Archivo ABC
ArchivoHemeroteca
ABC MADRID 17-11-1983 página 3
ABC MADRID 17-11-1983 página 3
Ir a detalle de periódico

ABC MADRID 17-11-1983 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página3
Más información

Descripción

EDITADO POR PRENSA ESPAÑOLA SOCIEDAD ANÓNIMA 17 NOVIEMBRE 1983 FUNDADO EN 1905 POR DON TORCUATO LUCA DE TENA ARECE f u e r a de toda duda que- ef mundo entero está perturbado, de una forma extraordinaria, por la presencia y el influjo de la Unión Soviética. El único equivalente sería el Imperio Otomano entre fines del siglo XV y el XVII, y aun así, las diferencias son enormes. Lo que me parece más inquietante es que la suma de pensamiento dedicado a tan grave cuestión es muy escasa, y no se remonta al origen: la propia Unión Soviética, su tipo particular de realidad. Hace poco tiempo dije que ella y los Estados sujetos a su obediencia no son propiamente países, y por tanto no se puede pensar en ellos- -y tratar con ellos- -de la misma manera que puede hacerse con los demás. ¿Por qué es así? Y si no son países ¿qué son? La palabra país es muy vaga, y es lo que la hace interesante. Es la denominación general de las diferentes sociedades humanas, constituidas por un repertorio de formas: usos, costumbres, estimaciones, deseos, pretensiones. Un país es un conjunto de formas espontáneas de la vida, de usos sociales que se engendran de las acciones inventivas, individuales, de hombres y mujeres. Pues bien, esto es lo que falta radicalmente en la Unión Soviética (no digo en Rusia, en lo que quede de Rusia) y en los lugares en que su influjo se ejerce saturadamente. Y no por casualidad, sino de la manera más deliberada. La verdadera constitución real de la Unión Soviética podría definirse como la eliminación de la espontaneidad. Esto lo han visto, claro está, los mejoresestudiosos del inmenso Estado, pero creo que no han extraído de ello las consecuencias más importantes. Acaba de morir Leonard Schapiro, autor de unos cuantos libros inteligentes. Hace unos años coincidimos en Indiana University, nos tratamos bastante e hicimos amistad. Schapiro era un judío inglés (o escocés, ya que nació en Glasgow en 1908) que pasó su niñez en Rusia, hasta 1920, y desde su vuelta a Inglaterra dedicó el resto de su vida al estudio de la Historia rusa y su vicisitudes. En su obra, lo mismo en The Communist Party, of the Soviet Union que en The Government and Politics of the Soviet Union, aparece reiteradamente la permanente hostilidad soviética, tanto en Lenin como en Stalin y sus sucesores, a la espontaneidad. Lenin, dice Schapiro, deploraba siempre la espontaneidad en la acción. Su concepción básica era que el partido, la vanguardia, debía ejercer siempre el control, aunque no fuera más que para evitar el predominio de esa espontaneidad en la que veía tan gran peligro; y Stalin lo extiende a todos los aspectos de la vida econó mica, social, intelectual y cultural La fun ción de la vanguardia, en opinión de Lenin, es dirigir, no ceder a la espontaneidad ABC Hay un temor constante de la espontaneidad de las masas, del pueblo, que ha de ser evitada por el control de la vanguardia, es decir, del Partido Comunista y, más realmente, de su exigua minoría dirigente. En la Historia de la Rusia Soviética de E. H. Carr se encuentra la misma observación, pero con una precisión lingüística que me parece muy interesante. El Manifiesto comunista de Marx y Engels había contrapuesto la organización de clase, gradual y espontánea, del proletariado a una organización de la sociedad especialmente ideada por esos inventores Así, conciencia se convertía en el santo y seña opuesto a espontaneidad Según Lenin, la debilidad del movimiento obrero ruso a finales del siglo, XIX estribaba en que el elemento espontáneo iba por delante de la conciencia Lo que más me interesa en Carr es una aclaración terminológica, una referencia a las palabras rusas usadas: Los términos rusos stijiini y stijiinost son habitual pero inexactamente traducidos por espontáneo y espontaneidad En realidad también encierran la connotación de inspiración no cultivada, de algo innato y elemental. No se trata sólo de espontaneidad, sino de inspiración: estos son los adversarios que hay que eliminar. Pero ¿no son precisamente las condiciones de que algo sea un país, un pueblo? Imagino lo que hubiera dicho Unamuno, defensor de la intrahistoria, de ese fondo permanente y relativamente inmutable del cual brotan todos los fenómenos superficiales, como el oleaje, asentado sobre la masa profunda del mar. Rusia era un pueblo- -casi nada más que un pueblo- del cual iban emergiendo, desde fines del siglo XVIII y a lo largo del XIX, manifestaciones individuales de extraña potencia creadora, hondamente arraigadas en el país, lo mismo en lite- REDACCIÓN ADMINISTRACIÓN Y TALLERES SERRANO, 61- MADRID- 6 P POR QUE NO SON PAÍSES ratura que en música o en el pensamiento. Precisamente Rusia se iba incorporando a la cultura europea, con fuerte atractivo, con una profunda fascinación, porque lo que aportaba venía de las mismas entrañas de un pueblo distinto, desde una instalación diversa de las naciones del Occidente de Europa. Pero, desde hace sesenta y tantos años, es decir, durante toda la vida de la gran mayoría, desde la niñez de los que hoy son viejos, se ha ido extirpando toda espontaneidad, toda inspiración. Lejos de ser la vida una operación que brota de las propias raíces, que parte de la desorientación y busca su camino, que intenta saber a qué atenerse, que sigue sus impulsos, se apoya en usos y costumbres tradicionales, hierve en deseos y aspiraciones, se ha ido convirtiendo en lo contrario; es una manipulación planificada, abstracta, hecha por unos pocos, según principios, sin dejar nada a la espontaneidad, la inspiración, la invención, el ensayo, el diálogo, la polémica, el sueño. ¿Puede extrañarnos que los pueblos soviéticos o sovietizados hayan dejado de ser países? Tratarlos como tales, suponer en ellos las conductas que pueden esperarse de un país normal, en que la vida- -individual y colectiva- -fluye de acuerdo con su estructura propia, es el mayor error, y dada la magnitud y la importancia y la potencia de esa porción de humanidad, el más peligroso. No es casual que no sean países: es que no pueden serlo, porque contradicen la condición misma de la vida. Ortega hablaba del estado como piel frente al estado como aparato ortopédico No hay mayor ejemplo de ortopedia, ni lo ha habido nunca en toda la Historia, porque no se trata sólo del Estado; no se limita a las funciones del Poder, sino que invade todo, la totalidad de las dimensiones de la vida. No queda más espontaneidad que la de la fisiología, y eso ayuda a entender que el alcoholismo sea el problema más grave de la Unión Soviética. Y ello explica también que todo lo que es valioso, y aun admirable, en ella- -la técnica, la potencia militar, los instrumentos de la propaganda- -sea el resultado de equipos profesionales, sin raíces en el pueblo: aquello que no necesita ni espontaneidad ni inspiración ni libertad. Por eso nadie se nutre- -ni siquiera los que se adhieren al comunismo- -de nada que surja allí: ni en filosofía, ni en literatura, ni en arte, ni siquiera en política, a no ser que se entienda por tal la repetición de las consignas que ya eran viejas hace medio siglo. No son países. Pero entonces ¿qué son? ¿Qué puede ser un país cuando deja de serlo? Tal vez pueda orientarnos el proceso de transformación de los que hasta hace no mucho tiempo lo eran; aquellos en que todavía quedan supervivientes. Euroconfort presenta LA MAYOR BOUTIQUE DE EUROPA tñ MUEBLE ITALIANO NUMERO UNO EN MUEBLES Mueble, Móbel, Fumiture Km. 16. Ctra. de Andalucía. Tel. 695 9 8 50. Madrid Julián MARÍAS de la Real Academia Española

Te puede interesar

Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.