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ABC MADRID 28-03-1986 página 76
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  • EdiciónABC, MADRID
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í Especial viernes Filmoteca TV PELÍCULAS FIN Filmoteca TV Alee Guinnes es Inocencio III en Hermano Sol, hermana Luna Una escena de La pasión de Juana de Arco En la puerta, Falconetti Jean Cocteau, poeta de sangre surrealista Hermano Sol, hermana Luna de Franco Zeffirelli. 1972. Color. Ciento diecisiete minutos. Hoy, a las ocho y media, por la Segunda Cadena, en Especial viernes Franco Zeffirelli es un prestigioso director teatral que, de vez en cuando, se ha asomado al cine. Ha adaptado con frecuencia a la pantalla obras de Shakespeare, como La fierecilla domada y Romeo y Julieta Y si en esta última hada de los personajes jóvenes modernos en esta pseudobiografía de San Francisco de Asís que es Hermano Sol, hermana Luna se propone nada menos que hacer de su personaje central un precursor de los hippies lo que no deja de ser un tanto descabellado. La pasión de Juana de Arco de Cari T. Dreyer. 1928. Blanco y negro. Sesenta y cinco minutos. Hoy, a las doce, por la Segunda Cadena, en Filmoteca TV Ha sido la figura de Juana de Arco innumerables veces llevada al cine e interpretada por grandes actrices como Ingrid Bergman, que la incorporó por dos veces, en filme, respectivamente, de Víctor Fleming y Roberto Rossellini. Pero en ningún caso ha alcanzado la grandeza que María Falconetti supo darle a través de su patético rostro, retratado casi siempre en primer plano, en la película de Dreyer que hoy nos ofrece TVE y que es no sólo una de las mejores del genial realizador danés, sino un clásico auténtico e imperecedero. Rodada en Francia, La pasión de Juana de Arco concentra su acción en el último día de vida de la Santa, presentándonos los momentos claves de su proceso, su condena y su posterior quema en la hoguera. Una magistral fotografía de Rudolf Maté, que más adelante se convertiría en realizador de títulos no excesivamente relevantes, pone de relieve las mínimas alteraciones de los rostros de los personajes, al tiempo que les enmarca en un fabuloso, por su sencillez, decorado. Y Dreyer, siempre atento al menor gesto significativo, hace una película que se adelanta en mucho, y con ventaja, a las mejores de otro nórdico de talento, Ingmar Bergman. La sangre de un poeta de Jean Cocteau. 1930. Blanco y negro. Cincuenta y un minutos. Hoy, a la una v cuarto aproximadamente, por la Segunda Cadena, en FilmoDada la corta duración de La pasión de Juana de Arco Filmoteca TV complementa su programa con la emisión de La sangre de un poeta sin que quepa ver muy claramente el motivo de la unión de películas tan dispares. Es el filme el primero que realizara el poeta, novelista, dramaturgo y dibujante Jean Cocteau, que, a partir de él, frecuentaría con cierta asiduidad la pantalla, a la que dio títulos interesantes, como Orfeo y La bella y la bestia y otros que lo son menos, como El testamento de Orfeo o El águila de dos cabezas aunque siempre gozó de cierto prestigio, debido antes a su propia personalidad que al resultado de cada una de sus obras en concreto. Fue financiado el filme, por así decirlo, a fondo perdido, por el vizconde de Noailles que, previamente, había producido La edad de oro de Buñuel, y quiso ser de algún modo la réplica de la particular manera de ver el surrealismo de su autor a la de nuestro compatriota. Ni que decir tiene que mientras La edad de oro conserva, a los casi sesenta años de su producción, la misma fuerza y virulencia poéticas del momento en que se r e a l i z ó La sangre de un poeta es hoy poco más que una curiosa pieza de museo. Es el poeta del título Enrique Rivero, y en papeles secundarios aparecen intérpretes luego populares y hoy olvidados como Pauline Cartón y Odette Talazac. Mala Buena Pasable Muy buena Para cinefilos VIERNES 28- 3- 86 El sueño eterno- EXEQUIAS La vocación española por lo único parece insaciable. España, que es el único país de Europa con equipo de fútbol en cada una de las tres semifinales continentales, también será el único que se quedará sin verlo por televisión, lo que demuestra que Televisión Española constituye de veras ese ente cuajado de soberbios profesionales al mando, en lo deportivo, de uno al que llaman Zapatones, coadjutor de Calviño, nuestra calavera de Yorik, y no por lo que representa de duda- q u e sabemos que la duda ofende, además de ser uno de los nombres atribuidos a la inteligencia- sino por lo que simboliza de muerte, que nos van a matar el fútbol y, como en las coplas de hace tres siglos, matarán al Ave María y matarán al Padre Nuestro, pues recuerde el alma dormida cómo los mayores despliegues profesionales de Calviño coinciden con alguna pompa fúnebre, y así lo vimos en las exequias de Montesquieu, en las exequias de don Enrique Tierno, y a diario, en las exequias de la lengua castellana, en este caso de una m a n e r a que nunca imaginó Juan Pablo Forner, roturando el terreno cultural del eximio diccionarista don Javier Solana, ministro pane lucrando de ordinales, sectaristas, prioritarios, laboralizaciones y no sabemos si también de esos empresarios proteccionados que los de Hacienda nos anuncian en Televisión, con lo cual se desvanecen en la noche de los tiempos los nombres de Nebrija y Covarrubias, porque el de Alfonso de Patencia corresponde ahora con justicia a Alfonso Guerra, renovador- ¿o revisor? -del universal vocabulario en latín y en romance, que pronto sustituirá al diccionario de la Academia con el que se retratan los señores ministros en la mesa del Consejo, según nos los muestran en televisión. El temor a la intoxicación es preocupante, y un literato como Federico Jiménez Losantos ha resuelto administrarse durante la Semana Santa cuatro películas como cuatro purgas: Vértigo Bajo el fuego Relaciones sangrientas y Estoy en crisis POLEMON 76 A B C

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