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ABC MADRID 03-05-1986 página 53
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ABC MADRID 03-05-1986 página 53

  • EdiciónABC, MADRID
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3 mayo- 1986 SÁBADO CULTURAL ABC XI Novela Un espía perfecto John Le Carré Plaza Janes Barcelona, 1986. 443 páginas Pocos ensayos y libros de historia han enseñado a los lectores tanto sobre la Europa de la guerra fría como las novelas de John Le Carré. Y es extraño, porque, en realidad, deben de poder contarse con los dedos de una mano las ocasiones en que este impecable escritor británico describe situaciones, por ejemplo en la calle, o elementos de la vida cotidiana, ambientales a lo largo de los miles de ciudades por las que ha hecho circular sus espías y fluir su discurso narrat i v o El anchísimo John Le Carré mundo que abarca en sus novelas Le Carré, si uno se fija, resulta ser ciertamente exiguo: sólo lo habitan agentes de servicio exterior. No hay nada más, ni nadie, que sea ajeno al relato estricto que se desea contar. Ciertamente, podría decirse que ese es precisamente el procedimiento preferido para las historias de colección barata. Sólo que esas colecciones no contienen volúmenes de cuatrocientas o quinientas páginas ni te enseñan mejor que un tratado lo que fue, y es hoy, la guerra fría. Son novelas de espías, sí, en las que aparece el más hermoso monumento de Praga porque una presa tiene allí su cita y se habla de la luna llena si puede arrojar demasiada luz sobre una acción, pero su densidad hace sufrir. Y es que los personajes de Le Carré están tan solidísimamente construidos, son dueños de unas vidas tan completas y complejas que cada uno de ellos, con su historia detrás, constituye todo un ejemplo de su época y de un determinado entorno social. Son los espías más profundamente humanos que la historia de la literatura ha conocido, y, no obstante, lo único que hacen es espiar. Y mientras espían, recuerdan. Hasta La chica del tambor toda la obra de Le Carré parece seguir el hilo conductor de ese recuerdo, que ahora, con Un espía perfecto recupera de nuevo su continuidad. La chica... había quizá llevado las cosas demasiado lejos, ni más ni menos que a Palestina, donde hace un sol que derretirían a los agentes paliduchos de fríos y lluvias británicos y centroeuropeos que constituyen una verdadera familia literaria del escritor. Pero unas vacaciones bajo ese sol le han dado fuerzas sin duda para abordar esta una vez más solidísima historia de un espía doble que hoy comentamos. Es ésa una figura que en la obra anterior de Le Carré y, especialmente en las últimas andanzas de Smiley, había aparecido como detonante de otras situaciones que afectaban- y esto era lo importante- a espías sencillos. Al propio Smiley o a su enemigo soviético Karla. Digamos que con mostrarnos a fondo el ser de un agente, aunque lo fuera sólo de un bando, Le Carré había tenido bastante. Pero ahora ha rizado el rizo, y con la misma minuciosidad. El espía doble es Magnus Pym. Cómo llegó a convertirse en ello es lo que John Le Carré nos cuenta paso a paso, sin omitir un detalle y desde que lo engendraron. El lector que suponga o espere unas razones de tipo ideológico o político como fondo de ese proceso se equivocará. Le Carré siempre se ha mantenido por debajo- -ya que no por encima, no es eso- de la política; siempre aferrado a los hombres y mujeres que eran de verdad sus espías. Y con Magnus Pym ocurre lo mismo. No se trata del ser atormentado que, abrumado por la certeza intelectual de sus convicciones, decide pasarse al otro bando, como Smiley no era tampoco la versión seria del 007. En ambos hay un mundo interior de vivencias y sentimientos que para Le Carré es preciso contar, y contar no despachándolos con someras descripciones sino levantando el telón de cada escena una detrás de otra, estudiada, medidamente. Aunque tan densa y lenta de leer como las anteriores novelas, Un espía perfecto posee una luz, una brillantez mayor. Tal vez, simplemente porque su protagonista tiene cobertura diplomática y ello supone que aparezcan en el escenario fiestas, y ambientes en general, más lucidos. Pero, sin duda, la sordidez, el color gris y la infinita tristeza de las historias de Smiley quedan aquí mitigadas ante el carácter mundano de la vida de estos nuevos protagonistas. Sin embargo, Le Carré nunca había construido un personaje con tan nulas posibilidades de salvación, tan poco dueño de su propia vida como Magnus Pym. Otros personajes lo habían sido al menos de sus frustraciones. Pym se limita a simular quo reacciona tal y como debe hacerlo, según de lo que se trate. Aparece en un momento del libro- y en otros se le cita- el gran escritor de la simulación, Thomas Mann, y llevados por tal sugerencia, Magnun Pym nos recuerda un tanto a Félix Krull. Sólo que el espía perfecto no encuentra placer, belleza ni verdadero beneficio en sus estafas, ni tampoco encuentra en ellas una escuela de vida, sino simplemente una escuela de lo que debe hacer. Porque el espía perfecto es un hombre de verdad. Ana SALADO Caballo de Troya (II) J. J. Benítez Editorial Planeta 445 páginas Ya está claro que nos hallamos ante el segundo tomo del inquietante Caballo de Troya Es decir, ante un nuevo argumento de fantasía y recuerdos hermosos, de luces, de peligrosas sombras y de mares bíblicos. Ellos, los testigos de la Pasión. Año 30 de Jesucristo. Y Jesús de Nazareth al lado de una organización humana de hoy que, en virtud de un progreso inventado, acude a ver ese otro mundo de inmensas palabras, de hombres rudos que vivían en el amor del Gran Creador de la paz, del pan y la luz. Pero, ¡mucho cuidado! este hbro, ni el antenor, no constituye evangelio. Es una fantasía con certerza de preciosa realidad cristiana, en la que, a veces, sobresale la poesía de Cristo, el pastor y el resucitado, A veces, unas frases dicen lo que puede ser el alma del libro. Yo, en mi vida íntima, no suelo acostumbrar a mi alma a leer libros sin alma. Y en éste existe el alma en profundidad y en desasosiego. Insisto en la imprudente peligrosidad de la obra, genial, brillante, multicolor, hermosa en sus crepúsculos. Es, aquí, como andar entre tierras movedizas. Pero, también, hay piedras rocosas, la de Pedro, para resistir, aceptar, amar y seguir. No, de ninguna manera, nos hallamos ante la Verdad con mayúscula. Pero sí en un huerto de emociones. Lo más aburrido, abrumadoramente aburrido, es la técnica, técnica de módulos, de máquinas y de pesadeces, que se distribuyen con ingenuidad leve de Julio Verne. Lo importante es lo otro: llegar, ver, el diálogo, la Magdalena... Tierra del amor de Cristo; la Cruz y el ayudante de la Cruz; las mujeres, también. Infinidad de rincones, literarios algunos, que Jesús superó en el más grande de los caminos de la Historia. Y se dice en la obra: Ya sabía que a partir de aquel encuentro con el Maestro de Galilea nada en mi vida sería ya igual ¿Cómo será ya nada igual si la vida cambia con sólo mirar a una estatua de Grecia? O a un atardecer, solo, bajo los castaños cansados de París. Y allí estaba la inventada luz del Nazareno, en la obra, se entiende, ya que la obra lleva dentro una carga de teología especial. En el centro de mi existencia, y para siempre, se había instalado un nombre: Jesús de Nazareth. Justa lección que cubre las más hermosas literaturas de las pasiones y de los cielos tristes. En la nube de los misterios, Dios, Cristo, la Magdalena- tienen que preocuparnos los pensamientos de la Magdalena, que, quizá, llegasen a la máxima melancolía del llanto. Camino de esencias y de estética- Y éste es el libro alucinante; el libro del pan santo y del vino fresco. Y el de los cobardes, que son las figuras del tiempo de hoy; ejecutivos y torpes, que no saben dónde se encuentra Palestina. La obra de Benítez es menester llevársela a un Parador de fin de semana para comprobar que es mejor leer que no leer. Hay tiempo para todo. José Luis MARTIN ABRIL P I S O S RfllftACONCHA 1. a ZONA 4- 5 habitaciones, 2- 3 cuartos baño, 2 plazas garaje Teléfono (943) 42 66 44 SEBASTIAN

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