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ABC MADRID 07-10-1985 página 56
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ABC MADRID 07-10-1985 página 56

  • EdiciónABC, MADRID
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56 ABC CAMPEÓN LUNES 7- 10- 85 Una jugada propia de Butragueño y el consiguiente golazo de Santillana, casi al final, valieron para dar ai Real Madrid dos puntos importantísimos, por los que el equipo blanco luchó mucho más y bastante mejor que el Atiético. Los colchoneros quedan ya a seis puntos del Madrid en la clasificación y seria ridículo que en esta ocasión apelasen a la injusticia o al infortunio para explicar su derrota. Los madridistas habían tenido ocasiones sobradas para no sufrir hasta los últimos minutos, pero Fillol, ayer, demostró que sabe parar los balones. A Santularia, uno de los mejores arietes que ha tenido el fútbol español, la ganga de los años le irá quitando el brillo. Es natural, es triste. Pero ningún fulgor es tan hermoso como el de esos relámpagos que, de pronto, rebeldes frente al peso de la presentida oscuridad, surgen en el aire casi apagado, para asegurarse de que la memoria nos dirá siempre cómo lució la frente o te bota de ese hombre en los buenos días perdidos. Carlos Alonso, erguido en su hora crepuscular, alumbró ayer uno de esos súbitos relámpagos; y en su ánimo, sin duda, otros iguales esperan el turno para ofrecer la luz postrera, la luz de la despedida. Nunca le ha gustado a uno afrontar el análisis de los partidos exclusivamente en términos de mérito o de justicia. Cuando ganen todos los partidos quienes lo merezcan la gracia del fútbol se habrá agotado. Si ese día llegase, habría que quitar el cartel de No hay billetes y poner en su lugar este otro: No hay emociones Los entrenadores, sin embargo, se empeñan en utilizar ese criterio de lo justo y lo injusto. Parece estar en su ánimo que los resultados se decidan con un ordenador. Luis Aragonés es uno de esos entrenadores. En su honor, hoy, vamos a contagiarnos de ese modo de juzgar los partidos... para decir que el de ayer, desde luego, mereció perderlo su equipo (o mereció panarlo el Madrid) Hasta los entrenadores más lúcidos y clarividentes- y Luis es uno de ellos- tienen deformaciones profesionales. Les gusta, por ejemplo, decir cosas que no significan absolutamente nada, pero con las cuales MefereS Priatirid, ante usi Atlétlso sereno, pero conformista se hace una retórica que viene de perlas para confundir al que no ha visto el partido y despistar al que sí pudo verlo. Los políticos dicen enormemente cordial y tremendamente positivo cuando, al salir de una reunión, no saben qué decir o no pueden decir nada. Los entrenadores, al salir del campo con una similar carencia de ideas, prefieren esta frase: Teníamos controlado el partido... Es lo que Luis declaró ayer. Para eso, mejor es callarse. Y no es, por supuesto, un agrio comentario específico para este gran entrenador. Casi todos sus colegas hacen lo mismo. Esa tontería- tener controlado el partido -es el comodín favorito de los técnicos eri apuros. Nunca lo dicen los vencedores. Sinceramente, sería bueno que alguien explicase qué significa, de verdad, esa vaga declaración. Si Luis asegura que tenían este partido controlado, hay que deducir que ese control es una de estas cosas: 1) Rematar a puerta sólo una vez en todo el partido y chutar otras dos veces al graderío, sin peligro alguno para el rival. 2) Comprobar cómo el adversario ataca con insistencia, peligrosamente, y dejar pasar ¡os minutos con el único empeño de frenarlo, sin intentar responder a su asalto con otra fuerza de signo positivo El presidente argentino, Raúl Alfonsíi los señores Leguina, I (ayer ni siquiera hubo contraataque atiético) 3) Confiar en que Arteche o Tomás le hagan al mejor jugador contrario (Butragueño) el daño suficiente para que no cree jugadas de gol, con entradas que no hay que achacar tanto al carácter chusco de esos defensas como a su hipocresía, pues es consustancial a este tipo de futbolistas botarates el pre- Saque de esquina EL AGUA D i FILLOL Les tiembla el pulso mientras consumen, nerviosos, infantiles, ansiadamente, las pipas, en un acto freudiano, como si viajaran en busca de la rilkiana patria de la infancia a esta hora, cinco y media de la tarde, en que la nube azulenca del humo de los puros se cruza entre las ráfagas de un sol aún ardiente, cuando el ídolo deseado y querido, El Buitre, cae en la hierba privilegiada del estadio, en los primeros segundos, impulsado por Arteche. Entonces, claman, rugen como marabuntas, lo maldicen cuasi bíblicamente, poco antes de que se columpien en el trapecio de la alegría con Valdano como protagonista (m- 8) en homenaje a Alfonsín. Y... y después (m- 14) se desesperan ante la parálisis, ante el tancredismo de Maceda y el cabezazo de Ruiz y el gol... No es posible que sus ídolos, el nuevo Madrid de blanco y oro, estelar en todos sus tejidos, tiralíneas, barrocos, genios del hueco... no, no es posible, se preguntan en la voracidad del consumo de sus pipas... ¡que no, que no! que esta leyenda inicial blanca no derribe, con la misma eficacia que un ataque aéreo israelí, esa puerta que ampara con su corpulencia verde Fillol, mientras caen los tiros, uno tras otro, insistentes, reiterados (m- 19, m 22, m- 26... con la furia y el deseo del gol. Y ves al cancerbero, ¡che! que le pide, ante el acoso furibundo blanco, permiso al arbitro para que le traigan un poco de agua, un respiro, un alivio. Y les ves desesperados ante tanto infortunio... con el ¡ufff! en las gargantas, o el ¡huy! mientras la artillería de sus ídolos cerca la meta de Fillol- q u é tarde la suya, ¡che! de homenaje a Alfonsín- y los rojiblancos alzan su muralla china y d e s t r u y e n la c r e a t i v i d a d blanca... y ellos maldicen tantas ocasiones fallidas, hasta que Santillana rompe el aquelarre de las brujas y goza, con ellos- ¡qué golazo! la alegría que empezaba a perder. Era, por lo menos, lo justo. PÉREZ MATEOS Vest Esta vez Luis se mostró mucho más realista que sus jugadores, aunque tampoco excesivamente. Reconocía el entrenador atiético, ante todo, que su equipo había carecido de ambición: Resulta incomprensible nuestro conformismo, sobre todo teniendo en cuenta que las pocas veces que hemos salido al contragolpe, creo que solamente en tres ocasiones, hemos creado mucho peligro Luis parecía muy enfadado con los suyos y es lo que él decía: Hemos perdido una excelente ocasión para ganar. Nos hemos conformado con el empate a uno y así ha llegado su gol. El partido lo teníamos controlado, ellos dominaron territorialmente, pero nosotros dominamos el juego Del Madrid dijo Luis que había empujado mucho, pero que la igualdad fue la tónica del partido e incluso nosotros fuimos superiores a ellos en muchas facetas del choque. Sólo nos faltó ir hacia adelante un poco más Respecto a la renta sacada por el Madrid, cinco puntos ya, Luis indicaba que la Liga aún es muy larga, al tiempo que quitaba importancia a la queja de sus hombres sobre las presuntas faltas de los madridistas en el segundo gol: Si ellos lo dicen, será, pero lo que no se puede hacer es perder un balón como el que hemos perdido en esa jugada Molowny decía que el segundo gol había sido precioso y alababa el juego del Atiético: Nos han creado muchos problemas, pero hemos merecido ganar porque tuvimos más oportunidades y fuimos mucho más ofensivos. Creo que hicimos los mareajes convenientes El técnico blanco señalaba que Luis: SsiGomprensiblf había sido un clásico Madrid-

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