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ABC MADRID 12-04-1984 página 3
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ABC MADRID 12-04-1984 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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EDITADO POR PRENSA ESPAÑOLA SOCIEDAD ANÓNIMA 12 DE ABRIL 1984 FUNDADO EN 1905 POR DON TORCUATO LUCA DE TENA l O C O S meses después del cambio de régimen, del advenimiento de la Monarquía, e s c r i b í un artículo titulado Totalitarismo ambiente que curiosamente no apareció en el diario madrileño al que lo envié. Lo incluí, sin embargo, en el volumen La devolución de España, y por ello es fácilmente accesible. Me parece interesante, sin embargo, recordar lo que era el núcleo principal: la distinción entre un régimen (o un Estado) totalitario y lo que es sólo su preparación, su tentación o su riesgo: el espíritu totalitario, que puede llegar a solidificarse y adquirir fuerza social en un ambiente. La primera manifestación de ese espíritu suele ser el uso de las palabras, que poco a poco van siendo desplazadas de su significación normal, abierta y transformadas en algo que la lengua llama finamente tendencioso Cuando esto ocurre, cuando ciertas palabras inocentes o tal vez valiosas son blandidas contra hombres, grupos u opiniones, lo peor que puede pasar es que los que hablan esa lengua se amedrenten y dejen de usar esas voces, entregándolas así a ia manipulación, sacrificándolas a los que previamente las han violentado. Pero lo decisivo es la politización de lo que no es político. Cuando en un país no hay política, es inevitable- -aunque lamentable- -que todo se politice en mayor o menor grado. Cuando la hay, y tiene su lugar en la sociedad y sus cauces propios, es indisculpable. Es un despojo que unos pocos hacen a todos ios demás: un grupo a todo un pueblo. Con ello se mina ia espontaneidad social, se da una carga política a lo que no debe tenerla, se introduce un elemento de discordia en lo contrario, que es la convivencia, se inicia la manipulación del fondo creador de la vida de un país. El totalitarismo- -advertí hace ocho años- antes de dominar el Estado, se abre camino hacia él a través de la sociedad; si esto se hace con suficiente destreza y persistencia, puede ser innecesaria la transformación explícita del Estado. Quiero decir que si los resortes vitales de la sociedad se van amortiguando, si ésta va cediendo parcelas sucesivas de su inspiración, de su capacidad de creación, de su holgura, de su elasticidad, que le permite reaccionar a los estímulos y rechazarlos cuando es menester, entonces casi no hace falta que se altere la estructura formal del Estado, cuya prepotencia queda asegurada por la pasividad de la sociedad a la cual debería servir. El núcleo decisivo es la convicción de que todo importa políticamente, de que nada es indiferente o ajeno a la política. Ese es el sentido más propio yrigurosode la palabra totalitarismo que tantas veces ABC se restringe indebidamente a algunas de sus manifestaciones más espectaculares, y no se aplica a lo que conduce, por sus pasos contados, a esas manifestaciones (que suelen ser irremediables e irreversibles) Enumeraba yo en fecha ya lejana algunos de ios campos en que se realiza esa intromisión de la política: La religión, el deporte, las modas, la vida literaria, el cine, el sexo, la escuela, la música, la familia, el amor, el comercio, la Universidad, las figuras del hombre y de la mujer, la significación del niño (antes y después de nacer) el lenguaje, la pintura, la arquitectura, el paisaje, el ocio, la esperanza de otra vida, todo es aprovechado, utilizado, invadido, manipulado con un propósito político puesto al servicio de una u otra tesis, de- un Estado, de una forma de gobierno. Casi parece un ejemplo de enumeración caótica pero si se repaáa, si se lleva la cuenta de cuáles son las porciones de realidad que son objeto de asedio político, es difícil evitar cierto sobresalto. ¿Cuántos de esos campos vitales están abandonados a la libre espontaneidad de los individuos, de los grupos sociales nacidos de su interacción, a la sociedad en su conjunto? Es decir, ¿en cuántos se mantiene la plena libertad necesaria para la creatividad, para que los hombres y mujeres vivan con holgura, desde sí mismos, sin interferencias ni vigilancias ni orientaciones según un programa? En eso consiste principalmente la libertad ambiente, la efectividad; es curioso el abuso desdeñoso y negativo que se ha hecho en los últimos veinte años de la expresión libertades formales contraponiéndolas a otras llamadas reales siempre he creído que las libertades formales son las que informan y constituyen una sociedad, la condición inexcusable para que existan las otras, incluso para que puedan ser exigidas o se proclame su ausencia. Pero se podría encontrar otro sentido peyorativo de libertades formales agüeito a lo REDACCIÓN ADMINISTRACIÓN Y TALLERES SERRANO, 61- MADRID- 6 P EL SENTIDO PRIMARIO TOTALITARISMO IIti ULL que quedan reducidas cuando la sociedad es acosada por EDICIÓN INTERNACIONAL Un medio publicitario único para transmisión de mensajes comerciales a ciento sesenta naciones la política, que va mermando su terreno propio y la va dejando sin capacidad de reacción y, sobre todo, de iniciativa. La condición capital de un país es su wtalidad: es la que permite superar las situaciones difíciles y seguir inventivamente hacia adelante. Es lo que encontramos a fines de 1975, cuando se descubrió- -yo estaba seguro de ello- -que la sociedad española estaba viva, no anestesiada y amortecida por una larga presión ejercida sobre ella. Ciertas libertades personales y sociales (aunque no ciertamente políticas) se habían mantenido vivas, a pesar de todos los pesares. Entre ellas- -no lo olvidemos, porque es esencial- -una libertad económica, sin duda perturbada y maltrecha, pero que permitía trabajar para una empresa que no fuera estatal, comprar donde cada uno quería, publicar artículos o libros libremente contratados con criterios intelectuales o de rendimiento, no políticos (aunque tuviesen que pasar por una inaceptable censura, de desigual gravedad según las épocas y los géneros, que personalmente nunca acepté, ya que publiqué fuera lo que no era autorizado dentro) Es decir, que en una época larguísima, dominada por el espíritu totalitario, se mantenía vivo precisamente aquello que escapaba a él, y eso fue el fermento que permitió desde 1976 el renacimiento de la libertad y la espontaneidad. Los españoles- -y no sólo los españoles- -tienen cierta confusión política. En España es más explicable que en otros lugares, por haber estado privados desde 1936, es decir, durante cuarenta años, de esa decisiva dimensión humana. Pero en casi todas partes el uso ambiguo de los nombres, las etiquetas intencionadas, la transformación de las denominaciones tradicionales, todo ello ha conducido a que muchos anden desorientados y no sepan a qué carta quedarse. Eso explica las sorpresas que suelen darse en tiempo de elecciones. Yo propongo hacer menos caso de los nombres, de los programas, de las declaraciones de los políticos y atender más a dos cosas. La primera- -algo en que tengo la parte mayor y mejor de mi confianza- la cara de las personas (sobre todo con su expresión viva, en movimiento, eso que maravillosamente nos da la televisión) La otra, en qué medida cada uno de los partidos que aspiran a nuestros votos va a dejar en paz, en santa libertad, todos esos campos de la actividad humana que antes enumeré, o se va a dedicar concienzudamente a poner sus manos en ellos. Personalmente, a eso me atengo. Julián MARÍAS de la Real Academia Española

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