ABC MADRID 31-07-1985 página 55

MIÉRCOLES 31- 7- 85- SUCESOS -ABC, pág. 55 El padre de la niña española violada pide justicia por las calles de Lausana El asesino también mordió salvajemente a su víctima Granada. Inmaculada Vilardebó Granada está doblemente conmocionada por la muerte de Eva María Carmona Sandoval, de siete años, hija de unos emigrantes granadinos que regentaban el bar de la Casa de España, en Lausana (Suiza) Al impacto causado por el conocimiento de su muerte, producida el pasado 20 de julio, en Suiza, a manos de otro granadino, Rafael Medina Grande, quien previamente habría abusado de ella, hay que añadir ahora el horror que ha despertado el copnooimiento de las circunstancias que rodean el asesinato de la pequeña, a través de las declaraciones de un tío suyo, José Antonio Carmona Ortega, temporalmente residente en Motril. Como ya es sabido, la pequeña Eva María, en la noche del 20 de julio, apareció muerta y salvajemente destrozada, en el interior del ascensor del edificio donde está instalada, en Lausana, la Casa de España. Su cuerpecito, bañado en un charco de sangre, había sido utilizado para bloquear el ascensor, en la cuarta planta del edificio. Desde un primer momento se habló de violación, e incluso hubo un vecino que declaró haber oído voces y gritos por la escalera. Pero ahora las declaraciones de un tío de Eva María permiten reconstruir con todo el horror el sadismo con que fue maltratada. En todo su cuerpo, y especialmente en su cara y en sus brazos había muestras evidentes de que había sido mordida. Incluso en algunos puntos le faltan trozos de carne. Uno de sus deditos está fracturado y su entrepierna ha sufrido, en palabras del forense suizo, daños que no había visto jamás en su carrera profesional El asesino introdujo toda su mano por la entrepierna, abriéndole un herida tal, que las visceras asomaban por el cuerpo de la niña en el interior del ascensor. En el lateral de la cabina quedaba perfectamente mercada la posición de la cabeza de la pequeña. El cuerpo de Eva María fue descubierto por su propio padre, Jesús Carmona Ortega, de treinta y cuatro años. Aquella tarde, este hombre había observado con preocupación cómo un joven emigrante español, intentaba regalar dinero a su hija mayor, de siete años. Muchas veces había prohibido a sus hijos aceptar ningún obsequio y esta vez, pese a que no receló de las intenciones del individuo, volvió a recordárselo a su pequeña. Observó con preocupación los movimientos de su hija, hasta que en un momento, ya anochecido, la echó de menos. Preguntó a su mujer por la pequeña, pero ésta sólo pudo darle razón de sus otros tres hijos. Y comenzaron a buscarla hasta que dieron con ella. Eva María aún no ha sido enterrada. Su cadáver, en una caja blanca y rodeado de flores, está expuesto en el depósito de una institución sanitaria. Cuando detuvieron al presunto asesino, Rafael Medina Grande, su padre entonces pidió castigo para el culpable, que no nos vengan diciendo ahora los psiquiatras que está loco llegó a exclamar. Pese a que expresó su confianza en la Justicia ahora es la Justicia la que debe actuar al mismo tiempo anuncio su decisión de montar una campaña de concienciación pública en torno al cadáver de su hija. Jesús Carmona quiere que la concienciación llegue a todo el mundo, a todos los estamentos. Jesús no quiere que el tema se enfríe y se ha manifestado por las calles con una pancarta muy expresiva que reproduce fotos de la tragedia. Ahora se muestra dispuesto a no enterrar el cadáver hasta llevarlo ante la Corte de Justicia sufza el día que se vea la causa, a fin de que la muerte de la pequeña actúe como un verdadero revulsivo y tenga un carácter ejemplar. Detenidos dos granadinos que quemaron vivo a nn joyero Granada. I. V. Dos granadinos, Antonio Megías Membrives, de treinta y dos años, y José Luis Beltrán Valero El Miguelín de treinta y ocho, han sido detenidos en Ibiza y Gerona como presuntos coautores del asesinato de Juan de Dios Fernández Hernández, ocurrido hace cuatro años. Hace aproximadamente un mes se detuvo en Granada el tercer implicado, José Huertas Urendez, El Moro A la detención de estos individuos se ha llegado gracias al chivatazo de una mujer y a la identificación de una cadena de oro, de la que despojaron a la víctima, vendedor ambulante de joyas. Las declaraciones de los detenidos ha confirmado que Juan de Dios murió tras ser rociado con gasolina y prenderle fuego. Previamente, sus asesinos le administraron tres pastillas de valium 5, que no consiguieron dejarle inconsciente. Pese a que las declaraciones de unos y otros s; on contradictorias, ya que cada uno de los inculpados trata de eludir la responsabilidad y echársela a los otros, a la vista de las mismas es posible recontruir la historia. En marzo de 1981, Antonio Megías regentaba la conocida popularmente como Venta del Ratón, situada en la carretera de Maracena, carretera de Albolote, donde conoció a Juan de Dios Fernández Hernández, quien le vendió a plazos unas alhajas. En la citada venta existía una habitación en el primer piso que Megías había cedido al Moro para que pernoctara y en la que también dormía, en ocasiones, José Luis Beltrán. Ambos individuos recibían también drogas de Megías Membrives. A mediados de marzo de 1981, Antonio Megías propuso a los demás individuos esperar a Juan de Dios Fernández para arrebatarle el muestrario de joyas que recientemente había traído de Málaga y citó al vendedor para el día 17. Cuando ese día, al mediodía llegó el joyero, Antonio Megías le golpeó, sin que el joyero opusiera resistencia. Le robaron la cartera y registraron el coche, sin que apareciera el muestrario. Incluso trataron de obtenerlo en el domicilio del propio joyero. Finalmente, aquella noche decidieron abandonarlo en un sitio alejado y dijeron a la víctima que llamarían a su familia para decirle dónde podrían encontrarle. Tras; administrarle el valium, le envolvieron en una manta y lo introdujeron en una furgoneta Renault 4 L. Al llegar a una explanada, a unos dos kilómetros del campamento militar del Padul, en la carretera de Almuñecar, sacaron a Juan de Dios, lo rociaron de gasolina y le prendieron fuego. Un teniente de Infantería, Alberto Pérez García, de veinticinco años, adscrito al Regimiento Córdoba 10, ha resultado muerto al estallarle una mina en las manos, durante las prácticas militares que realizaba en el campamento militar Alférez Rubio Moscoso, de Padul, Granada. El teniente, que formaba parte de un grupo de COE, que practican con fuego real, se vio sorprendido por el estallido del artefacto. Protección de menores La muerte de Eva María ha alejado además, como es lógico, a su familia del lugar del suceso. Pese a que sus padres se habían comprometido en una serie de préstamos bancarios para modernizar las instalaciones del bar que era su medio de vida, ahora no pueden ni pisarlo. Mientras, el presunto asesino, Rafael Medina Grande, pese a admitir la autoría, se niega a narrar los hechos ni las circunstancias que rodearon la muerte de Eva María. Todo lo más, se ha podido saber que una vez consumado el asesinato, volvió a comprobar que la niña estaba muerta y que no podía identificarlo, momento en que fue avistado por un vecino, que lo vio huir precipitadamente por las escaleras. Después se ocultó entre unos enseres de desecho apilados en el sótano de la misma casa y allí permaneció hasta la madrugada en que regresó a su domicilio y donde trató inúltilmente de limpiar las manchas de sangre de una camisa, que la Policía encontró lavada. La noticia de la muerte de Eva María Carmona Sandoval llegaba apenas diez días después de la muerte de otra niña granadina, esta vez de tres años, a consecuencia de los malos tratos. Anteayer, distintas instituciones granadinas relacionadas con la protección de menores y la seguridad constituyeron una comisión de lucha contra los malos tratos y actividades vejatorias para menores, la primera de este tipo que se crea en España. Entre sus objetivos a corto plazo figura la elaboración de un censo con todas las denuncias formuladas por particulares y facultativos.