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ABC MADRID 03-05-1986 página 46
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ABC MADRID 03-05-1986 página 46

  • EdiciónABC, MADRID
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IV ABC A supervivencia de los mitos griegos- -en los reflejos de su espíritu, en el aprovechamiento de sus alcances metafóricos y, no digamos, en su utilización poética y literaria- por debajo de los desarrollos intelectuales y racionalistas que caracterizan, en los últimos siglos, a esto que llamamos, discutiblemente, cultura occidental, constituye cuando menos un fenómeno apasionante. No hace falta lanzarnos, por muy superficial que resulte, a un rápido recorrido histórico, para comprobar su persistencia y vitalidad a través de los siglos. La codificación literaria de la mitología helena- -sin detenernos en distingos y puntualizaciones- que realizara con aliento hercúleo el padre Hornero, determina una de las raíces decisivas, aparte de un inagotable tesoro, del pensamiento y las referencias humanas. SÁBADO CULTURAL 3 mayo- 1986 nes rastreables de los otros? ¿de dónde procedía su evidente capacidad funcional y engendradora de simbolismos y paradigmas? Estas y otras cuantas forman la cadena de interrogaciones que Geoffrey S. Kirk se formula con rigor implacable. No es hacedero resumir sus conclusiones y respuestas. Sin embargo, no debemos renunciar al establecimiento de una restringida carta de situación. A modo de advertencia Kirk nos indica: sabemos que el término mítico implica una esencia poética o mística no analizable en términos lógicos y concretos Tal afirmación no representa, como pudiera aparentar, una disculpa ante eí mandato científico que alienta en un investigador concienzudo. Su navegación en pos de las esencias de lo mítico resulta, en ocasiones, azarosa. Por lo pronto, se alza frente las teorías monolíticas. A Max Müller, con su conocida y exagerada afirmación de que los mitos eran una enfermedad del lenguaje a Freud cuando pontifica que los mitos son vestigios distorsionados de las fantasías, productos de los deseos de naciones enteras, los sueños de toda una época, la de la joven humanidad... fantasías que satisfacen ciertos deseos incumplidos a la idea de los arquetipos de Jung; a las interpretaciones de Cassirer, Lévy- Strauss, Mircea Eliade... La riqueza del pensamiento y el sentimiento mítico desbordan, para Kirk, la generalización de esos análisis y elucidaciones, parciales en un sentido y uniformadores en otro. No es posible conformarse, aunque suponga un alto contenido de realidad, con declarar que los mitos son cuentos y los cuentos son la forma principal de expresión y comunicación de las sociedades tradicionales Por eso al comentar las versiones definidoras de Hesiodo avanza varios pasos más y consigna que quizá lo más importante es que quedemos con la sensación de que los mitos son ante todo parte de la vida misma Ese vivir de los griegos en el cual los mitos constituyen la médula del largo y misterioso espacio que va de la soñada edad de oro al nacimiento del pensar filosófico, cuanto Tales, Anaximandro y Anaximenes se ponen a meditar frente a la Naturaleza y lo que es y representa el asombro que les provoca. Kirk recoge la ¡dea de la mutación mental apuntada por Vernant, para adentrarse en el fenómeno del desplazamiento de un pensamiento mítico por el pensamiento filosófico Es lástima que Kirk no haya leído a Zubiri, por lo menos en lo referido a la nueva actitud humana que supuso la sustitución de la actitud mítica por la teorética El autor de La naturaleza de los mitos griegos se sitúa en otras perspectivas, tras señalar que los pensadores jónicos, conocidos como escuela de Mileto, fueron los primeros en rechazar de un modo consciente la tradición de las explicaciones míticas El libro puede quedar ahí. Los jónicos apuñalaron a Zeus, Poseidón, Atenea... Pero, para goce de Kirk, el funcionalismo de los mitos griegos no fue aniquilado. José María ALFARO L LOS MITOS GRIEGOS Geoffrey S. Kirk Argos Vergara, S. A. Barcelona, 1984 Para que no haya engaños ni sorpresas, Kirk expone sus propósitos en las primeras líneas. El principal objetivo del libro- e s cribe- más que el de referirse al contenido de los mitos, es el de argumentar sobre lo que puede o no puede considerarse como En nuestro propio siglo- como ejemplo a la mano de todos- las investigaciones y teorías de Freud, de tan amplias consecuencias y resonancias, toman en varios casos como referencias y arquetipos a personificaciones y simbolismos procedentes del pensamiento mítico legado por los griegos primitivos, inventores de la fecunda y prolija teogonia que buscara su principal asiento sobre el monte Olimpo. La presencia del legado procedente de los mitos griegos se entrelaza con hábitos y comportamientos del hombre actual, infiltrados sobre todo, por la viva realidad instrumental del lenguaje. Dioses y héroes de la Grecia creadora continúan viviendo entre nosotros, a pesar de los estratos interpuestos por sucesivas creencias e interpretaciones acerca del origen y la existencia del hombre en el mundo que habitamos. Y para concluir con esta reflexión- o digresión- inicial en torno a la resistente pervivencia de la mitología clásica hasta el hoy representativo; voy a aducir tan só! o una muestra, originaria en esle caso del ámbito heroico. Ahí está, con todos sus lustres y significaciones, nuestro escudo nacional, con la materialización míticolegendaria de las columnas de Hércules flanqueando la elocuencia histórica del orgulloso simbolismo heráldico. Creo que bastan las líneas precedentes para acreditar la importancia de una obra que aborda, en profundidad, la naturaleza de los mitos griegos Su autor, Geoffrey S. Kirk, es un estudioso, filólogo y profesor de lenguas clásicas, apasionado por revelar a los curiosos del mundo de hoy- apasionados por conocer la genealogía de su espíritu- algunos antecedentes formativos de su sensibilidad. Kirk ya era conocido en España por las versiones de El mito. Su significado y funciones en distintas culturas y Los filósofos presocráticos dos estudios que vienen a complementarse con el que comentamos. La naturaleza de los mitos griegos es un libro complejo pero claro. La complejidad le llega por la sustancia misma de las cuestiones tratadas. Y la claridad arranca del dominio voluntarioso y científico del tema, capaz de permitirle la consecución de comprensibles síntesis; así como el uso, casi permanente, de una profesoral iluminación expresiva, fronteriza a la didáctica. mito griego, el de examinar sus funciones y su posible evolución No se busque en él nada misceláneo ni semejante a una cartilla o abreviada enciclopedia sobre mitología. Ni tampoco interpretaciones o paráfrasis, por muy deslumbrantes que resulten, a la manera de las compuestas, con gracia y fantasía poéticas, por Robert Graves, inteligente e imaginativo aficionado a instaurar mitos por su cuenta, como demostraría con su concurso a la elaboración del un tanto fabuloso y retocado de Lawrence de Arabia. En cierto modo podríamos decir que Kirk realiza un estudio de crítica histórica, en el que su tratamiento de los mitos griegos comienza por la exploración de las realidades olímpicas, para irse dejando cercar, con movimientos casi imperceptibles, por las modernas teorizaciones antropológicas. Su recorrido en busca del funcionalismo cultural y espiritual de los mitos helénicos abarca, para resumir, desde Hornero y Hesiodo hasta Cornford y Lévy- Straus. Hornero realiza la descomunal operación de presentarnos en acción a los mitos griegos. Haciéndolos intervenir en las legendarias empresas de la guerra de Troya y el periplo de Ulises los ordena y determina para la posteridad. Hasta entonces- por lo que sabemos- -han vivido y crecido en la tradición oral y en el rito y el culto populares y sacerdotales. Por medio de los escritos de Hornero, Hesiodo, los grandes trágicos, etcétera, podemos aproximarnos a su función religiosa y a su intervención en la existencia de los griegos. Pero ¿cuál era ciertamente su naturaleza? ¿cómo se fue constituyendo ese mundo mítico, hasta alcanzar las características con que hoy lo conocemos? ¿qué deidades y héroes olímpicos pueden considerarse propiamente griegos y cuáles eran los oríge- i mamut atinan ¡MÍ

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