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ABC MADRID 07-10-1984 página 61
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ABC MADRID 07-10-1984 página 61

  • EdiciónABC, MADRID
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7- octubre- 1984 SÁBADO CULTURAL ABC VII Mariemma es nuestras más gentadas representantes del ballet clásico español el Ballet Nacional abisal de este tipo de música con respecto a la de los restantes ballets del aludido repertorio. Pero lo que nuestros críticos no han resaltado suficientemente es qu todavía en las escuelas de danza de distintos países se conserva lo que aún se llama barra española es cierto que bastante deteriorada, pero que sin duda constituye un resto de esa danza clásica y nuestra De esta barra española hablé hace ya tiempo en un trabajo publicado en Mundo Hispánico que fue muy comentado, apoyándome en la experiencia de Susana, que, como profesora de danza española y dueña de varios idiomas, ha pasado por las grandes escuelas de danza de muchos países. Con su terminología mitad italo- francesa y mitad castiza, según se usa actualmente en nuestra escuela bolera, ésta se halla hoy muy deteriorada si se compara con la que Francisco Miralles Arnau, maestro de danza española en la Corte de los Zares y en el Gran Teatro de la Opera de París, alcanzó a transmitir enseñándole sus saberes en sus clases de París a una Mariemma adolescente. Digamos también que los elogios tributados por nuestra crítica de ahora al espíritu de escolar disciplina y a la buena preparación de nuestros bailarines del momento se deben, en buena medida, de una parte, a esa impresión inicial con que se abrió la actuación del Ballet Nacional y que dio de entrada el ballet de corte clásico español elaborado por la escuela coreográfica de Mariemma; y, de otra parte, a la labor sumamente meritoria y callada, a puerta cerrada, fruto de la enseñanza que hasta 1983- d u rante cuatro largos años- ha venido impartiendo entre nuestros nuevos bailarines quien sin duda es hoy una de nuestras jóvenes maestras, acreditadísima por su fama internacional en los mejores talleres de la danza clásica de Occidente: Carmen Roche. Labor que ha incidido felizmente con la de otra excelente profesora de danza, María de Avila, que afortunadamente se encontró con un campo bien abonado. Sentiría que este elogio y justo reconocimiento se interpretase en detrimento de otros ballets del mencionado repertorio y aun de los anteriores del Ballet Nacional, que desde 1978 se ha venido esforzando con muy diversa fortuna para dar su mejor imagen. Pero aun reconociendo, por ejemplo, que el flamenco entraña virtudes superiores a las más propias de los ballets clásicos que hoy se estila en casi todos los países, le queda todavía un trecho largo que recorrer desde la música de tablado a la más propia de las candilejas de los grandes escenarios, o, lo que es lo mismo, convertir su escritura en abierta y aceptada escritura de ballet. Cierto que esto se ha conseguido en contadas y subidísimas ocasiones, así como con otras de nuestras danzas más genuinas. Pero no se trata de eso aquí, sino de resaltar, por contraste, que nuestros archivos y bibliotecas están llenos de manuscritos de música de danza sin editar y hecha precisamente con escritura de buen ballet o muy próxima a él. Prefiero pecar de reiterativo si ins i s t o en la d e l ú l t i m o t e r c i o del XVIII... Scarlatti, Soler, Boccherini... Pienso sobre todo en los arreglos guitarrísticos de éste, como el Fandango que tocaba a la guitarra el padre Basilio o en su Ballet español de 1774, o sus minuetos de inconfundible carácter castizo, en los que las seguidillas contemporáneas se destacan de forma tan evidente. De lo que eso supone en un ballet con la colección de cantos religiosos del rosario, tonadas calle- más dignamente nos puede reprejeras, secuencias de lucimientos sentar de cara al exterior. Me hace guitarrísticos, tan patentes en La recordar lo que solía repetir en privado Picasso cuando reconocía que Nuestros siglos XVIII y XIX cuentan con materiales musicales para garantizar un futuro más claro El flamenco tendrá que recorrer un largo camino desde el tablado a las candilejas de los escenarios música nocturna de Madrid o el de su célebre Fandango nos ha dado una idea el trenzado brindado por la coreografía de Mariemma en la presentación inicial de este ballet de que hablo. Hoy por hoy, la impronta goyesca resulta imprescindible, pero aunque se abuse de ella no deja de ser también, bien interpretada, un timbre más de gloria artística del mundo de nuestras danzas. Y es aquí adonde quería llegar: este tipo de ballet, que ya existe entre nosotros, con riquísimas posibilidades de realización, es como el germen nutricio del gran ballet español moderno. Por sus subidas calidades; universales y por su inconfundible identidad popular es el que, hoy por hoy, gracias a lo que había pintado en sus períodos iniciales azul y rosa, podía ofrecer la garantía necesaria para permitirse el lujo de aventurarse por los caminos más arriesgados de su arte posterior. p i TIT b a n o s 111 Además, la música y danza del último tercio de nuestro siglo XVIII, la que todavía preserva el sello de la época de Carlos III, además de conservar toda la frescura de núestra mejor y no alterada aura y savia popular- e n la que se inspiró Barbieri al airear el nacimiento de nuestra actual zarzuela- conserva también un aire de distinción, ilustrado, propio de ia realeza, encar- nado entonces en reales protect o r e s de la m ú s i c a c o m o los príncipes don Gabriel y don Luis, Música y danza que sobresalen por su calidad alada y soberana. Ello no quiere decir que otras músicas y danzas españolas, más antiguas o más modernas que la más propia de nuestra monarquía popular dieciochesca, no ofrezcan superiores posibilidades a nuestro ballet. Pero de este particular no se trata aquí, aunque algunas cosas que desearía agregar las dejo en el tintero. Aquí se trata, pura, escuetamente, de la incuestionable hechura de un Ballet Nacional al que le deseamos que viva y colee sin desconcertantes oscilaciones. Contando, a estas alturas, con los medios que posee y el ambiente en que se mueve puede abrirse paso y sentar sus plantas, sin dar los tumbos con que ahora nos desode su haber la envidiápersonalidad y calidad universal que todos, sin excepción, le deseamos que despliegue brillantemente en el mundo internacional del ballet a 1 como éste hoy se vive o se conoce. Lo que por demás se pueda hacer después, como en tod e s cuestión de pensarlo despació y, sobre todo, de verlo y oírlo c o n la debida ateneton y ambición pertinente -o Vicente MARRERO b e m a s lntimo E l f i l ó n de l a época de rienta, cuando tiene entrañado en lo

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