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ABC MADRID 24-01-1987 página 47
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ABC MADRID 24-01-1987 página 47

  • EdiciónABC, MADRID
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24 enero- 1987 ABC Ufcravlo -Novela- ABC VH Oscnras materias de la luz Horacio Vázquez Rial Ediciones Alfaguara. Madrid. 1986. 160 páginas El exilio latinoamericano, debido a esas parecidas y repetidas dictaduras del horror (que afortunadamente van desapareciendo) ha alumbrado una rica y plural literatura, tan compleja y varia como sus posibles ópticas abarcantes, y tan inquietante e impactante como el trasfondo humano que se connota. Horacio Vázquez Rial (escritor argentino, nacido en 1947) se adentra en estas Oscuras materias de ia luz en un intento ético, en una reflexión crítica de valores y motivaciones tanto en lo político (militancia, pertenencia a partidos, ideologías) cuanto en lo social (situaciones, instituciones) por ese vasto territorio de la violencia y la muerte que significó el exterminio programado en la Argentina de la reciente dictadura militar (1976- 1983) Pero sin olvidar las inevitables evocaciones del dolorido sentir, de ia distancia acuciando la nostalgia y de la memoria herida por tantas muertes queridas y con nombre propio, dolores cotidianos y. rostros concretos, el cortejo entero de desaparecidos y ultrajados. Cada noche, en el sueño, les veo surgir de la densa calina que disimula la curva en que la vereda se pierde hacia el sur... El cortejo entero se detiene al llegar a donde yo estoy y la dama de ia calesa, la bellísima mujer de negro, me invita a recorrer la hilera de galgas, a visitar a los yacentes en sus cajas abiertas... Cada noche en ei sueño, ¡Dios mío! vuelvo a perder lo que ya he perdido, la muerte pasa ante mí con sus posesiones, con... Pero análisis, reflexión, memoria, sueños, son otros tantos modos, fragmentarios siempre, con afirmaciones de distintas voces que desde diversos ámbitos rescatan momentos, sucesos, horrores, pesadillas. La técnica narrativa consiste en modos fragmentarios, entrecortados, inconclusos (y por ello se rompen ias reglas comunes del discurso y sus puntuaciones) no hay puntuación apenas como tampoco mayúsculas, ni comienzo ni fin de un discurso, sino sólo irrupción, avalancha, como si de pronto una voz se superpone a otra, o es entrecortada, y se capta otra distinta. Por otra parte, Vázquez Rial crea un estilo, una escritura ad hoc sui géneris, para intentar una atmósfera de asfixia, de incertidumbre, de opresión; pero que- resulta, por momentos, excesivamente críptica, hermética, labertíntica. Y dificulta en gran medida hechos y vivencias para el lector corriente. Cuándo no sabía quién era, su lenguaje era claro. Cuanto más se sumerge en su propia claridad, más sibilinos resultan sus libros cita inicial de Monique Lange, que parece justificar esta elección. Sin duda, estamos ante un trabajo ínelicutoso y meditado, trabajado con artesanía. Pero en donde 1 a multiplicación formal de experimentalismos resulta un tanto o bastante abrumador. La búsqueda de originalidad es importante, pero también el talento se muestra en 1 a senciüez. Y no hay por qué apabullar. Rolando CAMOZZI Los ochenta son nuestros Ana Diosdado Plaza Janes Barcelona. 1986. 251 páginas Es función de la novela- -y no de menor importancia- -servir de espejo a la sociedad en cada momento, llevar a cabo una formalización imaginativa de las experiencias comunitarias de un país cuando éstas se encuentran aún en trance de producirse. Esta función permanece sin cumplir en la mayoría de las novelas que se publican entre nosotros- quizá porque el escritor español tiende a verse en diálogo perpetuo con ia eternidad- pero no en Los ochenta son nuestros, siendo Ana Diosdado este hecho lo que asegura, ante todo, la singularidad de la novela de Ana Diosdado: aquí se habla de la juventud del presente con voluntad de trascender el nivel periodístico, y se intenta poner en conexión la problemática de la citada juventud con las condiciones objetivas de la actualidad y con la historia última. Novela del aquí y de! ahora, revela un gran valor en Ana Diosdado, quien no ha retrocedido a la hora de enfrentarse con una realidad para la que aún no existen, prácticamente, mediaciones culturales de entidad. La estructura de Los ochenta son nuestros está establecida con el inequívoco deseo de dramatizar una situación en sí dramática, imprimiéndole dinamismo, y resulta de una gran eficacia en este sentido: el suspense nace no sólo de la premonición de un peligro, sino también y primordialmente, de la alternancia de planos temporales en la acción y de la propia división en capítulos. Esto hace que la novela se lea con interés de principio a fin, a pesar de la discursividad excesiva. ¿De principio a fin, he dicho? Es de justicia matizar al respecto que la novela tarda demasiado en ponerse en movimiento, que únicamente adquiere pleno dinamismo en su segunda mitad, debido a que las referencias a un homicidio con que se abre el libro resultan demasiado vagas, e inapropiadas, por tanto, para lograr que el lector supere con buen ánimo la banalidad de ios primeros diálogos. Los ochenta son nuestros es una novela donde no existe equilibrio entre la acción y los diálogos: los segundos superan con mucho a ia primera, lo que Ana Diosdado ha intentado compensar con el suspense y la dra matización derivada de dos hechos de san- gre. Este desequilibrio no se debe, como alguien pudiera pensar, a que la autora haya practicado primordialmente con anterioridad el arte teatral, sino a la naturaleza misma del proyecto de su novela: éste atiende, ante todo, a mostrar las reacciones de la juventud de hoy ante la existencia y ante el mundo heredado de sus padres, y tales reacciones encuentran en el intercambio verbal el modo más idóneo de expresarse. Queda, sin embargo, el hecho de que Ana Diosdado ha permitido que esos diálogos se le escapen, en ocasiones, de entre las manos; que esos diálogos ofrezcan una información innecesaria y repetitiva, abusiva con frecuencia- -en especia! cuando de lo que se trata es de mostrar el fondo de inmadurez de los jóvenes protagonistas de! libro- que esos diálogos se transformen en ocasiones en monólogos propios, en monólogos de autor. Estos fallos tienen su origen en el carácter ambicioso del proyecto de la novela: Ana Diosdado no ha pretendido solamente dar a conocer cómo es la juventud actual, cómo se sitúa de cara a la vida y al pasado, sino también probar que en esa juventud residen ias últimas esperanzas de que la sociedad se aboque a un futuro transformado positivamente, y ello la ha hecho incurrir en un didactismo no por simpático menos extemporáneo desde un punto de vista artístico. Qué diferencia, en efecto, entre la sutileza con que Diosdado trata cuestiones tan fundamentales para la juventud del presente como la tentación fascista, el matrimonio y el divorcio, ia homosexualidad y la violación, y la ingenuidad de que da muestras cuando se eleva al plano de las ideas generales, de la interpretación global de la vida. En el primer caso se revela como una espléndida observadora de lo real, como alguien capaz de ver y de interpretar con pareja jusíeza; en el segundo caso, en cambio, se muestra muy independiente de ios criterios de la progresía del pensamiento y de los prejuicios de una generación dividida entre el oportunismo y ia fidelidad fanática y crispada a unos principios totalmente obsoletos. Para acabar de convertirse en la buena novelista que puede ser- y yo desearía que ni ella ni nadie viera en mis palabras rastro alguno de paternálismo- Ana Diosdado debería vigilar su relación con sus personajes de manera a no interferir en su comportamiento. En la presente novela todavía oscila sin casi tregua entre respetarlos, hasta el punto de dejar que se manifiesten obsesivamente en el plano de la superficialidad, de lo genérico juvenil, y convertirlos en portavoces de sus ideas. Existen momentos, sin embargo, en Los ochenta son nuestros en que ios personajes cobran total autonomía, en que tos personajes se ponen a vivir por su cuenta, siendo esos momentos- n o ciertamente escasos- los que permiten esperar de la autora novelas importantes en el futuro. Leopoldo AZANCOT HEG 9 CI 0, CERCA BE ATOCHA Piso reparado, 165 m 2, 11 habitaciones con íavabo. dos baños, calefacción. 16.000.000. Teléf. 266 02 91

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