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ABC MADRID 23-09-1986 página 20
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ABC MADRID 23-09-1986 página 20

  • EdiciónABC, MADRID
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20 A B C NACIONAL Discurso del Rey en la ONU MARTES 23- 9- 86 Enérgica condena a los Estados que alienten o toleren el terrorismo Llamamiento a la distensión y firme rechazo de la política de apartheid Su Majestad el Rey realizó ante la Asamblea General de la ONU un llamamiento a la paz, al diálogo y la distensión internacional, y condenó con toda firmeza la política de segregación racial. En su repaso a la situación del mundo, Don Juan Carlos recordó la dramática situación de endeudamiento externo de muchos países y recordó la necesidad de la cooperación internacionai frente al terrorismo. Este es el texto del discurso: Señor presidente, señoras y señores delegados, El Gobierno español ha deseado que el titular de la Corona, en el ejercicio de su función constitucional de representar al Estado, haga oír en este foro la voz de mi país. Un país que inscribe como sus mejores títulos históricos el respeto al Derecho de Gentes y su dilatado esfuerzo para hacer más segura, pacífica y solidaria la convivencia entre los pueblos. Un país para el que resulta grato dirigirse a este foro universal que concita la esperanza de que los ideales de paz, de justicia y de solidaridad imperen firmemente en el orden internacional. España es una nación de larga historia. Como saben tos señores delegados, fue en el tiempo una dé las primeras colectividades que se constituyó como Estado Nación en la Europa del Renacimiento, dando así, juntamente con otras, un paso decisivo en el proceso de racionalización de la convivencia política. Ya por aquel entonces, ciertos juristas y teólogos españoles, al examinar los títulos de la acción de España en América, defendieron la existencia de límites al poder nacional, cuyo ejercicio, para ser legítimo, debe inspirarse en una conciencia ética y respetar los derechos y aspiraciones de los otros pueblos. O, dicho en lenguaje de la época, procurar el bien común del orbe De Francisco de Vitoria, uno de los fundadores del Derecho de Gentes, es decir, del Derecho Internacional, es la siguiente frase: Si en la eonsecucción de una causa justa se irroga un daño al orbe, la causa se convierte en injusta. En la raíz originaria dé nuestra constitución como Estado se encuentra, pues, la conciencia de una sociedad internacional cuyo bien común limita la acción estatal y en la que está presente un empeño de solidaridad entre todos los miembros del género humano. Ambos rasgos dan base a la organización jurídica de la comunidad internacional que hoy tiene e x p r e s i ó n i n s t i t u c i o n a l en esta Organización de las Naciones Unidas. Desde esta vieja tradición me dirijo a la Asamblea y lo hago también en representación de un pueblo que es joven por la edad de sus gentes y porque ha recobrado, con su democracia y sus libertades, una actitud vital que caracteriza a la juventud: La capacidad de mirar ai futuro con arrojo y con esperanza. Cuando un pueblo recobra su impulso, integrando sus tradiciones en un proyecto de futuro, no puede olvidar que esta revitalización debe inspirarse tanto en los ideales de su propia sociedad como en los requerimientos de una convivencia internacional armónica, pacífica y justa. El mundo es hoy, por primera vez, uno, siendo al mismo tiempo culturalmente diverso. En las épocas pasadas, la pretendida superioridad de una cultura y una civilización determinada fue utilizada para justificar la dominación de unos pueblos sobre otros. La diversidad cultural era combatida por un impulso que se alimentaba en la búsqueda del beneficio comercial o del predominio estratégico. Hoy, la regla comúnmente admitida es que cada cultura debe ser entendida y juzgada exclusivamente en relación con sus propios valores y no por sus posibilidades de adaptación mimética o forzada a ninguna otra cultura pretendidamente superior. De esa ideafuerza sobre. la universalidad y la diversidad cultural de ia humanidad, derivó. él- gran. impulso hacía la descolonización política. Las Naciones Unidas son claro testimonio de esta poderosa realidad que inaugura una nueva fase de la historia. Las Naciones Unidas han sido marca e instrumento primordial de este paso a una verdadera sociedad de las naciones. vencimiento de los propios países africanos de la necesidad de realizar un gran esfuerzo de definición, de ajuste y de acción; por otra parte, de la toma de conciencia de los demás países de que no es posible aceptar pasivamente el estancamiento y el deterioro de una parte del mundo que es esencial al todo. Esta manifestación de lucidez política y de solidaridad es esperanzadora. España, dentro de sus recursos y posibilidades, ha ofrecido, y hoy reitera, su colaboración. Deuda externa El endeudamiento exterior de ciertos países, y entre ellos de algunos que nos son muy próximos, es un grave problema que a todos nos afecta. No es de fácil solución. En la creación de tal situación han intervenido, sin duda, diversas causas y conductas. Las responsabilidades son varias y compartidas. Reservemos su juicio definitivo a los historiadores. Lo que hoy más importa es que las políticas de ajuste, necesarias para la corrección de las situaciones interiores, sean alentadas, no solamente con el aplauso, sino también con generosidad y con apoyos concretos. Su alcance tiene marcados unos límites en la medida en que estas políticas puedan romper la solidaridaz y la paz interiores, quedando así entorpecidos delicados procesos de cambio político y social. En el proceso de reconstrucción política en curso hace diez años, mi país ha delimitado su posición internacional. Desde el anterior periodo de sesiones de la Asamblea General, España ha procedido a dos definiciones importantes: En 1986, España ha pasado a ser miembro de la Comunidad Europea y, tras consulta al pueblo español, ha d e f i n i d o los t é r m i n o s de su permanencia en la Alianza Atlántica. Al adherirse a los organismos e instituciones de integración europeo- occidental, España no hace sino confirmar lo que la Historia y la cultura habían hecho de ella desde el advenimiento de los tiempos modernos. España ha sido siempre parte integrante y esencial de Europa, por geografía, por historia y por vocación. Al participar ahora en la toma de decisiones de los Doce, se encuentra en condiciones de hacer oír su voz en los asuntos intraeuropeos y de aportar a la acción de la Europa comunitaria otras dimensiones unidas a su trayectoria histórica. Europa no puede ciertamente caer en ninguna tentación de ensimismamiento. Nos esforzaremos, por el contrario, en que se intensifiquen los intercambios y los contactos de la Comunidad Europea con otras partes del mundo y, en especial, con los paíss del continente americano. Europa no puede limitarse a cultivar su propio jardín, ni contentarse con preservar una envidiable calidad de vida, cuando otras regiones del planeta se encuentran agarrotadas por el estancamiento, por la reducción de los intercambios, por el juego negativo de factores comerciales y financieros. Gibraltar Es cierto, señoras y señores delegados, que aún subsisten algunas situaciones coloniales residuales bien conocidas. Y una de ellas afecta anacrónicamente a mi país. España mantiene, con todo vigor y con el peso de la razón que le asiste, su voluntad de encontrar una pronta solución al problema de Gibraltar de manera que el Peñón se reintegre al territorio nacional español. A partir de la declaración de Bruselas, de 27 de noviembre de 1984, y desde que los Gobiernos del Reino Unido y de España decidieron en febrero de 1985, en Ginebra, resolver el problema en todos sus aspectos, incluida la soberanía, a través de la negociación, se ha abierto un capítulo nuevo dominado por la esperanza de terminar con una situación injusta, sin que se menoscaben los intereses de la población. Nos encontramos no solamente ante un mundo diverso política y culturalmente, sino también ante un orden económico en el que subsisten y se agrandan las diferencias. Nos encontramos ante una coyuntura caracterizada en la última década por la crisis económica, el endeudamiento de importantes zonas en proceso de desarrollo y el rebrote de nuevas tendencias proteccionistas. No solamente la justicia y la solidaridad, sino la misma paz y la seguridad, reclaman la disminución de estas diferencias, la corrección de estas tendencias. Hace pocos meses, la Asamblea, que se enfrentó con la situación económica crítica en África, fue escenario, por una parte, del con- Distensión Desde nuestra posición de aliados occidentales, contribuimos a la seguridad común y, como parte fundamental de ello, nos esforzamos en que prospere el diálogo entre las superpotencias y en que intensifiquen su tarea los foros de entendimiento. Abrigamos la es-

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