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ABC MADRID 03-05-1986 página 51
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ABC MADRID 03-05-1986 página 51

  • EdiciónABC, MADRID
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3 mayo- 1986 SÁBADO CULTURAL ABC IX Relatos Biografía Relatos inciertos José Ruiz- Castilio Ucelay Ediciones Libertarías Madrid, 1985. 222 páginas María Teresa Jiménez Priego Premio González- Falencia de Investigación Madrid, 1986 Este libro pertenece a la colección Nueva Narrativa Española de esta editorial; pero, si no es plenamente representativo de toda la nueva narrativa española, sin embargo, puede ser significativo, sociológicamente, del modo de ser y de pensar y de querer de un cierto sector humano, tal vez. Digo tal vez porque el escribir puede traicionar la verdad del ser y su pensar y querer, ya que este libro- Relatos inciertos- no está bien escrito; los relatos, no bien trabados, y como un todo narrativo, o quizá novela, está falto de unidad consistente. No son defectos definitivos, pues el narrador es nuevo: quiero decir, el autor es joven. Y frente a lo deficiente hay valores cumplidos, como una detenida observación de la realidad, una capacidad crítica, imaginación fabuladora y cierta soltura expresiva. Ha faltado, sin embargo, autocrítica para que esa soltura expresiva no se transformara- como ahora se lee en las hojas impresas- -en desmesura verbal, en incoherencia sin gracia suficiente, en expresiones tópicas que ahogan to que pudiera haber de acertado; y esa imaginación, sin control- -y sin oficio suficiente- queda en disparate sin atractivo, en absurdo que cansa o no despierta el interés apenas. Relatos inciertos. ¿En qué sentido inciertos? No son falsos: la verdad que parece hallarse, aún incómoda, en ellos lo es, es verdad: Los pensionistas (primer relato) critica una cierta masificación, explotación del hombre, la anulación de su dignidad de persona... El domingo en el jardín es el enfebrecido segundo relato, pesadilla, escritura casi automática... en todo caso enloquecida historia, que muestra, junto a puntos de acertada exuberancia, desproporción incontenida, porque sin trabajo suficiente casi todo se abandona a la espontaneidad. El número capicúa es el relato que termina el libro, y es, de nuevo, una crítica, con cierto humor, con cierto suspense, a lo aherrojante de ciertos sectores comerciales; aquí también la falta de medida es mucha no sólo en la estructura del relato, en el uso de palabras, sino en esa burda referencia religiosa que, sin gracia ninguna, queda en una boba torpeza que, repito, una más objetiva crítica previa habría evitado de raíz. Así, los tres rplatos son tres- valga la aparente perogrullada- porque aunque el autor repita nombres de los otros relatos, hilvane de algún modo sucesos... es un tan débil hilván que no cose bien, que no forma un libro uno. De todos modos, un libro no hace a un escritor, sino muchos, y el trabajo. Pedro Antonio URBINA Un libro biográfico- que es algo mucho más creador que una simple monografíacomparte los postulados de la ficción. Al punto que parece inventarse al personaje. María Teresa Jiménez Priego, escritora y profesora, adjunta a la cátedra de Historia del Arte Medieval y Renacentista de la UNED. logra una cosa así porque resucita de sus cenizas la personalidad humana y artística de Fausto Culebras, con tesón y coraje. Consistencia y relieve se dan la mano para que el tabiques de la investigación. No era fácil hacerlo porque apenas existía un puñado de bibliografía voluntariosa y un legado artístico, perdido y semiolvidado. María Teresa Jiménez Priego da cuenta cabal de su genio. Fausto Culebras- Fausto pues este era su nombre de guerra- -inscribe su nombre como pintor y como escultor, sobre todo, en la etapa de renacimiento de la escultura española, la que va de Julio Antonio a Victorio Macho, cuyo eje y objeto primordial- como quería Unamuno- no era sino el hombre en su pesantez y figura. Hace algo todavía más decisivo: pone en pie a Fausto y a su circunstancia. Su monografía es una crónica a veces sucinta, a veces compleja, gracias la cual podemos leer las imágenes de la existencia de Fausto, pero también sorprender su secreto. Quizá las fuentes documentales son- como no podía ser de otra manera- un poco cordiales y de simpatía. Porque ha tenido que recurrir a las hemerotecas, a los periódicos de la época, a los amigos fraternales del biografiado, etcétera. No ha sido óbice para indagar en documentos fidedignos, aunque más ingratos. El empeño titánico nos devuelve en tres capítulos- El artista y su entorno El artista ante su obra El artista ente la crítica junto con una introducción y un apéndice documental absolutamente impagable- -un personaje en todas sus potencias. La reconstitución de la semblanza humana de Fausto incluye confidencias de amigos como Luis Crespo Leai, Amador Falcón, etcétera, que presentan las líneas netas del retrato. Las vicisitudes de su formación con los viajes a Roma, París y América del Sur, demuestra un apoyo escaso para quien lucía una estrella segura. Cuenca, su tierra, lo toleró o poco más, mirando de soslayo una obra reveladora, sin entenderla ni apoyarla. La acusación queda en el aire. Pero arranca de ahí el discreto desencanto y la decepción del artista. No puede decirse lo mismo de críticos y amigos en los que Fausto encontró siempre una estima muy alta. María Teresa Jiménez ha investigado el contexto inmediato que explica los años de aprendizaje- -con la guerra civil en Cuenca- -y la lucha de) a posguerra. Fausto distaba mucho de representar al hombre huraño o caedizo, capaz de ilusionarse cuando el proyecto merecía la pena. Ocurre que fue burlado en ocasiones, hasta el punto que alguna de sus obras- L a cena concretamente, espléndido proyecto a punto de realizarse, no consiguió llevarlo a término- No cabría decir, a la vista del volumen de su pintura y de su estatuaria, que fuese un artista frustrado. Pero sí que sus posibilidades quedaron truncadas en un momento emergente: cuando su carrera artística había logrado la atención de la sociedad y de los organismos oficiales, con el encargo del monumento a don Andrés Hurtado de Mendoza. Este libro vale por su propia estructura y su cabal organización, pese a algunos extremos matizables, e incluso a una exigencia de mayor compulsión. Es un trabajo que tiene cualidades poéticas, rigurosas intuiciones estéticas que demuestran el calado de la autora y su futuro como escritora y como investigadora. Pero Fausto es por sobre todas sus virtudes un libro de creación. Y eso es lo que justifica- -aparte su exhaustiva recolección de documentación en los mil y un lugares donde quedaba una huella de Fausto- la atención del libro. El estudio del mundo fáustico, estilo y la estética del escultor presididos por la emoción, la fuerza y el carácter. Culebras recoge la tradición clasica del arte en pintura y escultura. Un arte potente, recio, áspero incluso. Con respecto al paisaje de Cuenca, es el descubridor del otoño, que en su paleta cobra toda su transparencia y fluidez. En el retrato alcanza una gran expresividad fundada en el realismo ibérico. Es como escultor donde muestra su indómita y encantadora rudeza- posiblemente como una traducción impalpable de las rocas conquenses- el vigor y la fuerza terrígena de sus volúmenes. Si hacia 1950 logra dar mayor libertad a sus retratos y afina la materia de sus paisajes, en la escultura religiosa y civil su personalidad aparece arrolladura. María Teresa Jiménez Priego ha hecho un regalo. No faltará quien crea que ha sobrestimado a su personaje. Nosotros pensamos que únicamente ha hecho lo que su sensibilidad le exigía. El catálogo sobre la obra de Fausto es absolutamente deslumbrador por su perfección y su rigor, puesto que consta de 171 fichas, con todos los datos técnicos y glosa crítica que sólo un espíritu tan abnegado como el de la autora era capaz de realizar. Fausto representa en la bibliografía artística una obra de inestimable valor, pero sobre todo es un ejemplo de vocación ensayística lograda en muy altos niveles. Florencio MARTÍNEZ RUIZ

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