sus subditos, y es una triste gracia que unas cuantas bandas terroristas traigan en jaque a tantos Gobiernos impotentes para darles la réplica adecuada. Por otro lado, la insolidaridad europea y el desdichado asunto del Irangate han desmantelado por completo aquella prometedora iniciativa de organizar el antiterrorismo internacional. Manuel BLANCO TOBÍO Washington confiesa sus vacilaciones sobre posibles represalias armadas en Beirut Nueva York. José liaría Carrascal La Administración Reagan, que había puesto el terrorismo a la cabeza de sus prioridades, reconocía ayer que hay un límite a lo que podemos hacer contra él Era la confesión de la impotencia que atenaza hoy a la mayoría de los Gobiernos ante esa plaga moderna. Sólo faltaba ahora que Terry Waite, e) enviado del arzobispo de Canterbury para negociar la liberación de los rehenes en el Líbano, resultase él mismo un rehén, como se teme. Se ha ensayado todo: despachar marines enviar la Flota, utilizar bombarderos, amenazar, negociar, rogar, suministrar armas. Con el único resultado de que hoy hay más rehenes que cuando empezó la racha. En el Líbano hay hoy más de 20 cautivos de nueve países en manos de diversos grupos terroristas que en parte hacen la guerra por su cuenta, en parte reciben instrucciones y dinero de Siria, Libia e Irán. Cómo hacerles frente es un problema aún. por resolver. Estamos ante algo como el SIDA, a lo que no se le ha descubierto cura. Lo único que cabe de momento es la acción preventiva: no exponerse. Los rehenes tienen buena parte de la culpa de lo que les ha pasado, pues sabían de sobra los riesgos que corrían. No son héroes ni inocentes. Son unos insensatos. Como lo son unos gobernantes que proclaman que no harán concesiones al terrorismo y luego las hacen. Comenzando por la Administración Reagan.

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