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ABC MADRID 09-01-1987 página 3
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ABC MADRID 09-01-1987 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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EDITADO POR PRENSA ESPAÑOLA SOCIEDAD ANÓNIMA 9 DE ENERO DE 1987 FUNDADO EN 1905 POR DON TORCUATO LUCA DE TENA UEDE España ser una n a ción rica? Esta pregunta fue contestada con simplismo por dos grupos de personas a partir del siglo XIX. Parecía que en sus oídos aún resonaban ecos de voces pronunciadas en la Antigüedad y en la Edad Media. Posidonio y Estrabón habían enviado el mensaje de que por estas tierras la riqueza era tanta que los incendios forestales producían corrientes de plata fundida que bajaban por los flancos de las montañas. Entre nosotros, se decía, lo oculto es muchísimo más importante que lo que la Naturaleza muestra. De ahí el mensaje que pasó a San Isidoro, a Alfonso X el Sabio y que finalmente llegó al siglo XX a caballo de dos monturas bien diferentes. Por una parte, sostuvieron la tesis de que podíamos ser, con facilidad una nación rica, los defensores del nacionalismo económico gracias al denominado proteccionismo integral. Era preciso aceptarlo para que, al desaparecer la competencia extranjera, aflorase lo que se hallaba escondido. La fertilidad de nuestros campos, el aprovechamiento industrial de los que se reputaban ingentes e inexplorados veneros de riqueza, exigían que, como cosa previa, nos aislásemos económicamente. Nuestro capitalismo solicitó esto del Estado, y desde 1875 a 1959 éste se lo otorgó con largueza. Sin embargo, los progresos alcanzados fueron pequeños, y por sup u e s t o mucho m e n o r e s que los de nuestros industrializados vecinos. Las investigaciones comparativas de Bairoch, más las recientes que sobre nuestra producción industrial ha efectuado Albert Carreras, nos ahorran cualquier puntualización adicional. El progreso general resultó tan escaso que, al contemplar el fenómeno con alguna perspectiva, espantó al profesor V ¡cens Vives. Esta tesis de la gran riqueza oculta que sólo necesitaba un toque de varita mágica para aflorar se propagó también entre nosotros con la montura del análisis marxista español. Las listas que probaban que nuestra situación era abundosa de frutos como sostenían los tradicionales laudes Hispaniae son patentes en una obra tan característica de esta escuela como la de Antonio Ramos Oliveira, Economía, política y hombres de la España moderna. Sus asertos competían con los que Emilio Riu había presentado en su explosivo ensayo ¿Puede y le conviene a España ser nación independiente? auténtico manifiesto de nuestro nacionalismo económico como han probado los profesores Roldan y García Delgado. También el remedio era bien fácil para la escuela marxista. Bastaba con desmontar la sociedad capitalista, ya que ésta era la que con sus contradicciones internas impedía que manase leche y miel de tierras hogaño estériles. ABC se explicó por aquello que, en 1902, publicó Unamuno en su Prólogo a En torno al casticismo: Nuestros recientes desastres y batacazos han espoleado a buena parte de nuestros publicistas a aplicar el conócete a ti mismo colectivo. Ese fue el mensaje recogido por nuestros mejores economistas. Las tesis de los Bernis, los Flores de Lemus, los Perpiñá Grau concluyeron por llegar a los políticos. Como decía Keynes al concluir la Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, tarde o temprano son las ideas y no los intereses creados lo que gobierna a funcionarios públicos, a políticos, y aun a agitadores. Cuando Ullastres, que era, al par, excelente economista y buen político, consigue, con un conjunto de colegas y el apoyo de un grupo selecto de funcionarios, abrir la brecha de las ideas precisas para la apertura económica con el Plan de Estabilización de 1959 los resultados pasaron a ser espléndidos. De pronto la economía española comenzó a proporcionar excelentes dividendos. Con los datos macroeconómicos, homogeneizados por la OCDE en cuanto a poder adquisitivo se refiere, es posible calcular el ritmo de desarrollo de nuestra economía comparado con el de los otros once miembros actuales de la CEE más Japón y Estados Unidos para el período de 1965- 75. El resultado fue espectacular. España creció en el decenio con más rapidez que cualquiera de ellos, salvo los casos de Japón, Portugal y Grecia. Observemos el fenómeno desde 1960 a 1975, esto es, a partir del Plan de Estabilización. En esos quince años se cierra con fuerza el abanico de nuestras diferencias de producto real por habitante respecto a otras naciones. Así, de tener el 32 por 100 del de Estados Unidos en 1960, se pasó al 53 por 100 en 1975; de conseguir el 48 por 100 del de Gran Bretaña, se pasó al 53 por 100. De estar en el 72 por 100 del de Italia, se logró alcanzar un 91 por 100. Sin embargo, en el decenio siguiente, el correspondiente al período 1975- 85, se vuelven en gran parte las tornas. Ni uno solo de los trece países con los que comparamos la economía española en los años REDACCIÓN ADMINISTRACIÓN TALLERES- SERRANO, 61 28006- MADRID ¿P LA HISPANOESCLEROSIS 1965- 75 deja de crecer más aprisa que nosotros. Llevamos, con 1986, una vez observados los adelantos de sus cifras, once años en que nuestro pulsar productivo es muy débil. Como es lógico, presentamos las más altas cifras de paro del grupo. Añadamos una inflación que, a pesar de la triple baja mundial de tipos de interés, de precios de los crudos del petróleo y de las cotizaciones del dólar, tanto medida por el índice de precios del consumo como en los precios implícitos en el Producto Interior Bruto, bordea peligrosamente los dos dígitos. Por si esto fuese poco, se amplía con claridad nuestro diferencial de inflación respecto a las naciones occidentales que tienen una economía sana. Como desagradable corolario, nuestro ingreso efectivo en la CEE, que tuvo lugar a partir del pasado 1 de marzo, ha dado lugar a un rapidísimo empeoramiento de nuestra balanza comercial con nuestro principal mercado, el europeo. De tradicionalmente positivo, su saldo se tornó en claramente negativo. Fue lógico que la CEOE elevase una clara voz de alarma. Al observar cómo en los últimos años Japón y Estados Unidos logran progresar desde la crisis con mayor viveza que Europa, y cómo nuestro Continente parece aceptar con mansedumbre su instalación casi permanente en el 10- 11 por 100 de la tasa de desempleo, se ha pasado a hablar de euroesclerosis. The Economist concluía que la CEE, con el apéndice del Área Europea de Comercio Libre (EFTA) podía transformarse en lo más opulento del Tercer Mundo. Pero ¿qué decir de la nación que se mueve con los más altos índices comunitarios de malestar económico y que contempla cómo se alejan las luces rojas del vehículo italiano, que ha conseguido atrapar al de Gran Bretaña? ¿Nos amenaza una aguda hispanoesclerosis? En esa maravilla de acumulación documental que son los números 27 y 28 de Papeles de Economía Española, titulados conjuntamente Economía años 80: Hechos, ideas, encontramos un buen contraste para este fenómeno. Con la base que proporciona el informe Dahrendorf se enuncian así los que podríamos llamar los motivos de esa hispanoesclerosidad: las que tienen mercados muy rígidos, presencia excesiva del sector público y quiebra de sus mecanismos asistenciales son economías poco capacitadas para crecer a ritmos altos He ahí unos buenos datos de nuestra situación. Para escapar de ellos es preciso acudir, de una vez, al triple y duro remedio de flexibilizar todos los mercados, de alterar el papel del sector público, de reconstruir de otro modo el medio moribundo Estado providencial español. Lo que está en juego es nada menos que la respuesta, afirmativa o negativa, a la pregunta que, desde el siglo XIX, se hace con cierta angustia nuestro pueblo: ¿Estamos condenados, de modo inexorable, a ser una nación pobre? Juan VELARDE FUERTES EDICIÓN INTERNACIONAL El impulso de una serie de investigadores beneméritos, a partir de la publicación en 1890 de Los males de la patria y la futura revolución española, de Lucas Mallada, Las noticias más importantes de la semana recogidas por ABC en su Edición Internacional. Para llegar a ciento sesenta naciones.

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