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ABC MADRID 07-01-1987 página 35
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  • EdiciónABC, MADRID
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MIÉRCOLES 7- 1- 87- RELIGION -ABC, pág. 35 Juan Pablo II: La Epifanía nos recuerda que Cristo vino a salvar a todos El Papa consagró a diez obispos como signo de universalidad Ciudad del Vaticano. Agencias Diez nuevos obispos, de otras tantas naciones, fueron consagrados ayer en la basílica de San Pedro de Roma por Juan Pablo II, el cual quiso testimoniar de esta manera la universalidad del mensaje cristiano. Esta misma idea fue repetida posteriormente por el Pontífice en el discurso que precedió al rezo del ángelus, en el cual el Papa invitó a los fieles a rezar por cada hombre que viene al mundo como signo de amor a todos. El Papa Juan Pablo II dijo ayer que la Epifanía es la fiesta que celebra la convergencia de todos los pueblos hacia Cristo Ante una gran muchedumbre que acudió a la plaza de San Pedro para rezar el ángelus con el Pontífice, éste se refirió a la celebración litúrgica del día destacando el significado de universalidad que la caracteriza. Invitó también a todos los cristianos a orar por cada hombre que viene al mundo por toda la Iglesia y por los nuevos obispos que, poco antes, habían recibido la consagración episcopal en la basílica. Previamente había desfilado por la plaza una procesión de niños vestidos de Reyes Magos. De los diez nuevos obispos consagrados por el Pontífice, cuatro son europeos, dos americanos, dos africanos y dos asiáticos. Con este gesto, Juan Pablo II ha querido testimoniar de forma visible el carácter universal de la Iglesia y la unidad de la misma en torno al vicario de Cristo. Los obispos son Julio Cabrera, de Guatemala; Diño Monduzzi, de Italia, y que trabajará en el Vaticano; Giorgio Biguzzi, también italiano pero que es misionero en Sierra Leona, donde continuará su labor; Alberto Augustoni, suizo, y que es secretario de la Congregación para ol Clero; Frane Perko, yugoslavo, arzobispo de Belgrado; Joseph Sanval Surasarang, de Thailandia; Benedict Dotu, liberiano; William McCormak, auxiliar de Nueva York; Emmanuel Mapunda, de Tanzania, y Dominic So How Chiew, de Malasia. Gabaráin, nuevo presidente de la Asociación de Música Religiosa Madrid. S. R. Ha concluido en Madrid el Congreso de la Asociación para la Promoción de la Música Religiosa (APROMUR) que coordina los esfuerzos de más de doscientos profesionales españoles para dar a conocer ese tipo de música. Uno de los objetivos de ese colectivo es encontrar los cauces que les vinculen con los distintos organismos eclesiásticos, pues tienen la sensación de trabajar casi como francotiradores, sin que se lleve a cabo una verdadera estrategia de Iglesia. La Asociación, que ha elegido como nuevo presidente a Cesáreo Gabaráin, quiere estimular a los compositores, apoyar a los organistas, organizar cursillos, facilitar encuentros, defender a los coros y promover, en definitiva, todo lo que sea útil para aquellos que buscan en la música un instrumento de evangeiización y una forma de unión con Dios. EL GALLO VIGILANTE Ayer hizo veinte años que el Papa Pablo VI creó la Pontificia Comisión de Estudio Justicia y Paz. El Concilio había pedido que se pusiera en marcha un organismo dedicado a despertar en los cristianos la necesidad de defender los derechos humanos, especialmente los relacionados con la justicia social y con la paz. En el documento vaticano por el que se constituye la Comisión, se habla de Justicia y Paz comparándola con el gallo vigilante que suele culminar los campanarios y las torres. Esa debía ser precisamente su función: otear el horizonte, descubrir las situaciones en que algún hombre o algún pueblo estuviera siendo oprimido y alertar al pueblo de Dios para que éste pudiera acudir rápidamente en su ayuda. Justicia y Paz, el gallo vigilante, debía ser la voz de los sin voz, el grito de alerta para que nadie pudiera ser maltratado impunemente. Han pasado veinte años y se impone la necesidad de hacer balance, como se está haciendo con todo lo demás que nació del Concilio. Justicia y Paz despertó enormes expectativas. Algunas de ellas quedaron satisfechas. Sin poder ser exhaustivos, basta señalar el destacado papel que jugó en la ayuda a los prófugos de Vietnam y de otros países asiáticos, buscando familias o centros religiosos que los acogieran, gestionando ante los Estados los permisos necesarios para que fueran admitidos como emigrantes. Otras, sin embargo, están aún por realizar. La escasa operatividad, al menos de la sección española, es lamentable. Hay grupos juveniles cristianos que se han tenido que dirigir a otras organizaciones no confesionales, como Amnistía Internacional, para poder hacer algo concreto, ya que Justicia y Paz les ofrece sóio planteamientos generales de sensibilización, pero no les incjica acciones que puedan llevar a la práctica y que tengan un resultado tangible, lo cual es vital para los jóvenes. Pero lo peor es que ni siquiera se ha logrado cumplir esa sensibilización que era su primer objetivo. El gallo vigilante ha estado mudo en muchas ocasiones. Más concretamente, ha estado más mudo en unas ocasiones que en otras. Mientras que Amnistía Internacional te propone luchar por un preso político de la Unión Soviética o por uno de Chile, por uno de Cuba o por uno de Polonia, en estos años pasados las voces que se alzaban en el interior de la Iglesia hablaban casi con exclusividad de los derechos humanos lesionados en uno de los bloques en que está dividido el mundo, como si no hubiera injusticia y guerra en el otro. Esto ha hecho que para muchos cristianos el nombre mismo de la Comisión Pontificia se haya ido cargando de connotaciones ajenas a su verdadero ser: inoperatividad y demagogia. Ahora, veinte años después, Justicia y Paz tiene que volver a sus orígenes, porque es más necesaria que nunca, porque la Iglesia y la sociedad necesita profetas. Pero necesita profetas de aquí y de ahora, no de los que hablan- sólo de lo que ocurría en España antes de! 75. Necesita profetas que denuncien todas ¡as injusticias, no de aquellos que tienen un ojo vendado para no ver lo que no ¡es interesa. Quizá si la masa cristiana se ha dormido, si el espíritu renovador del Concilio se ha aletargado en parte, es porque los profetas no han cumplido bien su misión. Sin embargo, hay que tener esperanza. La adolescencia no es precisamente la edad del equilibrio, pero a los veinís años ya se está en condiciones de ver ¡33 cosas con mayor madurez y de ponerse a trabajar. Santiago KAÍTílM Inminente condena vaticana de las teorías del P. Bulanyi Ciudad del Vaticano. Ep La Congregación para la Doctrina de la Fe publicará próximamente la condena de algunas tesis del escolapio húngaro Gyorgy Bulanyi, de sesenta y ocho años, fundador de la Comunidad de Base bulanyista. La sentencia vaticana pondría fin a una investigación abierta en 1982. Las doctrinas consideradas peligrosas y ambiguas, contenidas en su libro Ordo Ecclesiasticus se refieren a la sucesión apostólica, a la estructura jerárquica de la Iglesia, al ministerio del obispo, a la distinción esencial entre sacerdotes y laicos, al bautismo de los niños y al celibato eclesiástico. Particularmente grave- -afirma la Congregación de la Fe en la carta que envió a Bulanyi el pasado 31 de marzo pasado- es que en su pensamiento la diferencia existente entre los sacerdotes y los fiejes no se explica a partir del hecho de que el sacerdote recibe un poder real en virtud de la imposición de las manos por parte de ¡os obispos como sucesores de los apóstoles El escolapio húngaro admite que hoy en la Iglesia los sacerdotes se distinguen de los simples fieles, pero Bulanyi considera que tal distinción no se deriva de la institución divina de Cristo, sino que fue introducida en el curso de la historia por la autoridad de los hombres y, por eso, sostiene que ésta podrá ser aboiida en s! transcurso de! tiempo.

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