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ABC MADRID 23-01-1987 página 53
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ABC MADRID 23-01-1987 página 53

  • EdiciónABC, MADRID
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VIERNES 23- 1- 87 MINGÓTE EN LA REAL ACADEMIA A B C 53 Mi gran privilegio, llamarle amigo OR los años cincuenta, los jóvenes indigentes conquenses no podíamos solazarnos todavía con las abundantes ofertas hilarantes que ofrece la TV, y solíamos hacerlo con las espaciadas películas que nos llegaban del Gordo y el Flaco, los hermanos Marx y, sobre todo, con el examen periódico semanal de la única oferta: La Codorniz Y de la continuada lectura de La Codorniz empezaron a perfilarse nuestros ídolos de la risa. El abanico era variado y cumplido, pero había dos o tres que descollaban entre tanto talento e ingenio. Tales eran- sin que el orden de mención los distinga o distancie- Tono, Mihura, Gila y Mingóte. No es el momento de hacer una exégesis exhaustiva de cada uno de estos talentos, que cada cual tiene su trono, su estilo y mensaje, pero es indudable que Mingóte exhalaba un aroma de elegancia, sutileza e ironía poco común, desde entonces y hasta nuestros tiempos. Por febrero o marzo de 1956, cogido tím i d a m e n t e de la m a n o d e C é s a r P González- RuaSP; una mañana húmeda y fría yo me acercaba hasta la redacción de Don José nueva revista de humor que dirigía Antonio Mingóte, un primer piso de la calle de Hortaleza. Yo no cesaba de preguntarle al maestro si Mingóte era un mote gracioso o era el verdadero apellido del dibujante. Le preguntaba si era simpático, si era gracioso si era, en fin, una persona normal, como usted y como yo, porque desde aquella lejana distancia nosotros suponíamos que los humoristas profesionales vivían en una jaula de locos, con disfraces constantes y bromas de fábrica ininterrumpida. Me temblaban los labios y las piernas. Y hasta los bolsillos vacíos. ¿Señor Mingóte? -S í ¿De parte de quién? -Dígale que está aquí César GonzálezRuano. ¡César! ¡En seguida salgo! Yo no daba crédito a mis oídos. ¿Ha sido Mingóte el que ha contestado? -Sí, ha sido Mingóte. Carta a Antonio UERIDO maestro Antonio: Sólo unas letras para mandarte un muy fuerte abrazo de aquí, un discípulo- servidor que ha aprendido tantas cosas de ti que hasta me enseñaste el día que (como tú) tenía que nacer (17 de enero) De lo de la Real de la Lengua todo te llegará; y te lo asegura alguien que sabe que jamás conseguirá ser académico, debido a su especial anhelo por crear idioma, destrozándolo hábilmente. (Por- si hubiera alguna duda, ya que esto se va a publicar, adjunto algunas horrorosas faltas de ortografía para que, al ser leídas por algún académico despistado, repare bien con quién se está jugando los sillones helástico, vobino, bale, sonánvulo, onesto, hóvice, habalanzarse, abuja y afisia. Q O sea, que alejando de ti estos eventuales follones academicistas, supongo que podrás lograr esa paz dorada que tanto buscas y anhelas (desde aquellos infantiles años en Daroca en que casi te fusilan por abocetar a carboncillo un Re- pélente Niño Vicente en uno de sus mundialmente famosos Corporales) Y así, con paz, amor, sosiego (e IVA 0 para escritores y periodistas) llegue a ti la plenitud qué sólo se merecen los buenos. Dale muchos besos a Isabel de tu alma, y tú recibe un abrazo tan grande y amplio como el diámetro de tu y mi cabeza juntas (que ya es decir; que hasta en eso somos también tocayos) Tuyo, Antonio, en el mundo, Mi pulso estaba a ciento veinte. Cuando lo cuente a mis amigos en Cuenca nadie me va a creer. El autor de aquella pareja siniestra, de aquellos vagabundos, de aquellos hombres primitivos me iba a ser presentado en carne y hueso. Y hasta se barajaría la utópica pretensión de que yo formara parte del equipo de colaboradores... Hola, Antonio, ¿cómo estás? -Y a lo ves, maestro. Trabajando. Siempre trabajando. Mira, aquí te presento un descubrimiento que he hecho en Cuenca. Se llama José Luis Coll, y creo que el muchacho tiene probabilidades de hacer un buen papel en el terreno del humor. Ideas y entusiasmo no le faltan. -Viniendo de ti, César, eso es un aval. Que mande cosas, y si me gustan, se las publicaré. Yo miraba hacia ambos colosos, sin decir esta boca es mía. Más me parecía un sueño que realidad. Ya en la calle, César me dijo: No hablas nada, muchacho. Te quedas como un palo. -Y qué podía decir? No se me ocurría nada. -Pues se te tiene que ocurrir. En la vida hay que hablar antes de que te pregunten. Si tu interlocutor es más tonto que tú, habla tú primero para que no te contagie. Y si es más listo, habla tú primero para que no se te note. Han pasado más de treinta años desde aquella escena inolvidable. Durante todo ese tiempo he podido confirmar, afianzar y cultivar que Mltqgote ha sido el buen padre de muchos de los que hoy estamos ahí, y que su estilo y filosofía del humor es uno de los más inteligentemente generosos- dentro de una pragmática crítica- que formará escuela en generaciones futuras. Mi gran suerte, haberle conocido. Mi gran privilegio, llamarle amigo. Mi gran desdicha, no poder tener un hijo que se apellide Mingóte. Perdón, un sobrino quise decir. José Luis COLL

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