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ABC MADRID 20-07-1986 página 46
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ABC MADRID 20-07-1986 página 46

  • EdiciónABC, MADRID
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4 Ó ABC CULTURA DOMINGO 20- 7- 86 Borja Cassani: Durante los años ochenta murieron todas lasgrandes ideas salvadoras El mercado es el lugar de encuentro más aceptable y liberal Madrid. Tulio H. Demichelli Borja Cassani, además de haber sido uno de los animadores centrales de la movida fue fundador de La Luna quizá la publicación más importante de este movimiento. Casi como anarquista de salón, sostiene que todo el mundo tiene la palabra. Con la entrevista que el lector puede leer a continuación, siguen en estas páginas culturales del domingo los encuentros con los artistas y promotores más conocidos de la posmodernidad. Yo trabajaba en la Galería Moriarty desde da culturalmente, como es la nuestra, donde su fundación. Ailí organizábamos todos los no existe ninguna autoridad moral o, mejor dijueves una tertulia en la que se ponían en cho, en donde se vive una mediocridad genecontacto gentes de todos los estratos de la ral, eso sería muy difícil. Sin grandes pretencreación: músicos, pintores, escultores, ci- siones sociales o revolucionarias, casi como neastas, poetas, a los que convocábamos un anarquista de salón, yo sostengo que todo para hablar de algún tema. Aquellas tertulias el mundo tiene la palabra. Sin embargo, la posmodernidad ha sido sirvieron para aglutinar a los miembros de una generación que tenía mucho que decir, una reflexión muy mal hecha, ha sido artifi. aunque los medios de comunicación se mos- cial. La gran desgracia durante estos años traran indiferentes y reservados. Durante fue que los ideólogos han sido los periodisaquel tiempo, a principios de los años ochen- tas. Ellos tuvieron una gran importancia duta, los grandes periódicos eran la tribuna de rante la lucha contra el franquismo y han los artistas y de ios intelectuales que descen- querido, además, convertirse en los rectores dían del progresismo de la transición, y en de la cultura. Se ha confundido la posmoderellos se despreciaba ¡o que se estaba crean- nidad con un tío que lleva un piumero, se ha do en la calle y que era, por otra parte, un re- hecho un amasijo extraño de ideas para el flejo de lo que se estaba produciendo en el sólo beneficio periodístico. Lo que ha caracterizado estos últimos mundo. Fue entonces cuando vi la necesidad de dar a conocer a todos estos artistas, utili- años, la cultura como flash o como moda, estrellato efímero y fuente de prestigio, yo zando una revista que les prestara atención. El concepto editorial de nuestra revista creo que hoy ha tocado a su fin. Al pasar de buscaba el lanzamiento de la idea de Madrid moda la cultura el artista otra vez vuelve a como una ciudad abierta, pretendía promocio- ser pobre e ignorado, a estar en su sitio de nar artistas noveles y retratar personajes, así siempre. como también luchar contra los medios oficialistas... Había muchas cosas de las que ha Snr Express y el mercado blar en las afueras de los estrictos cánones que asfixiaban nuestra vida cultural. La La diferencia entre La Luna y Sur ExLuna tuvo un gran éxito. El primer número press la publicación que voy a sacar en ocse tituló Madrid, 1984: la posmodernidad tubre, es vital: La Luna fue producto de la Aquél era una concepto que lanzábamos pasión, y Sur Express lo es de la razón. En para su discusión. Muchos de los personajes realidad, todos los objetivos que perseguía que se abrieron paso en nuestras páginas, mientras dirigí La Luna hoy se han conseluego fueron pillajeados por los medios de comunicación. A veces La Luna parecía un álbum de cromos del que todos sacaban partido. Todas las ideas y los lenguajes son estéticamente válidos guido. Madrid está prestigiada como una gran urbe, incluso por encima de su realidad, los personajes centrales de los años ochenta han sido reconocidos y se acepta el hecho de que no hay una teoría dominante, ni política ni artística. Ahora es otra vez necesario ver qué está pasando en el mundo. Ya existimos. Es preciso crear, primero, un mercado nacional de productos artísticos, porque en ese campo aún no hemos tenido éxito. Si hubiera que buscar un argumento sociológico que explicara nuestro tiempo, yo diría que es el mercado. Yo creo en el mercado como espejo, más que en el crítico o en el ideólogo. Todo el mundo puede batallar en un mundo de expresión libre, lo mismo de ideas que de fórmulas estéticas, y reflejarse en el mercado como el lugar de encuentro más aceptable, liberal y lógico. Si el público acepta y compra, utiliza y consume un producto, le da validez a! margen del esteticismo, puntillosidad y preferencias del crítico o del ideólogo. No creo en el autoritarismo estético. La labor de Sur Express será la de racionalizar el mercado, sentar- s i es posibleunas bases industriales y unas plataformas reales para la creación, gracias a las cuales el artista pueda sobrevivir, aunque ya no sea tari famoso. No creo que hablar de producto artístico, en vez de hacerlo de un objeto sagrado sea una ruptura demasiado formal. El mercado actual del arte es un mercado de productos artísticos y el manager es el verdadero artista de nuestro tiempo. Eso es lo que ha hecho Andy Warhol y su ya famosa factoría un fotógrafo hace una fotografía, que luego otro artista convierte en una serigrafía sobre la cual, finalmente, Warhol estampa su firma. Todo lo que toca lo convierte en oro y de ello, por supuesto, se benefician los artistas que trabajan para él. Hoy en día la gran labor cultural tienen que llevarla a efecto los intermediarios. EL PODER DEL BUHONERO Es el poder sin nada, lo cual tiene la ventaja de que, aun siendo absoluto como el otro, no te corrompe, puesto que te evita todos esos ringorrangos que trae aparejado el ejercicio del poder impropiamente dicho, del poder ostentado, con tanto timbre que pulsar y que se presenten en el acto motoristas, delegados de todo, quince subsecretarios juntos. O simplemente Conchita. Conchita, manda el helicóptero a por tres danones y unas rajas de chorizo, que están aquí estos señores. Nosotros, los del poder de a pie, sin secretaria que llevarnos a la boca alguna, perdiendo él tiempo en gestiones imbéciles- que si un descubierto en el banco, que si renovar el permiso de intuir o de lo que sea- pero encontrando ratos sueltos para ejercer éste poder superalterno nuestro. Julio CERÓN Posmodernismo En los primeros años ochenta habíamos entrado de lleno en el terreno de ia muerte de las grandes ideas salvadoras, tanto las de la salvación individual como las de la salvación colectiva: la religión, el marxismo... Lo mismo los políticos que los líderes de opinión estaban en crisis. Aquel vacío invitaba a una individualización de los conceptos, en la que cada uno habría de buscar su propia verdad salvadora dentro de la tribu más que en los grandes grupos sociales. Como resultado de está fragmentación de las formas de vivir y de pensar, tendría que producirse casi necesariamente una transformación de las ideas estéticas. Se impuso un eclecticismo cuyo argumento central implicaba el dar validez a todas las estéticas y a todos los lenguajes. El todo vale fue muy polémico; ahora bien, si hubiera en el mundo una sociedad hiperdesarrollada culturalmente, a lo mejor podría haber una opinión con tanta autoridad moral como para decidir qué es lo que vale y qué no. Pero en una sociedad infradesarrolla- Antes de la perniciosa invención del ferrocarril, contra la cual se alzó virulentamente en su tiempo X, y Dios le hizo la gracia de llevárselo antes de que hiciera su aparición el automóvil, el anciano de la tribu, el jefe de aldea o el alcalde eran el Poder, en aquella vida pastoril y caciquil. Hasta que llegaba el buhonero, con sus cuentas de colores y abanicos, cintas y cintillos, como Cristóbal Colón en Guanahaní. Se llevaba a las mujeres y a los niños de calle, y hasta a los hombres con sus noticias de la Corte o de otras comarcas y regiones. Y el poder era, aquellos días, él. Ese es el poder bueno, el poder que pasa de largo, entre Poder y Poder, el poder intermitente, el poder que está detrás del Poder, el poder de jornada parcial, el poder de capricho y sin horario, el poder que te llega como quien no quiere la cosa, y lo coges y lo dejas a tu aire, según lo demás que tengas entonces pendiente. Sí ÍIlJ

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