Archivo ABC
ArchivoHemeroteca
ABC MADRID 13-07-1985 página 59
ABC MADRID 13-07-1985 página 59
Ir a detalle de periódico

ABC MADRID 13-07-1985 página 59

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página59
Más información

Descripción

13- julio- 1985 SÁBADO CULTURAL ABC XV Ensayo El habla nacional La otra cara de la libertad Jorge Uscatescu Forja Editorial Madrid, 1985. 570 páginas La memoria trae el pasado, la escritura lo refleja, lo revive plasmándolo en páginas que hacen un libro para ofrecernos determinados momentos de! a historia cotidiana. Eso es lo que ha realizado Jorge Uscatescu en última obra La otra cara de la libertad clasificar y clarificar desde la ontología de la violencia hasta lo concerniente a Ortega y el arte. Resultado: un libro permanente, imaginativo, con la precisión de un orfebre, verosímil y diría que, dentro de su erudición, populoso. No es poco en estos días en los que la in- Jorge Uscatescu toxicación de la tinta de imprenta alcanza cotas preocupantes. Ya nos sabemos los resultdos, el final: dormir pesadillas en los almacenes de las distribuidoras y aparecer- eso con mucha suerte- dos años después, en grandes montones al sol o a la lluvia de la Cuesta de Moyano. Si hubiera de aplicarse un nombre para señalar la personalidad de Jorge Uscatescu, debería ser el de humanista, en la acepción más cercana al Renacimiento, además de filósofo, conferenciante y educador. Su libro La otra cara de la libertad número setenta y seis en su extensa bibliografía, recoge en fascinante catálogo una serie de pequeños ensayos, glosas y artículos literarios de hondo sentido y contenido que nos descubren lo que ha sido la cultura española en los siete últimos años. Sin saberlo, quizá Uscatescu ha elegido el siete para reflejar desde un punto de vista cósmico lo que él denomina la cultura planetaria, la cultura occidental- desde luego, España, su país amado- frente al mundo y frente a otras culturas, sumando a ese destino- cultura la revolución tecnológica y cibernética. Sin entrar en profundidades, en La otra cara de la libertad sí hay algo que me gustaría destacar y es su afirmación, en el capítulo Encuentros con Velázquez del carácter esencialmente poético de la cultura española; una cultura de la mirada por otra parte que, con sólidos y fecundos asentimientos, tiene su manifestación más completa en la pintura de Velázquez. ¿Qué anhela Jorge Uscatescu en esta ot ra cara de la libertad? ¿Quizá transmitir la esperanza de la cultura como una realidad de cada día en un mundo que, año tras año, debido a los medios de comunicación, vive un tiempo distinto, diferente? Si es así, lo ha conseguido plenamente. Raúl TORRES El ciempiés culilargo IGAMOS elaborando un disparatorio o necedario con las principales temas- latiguillos mágicos- de nuestros modernos formadores de opinión. Destaca entre estas ideas fijas la manía de usar adverbios modales terminados en mente. Así, nadie importante dice hoy en día está claro que. Hay que decir obviamente. Salvo raras excepciones- don Miguel Herrero de Miñón dice en un alarde de concisión es claro que, pero aún no sabemos qué será de su carrera política si sigue empeñado en hablar de forma que se entienda- nuestros hombres públicos andan escandilados con estos fetiches. Primero descubrieron evidentemente, y ahora el santo y seña para reconocerse entre iniciados es obviamente, traducción consciente o inconsciente del obviously inglés. No importa que en español la be y la uve seguidas sean casi impronunciables. Obviamente viste mucho. S ran cambiarlo por sonó la flauta aleatoriamente. Desde luego esta última palabra es uno de sus fetiches. Ya sabemos que ni la claridad ni la belleza importan mucho a los formadores de opinión. Pero, ¿y la vergüenza? ¿No les dará azaro a veces pensar que pueda escucharlos su Dos son los inconvenientes de estos adverbios modales. El primero y principal es de orden práctico: el sufijo- -mente tiene tal peso fonético (mucho más que el ingrávido- ly inglés o el borroso- ment francés) que estorba a la transmisión del pensamiento que pretende recoger la frase. Alguien- ¿Borges? dijo que el énfasis de esas dos sílabas finales distrae de las anteriores, y termina uno oyendo o leyendo sólo mente y no las precisiones que se pretendía dar. En todo caso es cierto que nadie con prisas y ganas de ser claro dice ve rápidamente a casa, abre completamente las ventanas y vuelve directamente aquí sino ve corriendo a casa, abre de par en par las ventanas y vuelve derecho aquí En general el engorro citado se evita usando una preposición (las preposiciones suelen tener talante menos prepotente y ruidoso) seguida de un substantivo. ¿No resulta más vigoroso por completo o con energía que completamente o enérgicamente? ¿No suena más tierno con ternura que tiernamente? El segundo inconveniente de los citados adverbios es que son feos. Destrozan con su pesadez todo ritmo en el lenguaje, escrito o hablado. No hay literatura posible con esos ciempiés culilargos. Recordemos el delicioso madrigarde Gutierre de Cetina que empieza Ojos claros, serenos, sí de un dulce mirar sois alabados, ¿por qué si me miráis, miráis airados? Pues bien, sólo con introducir dos de las macizas desinencias hoy en boga, sin cambiar ninguna raíz, queda este adefesio: Si sois alabados por mirar dulcemente ¿por qué, si me miráis, miráis airadamente? Si la poesía no sobrevive a semejantes palabrejas, tampoco las soporta la elegancia lacónica de un epigrama. La necedad siempre entra de rondón, que todos los necios son audaces (Gradan) se convertiría en la necedad habitualmente se introduce inopinada y abusivamente, ya que todos los necios obran audazmente. Claro que los formadores de opinión ya han advertido que lo que quieren es cambiar nuestra cultura y nuestra sociedad, así es que acaso encuentren vulgar el sonó la flauta por casualidad de triarte y quie- abuela del pueblo, que sin satar lo que era un adverbio modal hablaba en cristiano y se le entendía? ¿O no tendrán abuela? Porque lo que está claro es que el pueblo que tanto invocan (bueno, si son políticos lo evocan por gozar de otro fetiche verbal) se ríe del galimatías en- mente. En los años cuarenta, época del racionamiento, corría un chiste que decía: con la Monarquía realmente se tomaba café, con don Miguel Primo de Rivera generalmente se tomaba café, con la República ordinariamente se tomaba café, ahora francamente no se toma café. Uno sospecha que la gente no se reía sólo de la malta y las bellotas sino también del retumbar vacuo y pomposo de aquellos adverbios extraños- tan sucedáneos de los términos tradicionales como la cebada tostada lo era del café- que empezaban a proliferar en boca y pluma de las entonces llamadas jerarquías, padres de los formadores de opinión de ahora. Lo malo, como siempre, no es el uso aislado de estos adverbios monótonos, sino su abuso. En proporción de más de uno por página parece que empachan. Además los hay pésimos (como obviamente) los hay malos y los hay hasta graciosos. Entre estos últimos podríamos incluir dos de los más antiguos, viejas palabras venidas a menos en la sociedad, rancios términos que hoy suenan paletos, pero no cursis: mayormente (el Manual de Estilo de TVE dice que es poco elegante y debe evitarse Cervantes no siguió este consejo del Sr. Calviño) y mismamente. No estarán tan mal cuando nuestros formadores de opinión no los usan y sus abuelas de pueblo sí. TAMARÓM

Te puede interesar

Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.