ABC MADRID 23-09-1986 página 57
- EdiciónABC, MADRID
- Página57
- Fecha de publicación23/09/1986
- ID0001566810
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MARTES 23- 9- 86 CIENCIA Y FUTURO ABC 57 n llegar juntos a Marte, el planeta rojo En la actualidad, americanos y soviéticos cuentan con tecnología suficiente para hacer posible el envío de misiones tripuladas a Marte frecuentes tormentas de polvo. El período de rotación es similar al terrestre, 24 horas, 37 minutos y 23 segundos, por lo que la duración de los días será la misma que en la Tierra, pero las estaciones durarán el doble, al tener un período orbital alrededor del Sol de 687 días. Su gravedad es menos de la mitad de la terrestre, 0,38 por 100. Los proyectos de transformación de Marte son muy ambiciosos para un futuro aún lejano: mediante el empleo de reactores termonucleares instalados sobre su superficie se pueden crear una atmósfera y un clima que permitan al ser humano vivir en condiciones parecidas a las terrestres, por lo menos unas cuantas décadas. Habría que producir millones de toneladas de oxígeno procedente del agua o utilizar el hidrógeno liberado por la descomposición del agua para reducir los minerales que contienen oxígeno, produciendo agua al mismo tiempo. Con ello se lograría cambiar la atmósfera, sustituyendo el dióxido de carbono por oxígeno. Para Mike Duke, director de la División de Exploración Solar del Centro Espacial Johnson de la NASA, en Houston (Texas) solamente con miras científicas no se podría justificar el enorme gasto de treinta billones de dólares (el 40 por 100 del coste del programa Apollo) lo que es un presupuesto extraordinario, teniendo en cuenta que actualmente el de la Agencia Espacial es de 7.300 millones de dólares, pero la amortización estará garantizada por los grandes beneficios producidos por el estudio en profundidad de la química, geología, hidrología y meteorología de Marte y, sobre todo, como base para alcanzar los asteroides, extraordinariamente ricos en minerales de gran valor. Todo esto posibilitará que los humanos creen en Marte los primeros grandes ecosistemas autosuficientes fuera del planeta madre, como modelo para su expansión por todo el Universo. Otro problema para los primeros colonos de Marte consiste en que la tenue atmósfera no es capaz de detener las radiaciones letales para los organismos terrestres ni tampoco de impedir que el calor de la radiación solar escape al cosmos, por lo que los habitáculos de la base marciana tendrán que ser protegidos con blindajes e s p e c i a l e s o con una cubierta proporcionada por la misma tierra marciana. Por otra parte, la presencia de agua en el planeta no está plenamente comprobada. El Viking II descubrió en 1980 una región del hemisferio Norte blanqueada por una capa de agua atmosférica helada, pero no se está seguro de si es escarcha sublimada o nieve. También en julio de 1980 las señales de radar enviadas por la estación del desierto de Mojave (California) indicaron la presencia de agua congelada a unos pocos centímetros de profundidad, entre cincuenta y ciento, pero al tener esta capa solamente entre uno y cinco centímetros de espesor, resultaría insuficiente para regar Marte. Mientras se resuelven estos problemas, sobre las cabezas de los colonos velarán su sueño enormes plataformas espaciales, que podran permanecer durante períodos muy prolongados sobre la órbita marciana y proporcionarán suministros y protección hasta que la colonia sea capaz de garantizar plenamente su propia supervivencia. A mediados del siglo XXI, la base en Marte podría ser una importante colonia minera y al mismo tiempo un centro de transformación de los minerales extraídos de los asteroides, en un gran cinturón entre Marte y Júpiter. También la base marciana será punto de partida para las misiones de exploración del sistema solar interno y en la órbita del planeta se ensamblarán las grandes naves con destino a Júpiter, Venus o Saturno. Luego, con el tiempo y cuando la tecnología permita acceder a otros planetas, se considerará la posibilidad de desmantelar la base marciana o, por el contrario, ampliarla y convertirla en el núcleo central de una gran metrópolis. Sea como sea, la Humanidad estará siempre agradecida ál pequeño planeta rojo, que constituyó su primer enclave avanzado para la conquista del Universo. J. L. JURADO- CENTURIÓN