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ABC MADRID 01-07-1983 página 3
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ABC MADRID 01-07-1983 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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EDITADO POR PRENSA ESPAÑOLA SOCIEDAD ANÓNIMA 1 JULIO 1983 FUNDADO EN 1905 POR DON TORCUATO LUCA DE TENA ABC unidad y propiedad de la lengua española que en España misma; se diría que la lengua está más viva allí que entre nosotros. Jesús Prados se incorporó a los trabajos de la Española con ésta su experiencia: vital del lenguaje económico, con su cauda- loso bagaje científico y con el brío y entusiasmo que le eran propios. Muy poco posterior a su ingreso en la Academia fue la aparición del sexto y último volumen de su Tratadoude economía política, -iaohm más. Importante en la producción científica de nuestro compañero, que al menos tuvo esta doble satisfacción: la de ver terminada su más importante obra científica y la de ver iniciada su labor terminológica en el ámbito de la Real Academia. Podría parecer, compaginando fechas, que la participación de Prados en el trabajo de la Academia no hubo de pasar de un mero acto inicial; el ingreso fue a fin de noviembre de 1982, y pocas sesiones después de Navidades cayó enfermo para no reponerse ya. Pero Jesús Prados había empezado a colaborar con nosotros un año antes, desde el momento en que fue elegido, el 26 de noviembre de 1981. El tema del vocabulario de economía, como el de jurisprudencia o sociales, etcétera, era objeto de la atención y estudio de una Comisión de ciencias humanas que se había creado hacía ya algunos años. En esta Comisión, que se reúne normalmente una vez por semana, acordamos invitar al compañero recién elegido para que participara en ella y aportara fichas y papeletas sobre términos de economía. Jesús Prados se apresuró a aceptar, asistió con asiduidad y colaboró intensamente en la revisión de las acepciones existentes en el diccionario y en la aportación de otras nuevas. Desde su elección para la Academia hasta su ingreso en ella transcurrió un curso completo, en el cual dio Prados muestras de su vocación por la obra y un sentimiento considerable y creciente, que auguraba una etapa fecunda en la tarea impuesta; tarea que concierne a muchos y en la que muchos habrán de colaborar con la resuelta voluntad que Jesús Prados mostró. Alfonso GARCÍA VALDECASAS de la Real Academia Española REDACCIÓN ADMINISTRACIÓN Y TALLERES SERRANO, 61- MADRID- 6 JESÚS PRADOS, EN U ESPÍHOU ARECE apenas que fue ayer cuando Jesús Prados Arrarte leyó su discurso de ingreso en la Real Academia Española. Pero hace unos días abandonó este mundo, dejándonos el desconsuelo de su falta. Su ingreso en la Real Academia había tenido lugar hace medio año, el 28 de noviembre del pasado 1982, y yo había tenido el honor de leer el discurso de contestación al suyo, en el que Prados dio las gracias a la Academia en nombre propio y de todos los economistas españoles, pues su designación venía a ser un reconocimiento de la importancia que daba la Academia al tecnicismo económico. Como es sabido, nuestra Academia, en unión con las americanas de la Lengua Española, se esfuerza en lograr un vocabulario común y una terminología uniforme de tas diversas ciencias y técnicas para todos los países de habla hispana. Esa tarea es de apremiante necesidad en el campo de la economía y de la ciencia económica porque no hay economía nacional que pueda prescindir de la dimensión internacional y mundial de los problemas económicos. Por ello nuestra lengua, la de la comunidad de los pueblos hispánicos, enfrentados todos con grandes problemas económicos, necesita organizar su común dominio del lenguaje económico para entenderse mejor y ayudarse mutuamente. Prados Arrarte sentía de tiempo atrás esta necesidad, precozmente avivada en él por su fecunda estancia en tierras de Hispanoamérica, desde 1940 a 1954. Ño fueron sólo sus cursos o conferencias en Universidades de Argentina, Chile, Uruguay, Brasil o Perú: fue, más aún, su actividad de economista en la Comisión Económica para Iberoamérica, o en el Consejo (nteramericano de Comercio y Producción, sus estudios sobre la economía peruana o sobre los problemas monetarios y el control de cambios de la Argentina, o sobre inflación y desarrollo en la economía chilena... Fue Prados el primer funcionario de Naciones Unidas que vino a España para estudiar el comercio entre España e Iberoamérica. Se comprende así hasta qué punto habla. Prados desde lo más hondo de su experiencia cuando nos dice su preocupación al ver expresado el vocabulario económico de tan distinto modo en unos y otros países hispánicos, o denuncia el daño de transcribir, sin más, las palabras usadas en Inglaterra o Estados Unidos, como si el español no pudiera encontrar vocablos propios, lo que responde a un espíritu de derrota y refleja una incapacidad para servir de vehículo técnico a la cultura universal, que a todos debe causar grave preocupación. En su discurso de la Academia, Prados citó ejemplos de términos técnicos ingleses que en los países hispanoamericanos han sido eliminados y adecuadamente sustituidos, mientras en España se siguen a grane y a mansalva. En conjunto existe hoy en Hispanoamérica un sentido mayor de la P J. R. J. y C. J. C. ANSADO de sus nombres, Juan Ramón Jiménez escoge junto a la ramita de perejil para sus ensayos editoriales las iniciales de su nombre compuesto y de su primer apellido, manteniendo íntegras las alusiones a Moguer y a Platero También gustó Cela de adelantar sus iniciales C. JT. C. frente a la entera escritura de su héroe, Pascual Duarte inseperable de su familia. Una costumbre nos llega con abolengo gallego, y la otra remonta a la meseta desde la cuesta obligada para subir al orgullo moguereño desde Huelva. En pocos elementos literarios coinciden las prosas de J. R. J. y de C. J. C. Pero cuando escribe el poeta andaluz adopta una postura que entiende el autor de Padrón. En 1927, Luis Bello realiza un viaje por las escuelas de España, acude a Moguer, y en su artículo ataca a Juan Ramón; éste, en carta al director del diario El Sol supone que el viaje de Bello debió de ser demasiado rápido. Me sigo figurando- -escribe- -que llegó usted por Huelva y que le quitaron allí las ganas de conocer mi gran pueblo. Vieja costumbre de la absorbente capital choquera, que lo ha venido anulando, día tras día, y en toda forma, desde hace muchos años. En su respuesta, Luis Bello mantiene que recorrió detenidamente las calles de Moguer, y explica con toda claridad: Moguer tiene hoy dos hombres ilustres, ya usted lo sabe, cuyos méritos no comparo. Ausente usted, fui a ver al otro, y le encontré primero en la bodega, como gran cosechero, vestido al uso del pueblo, campesino andaluz; luego, en su despacho, rodeado de libros, altos armarios hasta el techo, mesa revuelta de gran trabajador, vestido severamente de negro, correctísimo cuello inglés y prestancia digna de un constitucional del año doce. Juan Ramón, que sabía cultivar el desdén, aparenta, en su respuesta, no dar con la clave de la espléndida descripción literaria de Bello: Preciso por el momento- -escribe- -el humorístico relato que hace usted del otro moguereño ilustre, que no sé quien pueda ser, porque en Moguer existen varios hombres de igual ilustna, con bodega, mesa revuelta, estantes de libros hasta el techo, de los que nada dice usted y... correctísimo cuello inglés. Juan Ramón Jiménez y Camilo Cela no coinciden en un estilo literario, pero coinciden aquí en una postura, en un talante, en un sentido del humor. Como coinciden en el gesto de cansarse de sus nombres y dar preferencia al común capicúa de sus iniciales: J. R. J. y C. J. C. Platero y Pascual Duarte trotan por las traducciones de medio mundo y sobre su prosa son muchos los que aprenden a estudiar el español en Departamentos de Universidades, Liceos, Institutos y centros comerciales, en los que es necesario comenzar a traducir al ingles que Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón para poder tener agilidad al redactar una carta comercial a México, Caracas o Buenos Aires. Detrás de muchos negocios de exportación e importación con América del Sur, en la mecanógrafa que escribe la carta comercial, acaso esté alguno de estos dos escritores, J. R. J. o C. X C, que tienen nombres del teclado de una máquina de escribir. Antonio GALLEGO MORELL C EL MUNDO DE LA SILLA CARRANZA, 25

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