ABC MADRID 09-01-1987 página 13
- EdiciónABC, MADRID
- Página13
- Fecha de publicación09/01/1987
- ID0001580766
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VIERNES 9- 1- 87 OPINIÓN ZIGZAG Visitas a Gibraltar Las visitas que altos mandos de la OTAN vienen realizando regularmente a los dos mandos aliados establecidos en Gibraltar recibe en los medios informativos españoles interpretaciones muy diversas, entre las cuales convendría distinguir lo que alienta como legítimo malhumor nacional ante la celebración de ceremonias en el Peñón del aspecto puramente rutinario de visitas desarrolladas por los altos mandos de la OTAN a un pequeño subsector del despliegue aliado. Que España no reconozca la existencia de los mandos aliados de la OTAN en Gibraltar puede ser una buena posición del Gobierno, pero esta reticencia no puede desmontar la existencia de dos mandos de escasa significación, establecidos en el Peñón hace muchos años y desempeñados por oficiales británicos. El malhumor español parece justo, pero tampoco podemos ignorar unas realidades establecidas antes de que España ingresase en ía OTAN. La solución del problema no podrá encontrarse nunca con gestos de cólera. Sí con acciones bien meditadas y en el interior de la propia Alianza. Es cierto que la OTAN podía ahorrarnos en nombre del buen gusto visitas de rutina, perfectamente suprimibles, pero también es cierto que si España estuviese dispuesta a asumir la responsabilidad de un área geográfica dentro del dispositivo militar de la estructura militar integrada de la OTAN, ninguno de los dos minúsculos mandos de Gibraltar tendría razón de ser. Está bien la protesta, pero también convendría ofrecer los remedios para que tales visitas no se repitan. Y la solución es justamente la contraria de la retenida por la Moncloa. OVIDIO ABC 13 Misiones Cuatrocientos mil misioneros cuenta la Iglesia en países no cristianos; exactamente, 471.000 evangelizadores, entre obispos, misioneros, religiosas y catequistas. Lo grave- escribía Maeztu en 1934- es que queden tantas gentes en España que crean de buena fe que los religiosos estaban pagados por los gobiernos monárquicos, que cada uno de ellos recibía un sueldo del Estado, que son los enemigos de la cultura y de la sociedad. Esto, a mi juicio, quiere decir sólo una cosa, y es que hay que dedicar buena parte de nuestra energía misionera a reconquistar nuestro pueblo. Lo que no significa que Maeztu se sumase a esa inepcia según la cual deberían ser retirados del extranjero los misioneros para que realizasen su labor entre nosotros. Las misiones encuentran en el pensador las más cálidas apologías. Pero con razón se permitía inquietarse por España como país necesitado de ser misionado. EL MEGÁFONO DE ARANJOEZ O que está ocurriendo en Aranjuez, donde varios socialistas expulsados del partido pasean sus protestas por las calles en tanto uno de ellos hace huelga de hambre merece alguna reflexión. No es la primera vez que en r el PSOE felipista una ciega disciplina, que significa en realidad sometimiento incondicional y falta de crítica a la dirección, priva de su condición de militantes a quienes no saben tener la lengua refrenada. Es la ley del silencio, que ya se dejó sentir en el caso Puerta, lo que combaten estos socialistas del Real Sitio. La denuncia de presuntas curruptelas dio con ellos en la calle. No tuvieron cuartel. Y ahora utilizan procedimientos rudimentarios, pero no faltos de ingenio, para pregonar sus cuitas. Un megáfono potencia la voz arrinconada y marginada. Una huelga de hambre intenta hacer ver que nadie se sitúa en límites tan extremos si carece de un importante argumento alentador. Es la esencia del felipismo. El felipismo es, ante todo, inspiración de miedos y consumación de amenazas. La estable c o m b i n a c i ó n Felipe González- Alfonso Guerra se ha impuesto por el temor. Y todos los epígonos de ese fenómeno, crecidos en estos lamentables años, han hecho de la arbitrariedad su ley. Arbitrariedad para hacer y deshacer, combinada con asombrosa resolución cuando se trata de poner un término al lenguaje crítico de quienes no aceptan determinadas enormidades. Una vez le oí decir a Luis Uruñuela, cuando era dirigente máximo del Partido Andalucista, que la caída de Rafael Escuredo como presidente de la Junta de Andalucía respondía a la falta de adecuación entre su personalidad y las características del felipismo. No decía felipismo, ciertamente. Decía PSOE, a mi juicio de manera injusta, porque el histórico partido de Pablo Iglesias ha sido confiscado por una rama espúrea. Pero el caso es que a Uruñuela se le entendía todo. Había que concordar con González, no ser andalucista ni tener una visión personal de los problemas del Sur. En una palabra, había que ser Pepote de L Los Molinos Llueve sobre mojado en el caso de las deficiencias telefónicas en el pueblo serrano de Los Molinos. Constituye norma habitual el tener que marcar docenas de veces en cualquier momento del día o de la semana, para lograr una comunicación. Los abonados han expuesto sus quejas a la Compañía, pero el resultado no se ha hecho ver aún. Aparte consideraciones de urgencia- e n las casas esparcidas por la sierra montañosa, el teléfono puede devolver aliento a un enfermo del corazón- es evidente que el servicio telefónico, que tanto y tan favorablemente ha avanzado en los últimos años en toda España, deberá prestarse con las mismas garantías de eficacia en estos pequeños núcleos de población. REBAJAS la Borbolla, quintaesencia de la obediencia fundamental y de la falta de crítica. Es lo que no han entendido los socialistas de Aranjuez, seguramente más puros y consecuentes que q u i e n e s les han puesto de patitas en la calle. No, miren ustedes. Es de tal importancia el pastel que se reparte y es tan vital asegurar su permanente disfrute, que la dirección cuya influencia se deja sentir en la última capa de la Administración ocupada, no concede cuartel en lo que afecta a los intereses de la intendencia. Y en le felipismo, la intendencia lo es todo. Los críticos se convierten automáticamhte en desobedientes e indisciplinados. En la actualidad, como bien se sabe, hay en el partido una corriente organizada de Izquierda Socialista. De vez en cuando alzan la voz y sus miembros dicen cosas desde la posición relativamente protegida de quienes contaron decisivamente en su día para la reorganización de la gran familia dispersa. Es el caso, por ejemplo, de Pablo Castellano. Pero obsérvese cómo la última salvaguardia de estos personajes reside en su inocuidad. Se les ha dejado a la deriva, como una secta descabellada atada todavía al mundo de los intereses internos. Hablan, pero sus palabras se evaporan o no trascienden. Desde la campana neumática en la que se encuentran, también ellos necesitarían, como los socialistas de Aranjuez, un megáfono al que agarrarse. Ningún artilugio más elecuente y expresivo que el megáfono. Se trata de imponer a fuerza de decibelios lo que no se deja exponer en el marco de las razones. Porque denunciar corruptelas, más o menos presuntas, es una función esencial de cualquier partido y un precepto para cualquier militante. Ahora bien, en Aranjuez, como en cualquier localidad, no se investiga. La dirección se limita a amenazar. Y la otra dirección, la suprema, tiene bastante con ocuparse de los grandes asuntos. Nada de fruslerías menores. Eso para los del megáfono. Lorenzo CONTRERAS