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ABC MADRID 17-04-1986 página 3
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ABC MADRID 17-04-1986 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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EDITADO POR PRENSA ESPAÑOLA SOCIEDAD ANÓNIMA 17 DE ABRIL DE 1986 FUNDADO EN 1905 POR DON TORCUATO LUCA DE TENA OY a ocuparme de dos temas tan viejos como e l m u n d o el miedo y la paz, y sus relaciones. Empecemos por reconocer que el miedo es un fenómeno esencialmente humano. Un animal acorralado puede sentir algo parecido, pero el miedo propiamente dicho es característico del hombre. Desde que nace es consciente, por su propia inteligencia, de los mil riesgos que corre cada día, y que aumentan con el mismo desarrollo de la sociedad. Hace cien años nadie podía ser atropellado por un coche o caerse con un avión. Pero, sobre todo, somos conscientes de que otros hombres pueden hacernos daño, para robarnos, para lograr fines personales o sociales, o simplemente para humillamos y divertirse a nuestra costa. La personalidad humana se fragua en una lucha permanente contra el miedo. Los primeros temores infantiles (el trueno, la simple oscuridad) van siendo dominados, pero van surgiendo también otros peores. La vida social, por todo ello, se organiza en torno a la creación de áreas de seguridad. Se organizan fuerzas de defensa contra el enemigo exterior; se crean policías para defendernos contra la delincuencia; se organizan tribunales para la solución pacífica de los litigios; se montan complejos sistemas de seguridad social para cubrir (en parte) los riesgos del accidente, del infortunio o de la vejez. Diversos socios se agrupan para crear una mutualidad; o varios países se alian para establecer áreas garantizadas de seguridad internacional. Pero la ansiedad y el miedo siguen ahí. Un hombre y una mujer se casan, crean una familia, una de las más antiguas y eficaces instituciones de seguridad física y moral, pero pueden perder la confianza el uno en el otro. Las alianzas militares sufren igualmente graves crisis de confianza. Y lo peor es que siempre hay personas dispuestas a usar la insidia, como lo hizo Yago con Ótelo, hasta llevarle a matar, por celos, a Desdémona; o el chantaje, o sea la amenaza de revelar algún secreto a cambio de determinadas concesiones, y así sucesivamente. Hoy, las sociedades se ven, en medio de una crisis profunda, bastante confundidas al respecto. Numerosos grupos se dedican al peligroso deporte de que sus violencias y otros abusos, sean tolerados, para evitar mayores males. La doc- ABC MIEDO Y PAZ REDACCIÓN ADMINISTRACIÓN TALLERES- SERRANO, 61 28006- MADRID V trina del mal menor es perfectamente correcta, cuando se aplica con una mente fría y prudente; pero se convierte en el peor de los desastres cuando se actúa bajo la presión del miedo. Entonces, por evitar un riesgo menor, se consienten males mayores, por si acaso. Hay que hablar con claridad. Hoy en muchos asuntos se actúa pura y simplemente por miedo. La vida actual es tan compleja, los medios de destrucción acumulados por el hombre son tan poderosos, la novedad de muchas situaciones es tan patente, que las sociedades actuales han perdido el control del miedo. En eso consiste precisamente una crisis histórica. Ortega afirmaba que una crisis reside en que una sociedad se da cuenta de que el repertorio de ideas con el cual se enfrentaba con el mundo y sus problemas ya no le sirve. Yo me atrevo a apuntar que, siendo ello muy certero, el problema verdadero se plantea, surge con el miedo; con el miedo de la mayoría de que las instituciones ya no son capaces de controlar el miedo general. Hay casos en los cuales se tolera el terrorismo para evitar mayores males, como si pudiera haber un mal mayor que el de que un grupo de criminales atemorice a una población entera. La aparición de la guerra revolucionaria es uno de los hechos más importantes de nuestro tiempo. Consiste en la justificación de acciones violentas de todo tipo, al servicio de una supuesta causa revolucionaria, incluyendo no sólo todo tipo de acciones terroristas, sino intervenciones militares como las que viene realizando el coronel Gadafi en diversos países africanos. Embajadas, aeropuertos, restaurantes, salas de fiestas y países enteros son así sometidos a la EDICIÓN INTERNACIONAL Un medio publicitario único para transmisión de mensajes comerciales a ciento sesenta naciones violencia liberadora mientras se pretende que toda acción en contra de sus responsables pone en peligro la paz mundial. En el estado actual de la Comunidad internacional no cabe otro camino que el uso prudente de la legítima defensa. No puede aceptarse el uso unilateral e ilimitado de la violencia terrorista, y menos cuando se utiliza como instrumento de la política de un Estado. El presidente Reagan ha cumplido con su deber de gobernante cabal y merece el reconocimiento de cuantos desean la paz mundial, dentro de una seguridad mutua garantizada. Debe añadirse que, a pesar de frecuentes declaraciones retóricas, no se ha tomado aún en serio la cooperación internacional contra la guerra revolucionaria y su principal instrumento que es el terrorismo. Son todavía muchos los países que no han ratificado las convenciones internacionales del Consejo de Europa contra el terrorismo. No funcionan los sistemas de extradición contra los terroristas. Muchos Gobiernos no quieren poner en práctica el embargo efectivo de ventas de armas a países que colaboran con el terrorismo. Continúan volando aviones civiles a aeropuertos de naciones que albergan a terroristas. En las Naciones Unidas no se ha llegado a una definición del terrorismo, porque, para muchos, los terroristas siguen siendo guerrilleros o luchadores por la libertad En particular, la incapacidad de reacción de Europa, dividida por intereses económicos, y particularmente la de Italia en el caso del Achule Lauro mostraron desgraciadamente la imposibilidad de los occidentales para ponerse de acuerdo en estas cuestiones del terrorismo. Así no se puede continuar. No se puede seguir viviendo paralizados por el miedo, ni atenidos solamente al corto plazo. La paz no ha prevalecido en Vietnam, ni en Angola, ni en Etiopía, ni en Afganistán, ni en Centroamérica. Ha llegado el momento de recordar que la paz no es el fruto de la pasividad, sino que, para lograr la tranquilidad en el orden, hace falta una perpetua vigilancia. Aceptar el terrorismo como un hecho normal, dentro o fuera de las propias fronteras, es aceptar su victoria, en el largo plazo. No puede el mundo civilizado permitirse el ceder el triunfo a los bárbaros. Manuel FRAGA IRIBARNE

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