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ABC MADRID 07-05-1983 página 49
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ABC MADRID 07-05-1983 página 49

  • EdiciónABC, MADRID
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7- mayo- 1983 n centenario es sazón de balances: se suelve la mirada atrás y se intenta ver qué queda de una figura o de un acontecimiento. Ahora, en 1983, un siglo después del nacimiento de José Ortega y Gasset, yo propondría lo contrario; mejor dicho, no lo contrario sino algo más complejo: volver la mirada atrás para lanzarla hacia adelante, tratar de ver qué cosas empezaron con Ortega y no han terminado, sino que condicionan nuestro porvenir, están abriendo nuestro futuro. -Ese ir hacia atrás y hacia adelante, ese movimiento de ida y vuelta, es lo que caracteriza a la filosofía desde su aparición sobre la Tierra. CENTENARIO DE ORTEGA ABC III antes. Tuyo que crear una lengua filosófica española o, si se prefiere, dotar a nuestra lengua de una dimensión filosófica, alumbrar las posibilidades filosóficas que nunca se habían desarrollado. Hoy, el español es una lengua tan adecuada para la filosofía como la que rnas, y con ciertas posibilidades que otras lenguas europeas no poseen. ero, además, esa condición originaria y circunstancial del pensamiento de Ortega, unida a la estructura narrativa y dramática de la razón, lo llevó a una transformación del estilo, los géneros literarios y el uso de la metáfora, entendida como instrumento indispensable del conocimiento de realidades nuevas o nuevos aspectos de la realidad. Y esto ha hecho que el libro filosófico español haya alcanzado en nuestro siglo calidades que en vano se buscarían fuera de nuestro ámbito lingüístico, con la consecuencia de que la filosofía es leída y entendida por, innumerables hombres y mujeres que en otros países serían enteramente ajenos a ella. D Con 1 0 6 JCa r á qué seguir? recordar que acabo de basta. Con Ortega se inició hace cosa efe ochenta años una dilatación del horizonte intelectual de nuestros pueblos que no ha hecho más que comenzar. Los que han poseído, asimilado, recreado desde su propia situación lo que Ortega aportó, han ido era sus disciplinas respectivas, bastante más allá. de donde las habían encontrado. No sólo en la filosofía estricta, sino en todas las disciplinas, humanas, en las humanidades en el sentido que Ortega daba a esta palabra, en el de nuestro Instituto de Humanidades, de tan corta vida y tan larga supervivencia. U ¿QUE EMPEZÓ CON ORTEGA? se siente en comunidad con ellos, ve que hablan de lo mismo, pero cada uno, desde su perspectiva propia, única, insustituible, y por eso no hay que preocuparse por la originalidad, porque ésta es inevitable si se es fiel á la circunstancia en que a cada uno, le ha tocado vivir. Por eso empieza con Ortega una manera de pensar, de crear, que es a la vez circunstancial y universal: lo segundo como consecuencia de lo primero. Sin utopismo ni cosmopolitismo, Ortega se vuelve a la realidad desde sí mismo, movido por lo que irremediablemente es y, sobre todo, por lo que pretende ser, por lo que necesita saber para poder ser él mismo y no otro. Así se inicia una manera más de filosofar que impone la concreción, la autenticidad, que por consiguiente excluye la imitación, la repetición, que obliga a la originalidad. esto es lo que hace que en Ortega se inicie otra concepción del sistema, a cien leguas delque la íjtósofía había buscado tantas: Veces, con frenesí, dentro del Idealismo alemán. Antes se pensaba que la filosofía debe ser sistemática, y se imponía el sistema a la realidad, Ortega ve que la realidad es sistemática, que es ella la que exige el a; ef filósofo será el sistemsit írialgré luí, a pesar suyo, quisÉ á- Tio, porque la realidad radical es nuestra vida, y la vida humana es sistemática. l gran descubrimiento de Ortega, el que hace que con él, tras milenio y medio de realismo y tres siglos de idealismo, haya un punto de inflexión en la historia de la filosofía, comience una de sus grandes etapas, es l a evidencia de que la realidad primaria y radical no es las cosas ni tampoco el yo sino yo con las cosas, yo haciendo algo con las cosas, es decir, viviendo; ese descubrimiento nace de su decisión de dejar fuera toda idea, interpretación o doctrina y ser fiel a l o que se ve. Por eso Ortega hace una filosofía visual, no compuesta de largas series dialécticas en qué no se ve nada, sino que consiste en posibles maneras nuevas de mirar las cosas. al intents! rt de veras mirar, Ortega de encuentra que mirar es interpretar, que el activo ver humano es interpretación, y por eso- hay mundo. La percepción- es interpretativa y la interpretación es perceptivac la simple visióntestá. fundida con un acto- paramanteintelectual Y así llega astíOí ¿concepto real de: esfruetera í stfuetura ternera tos ordeñi, a la tesis- fundamental y soy yo y mi cireunstaneia, y ¡sti éto, tó sal é ¿aastem me salvo yo a la convicáfttódéi que la reabsorción de la circunstancia es el destino concreto del hombre a la idea de la verdad como descubrimiento, manifestación, patencia (alétheia) y más profundamente como coincidencia del hombre consigo mismo. H P S e podría definir la actitud de Ortega como una formidable pasión de verdad. Pero esto rio sería rigurosamente cierto si no se añade que esa pasión es radicalmente distinta de la que había animado a los más grandes filósofos modernos. En éstos; el afán de verdad era sobre todo temor a errar, circunspección, cautela, crítica. Ortega está dominado por el entusiasmo, por el afán de realidad, por él deseo de absorber un mundo que le parecía maravilloso. Quiere sobre todo saber, comprender, contemplar lo real, no dejarlo fuera de su mirada, no reducirlo a un esquema segura, saber a qué atenerse para poder proyectarse sobre esa realidad, dar cuenta y razón de ella, de toda ella, sin amputaciones ni exclusiones, sin refugiarse en un burladero. Y ace sesenta y nueve años definía Ortega la filosofía de manera que podía parecer escandalosa: la ciencia general del amor Unir cosa a cosa y todo a nosotros, eso es la filosofía. Pero esto quiere decir verla realidad én su conexión, y sólo así podemos vivir, ya que nuestra vida nos es dada, pero no hecha, sino por hacer, y tenemos que elegir en cada instante lo que vamos a hacer, quién vamos a ser, forzosamente libres. Y esto es razón. El hombre no puede vivir más que eligiendo, decidiendo en cada instante, proyectando sus proyectos sobre la circunstancia para convertirla en mundo y hacerse a sí mismo; necesita saber a qué atenerse, pensar, razonar: esto es lo que Ortega ha llamado desde 1914 razón vital (volviendo la espalda al racionalismo, que creía poder prescindir de, la razón) Y al aplicar esa razón vital, se encuentra que es la vida misma la que da razón. la cautela que empieza con la Edad Moderna se había añadido, poco antes de que Ortega naciera, un esterilizador afín de originalidad: en el pensamiento, en la literatura, en el arte, había que hacer algo nuevo, distinto de ¡o que antes se había hecho; importaba menos que fuese verdadero, atractivo, hermoso; lo que contaba es que fuera distinto. Ortega no tiene afán de originalidad; tiene originalidad, más sencillamente, y por no buscarla, por ausencia de narcisismo, por mirar a las cosas y no mirarse al espejo. Pero- -se dirá- -Ortega recuerda una vez y otra que ha anticipado tales o cuales ideas, que ha hecho determinados descubrimientos: ¿no es esto afán de originalidad? Pienso que no; he conocido a Ortega durante veintitrés años, he hablado interminablemente con él, hemos discutido sobre casi todo, y mi conclusión es 7 que cuándo Ortega recordaba sus hallazgos intelectuales lo que pretendía era; que ios lectores u oyentes se enteraran, que hq confundieran las cosas, que no tomasen el rábano por las hojas: A E al hacerlo se ye que nada humano se entiende más que Contando uña historia; que la razón vital es razón narrativa, y que cuando se trata de la vida humana concreta, que es siempre individual, resulta que al individuo le pasan los otros, que vivir es convivir; que mi circunstancia, tanto como naturaleza, es sociedad; y por eso la razón es histórica, y la realidad humana es a la vez el hombre y la gente. l carácter circunstancial del pensamiento de Ortega Heva a una justificación intelectual del patriotismo. Tengo que salvar mi circunstancia, tengo que entenderla. Por eso Ortega hace hasta con los últimos rayicos de su alma lo que llama experimentos de nueva España. Pero como las circunstancias no tienen sólo primeros planos, sino también medios y últimos, como España rió está aislada, sino en elmundb, el pensamiento dé Ortiga es el menos restringido y nacionalista, el menos provinciano que se puede imaginar. V siendo extremadamente actual, a la altura del tiempo se riufre del conjunto de la Historia; que es lo único que puede étirhinár su repetición e iluminar el porvei: nir. Y P E Y N o hay pensamiento más en- raizado que el suyo en el Conjunto de la tradición intelec tual de Occidente; no hay en éi la, méñor tentación de adaJÍjsmo s nutre de cuaní ha pensado foMIésoíQsjsctel ¿pasaé F inalmente, el pensamiento de Ortega, por los caracteres que tan concisamente acabo de indicar, reclai a tina- mariera- de ero quizá deba rectificarse una expresión que acabo de usar: nuestrps pueblos La falta de piedad, de pietas en el sentido latino de la palabra, hace que los españoles seamos increíblemente capacejs de olvidar, para réaprendér ¿iél extranjero lo creado por nosotros decenios o siglos antes. Y, por él contrario; las innovaciorjes de Ortega no están restringidas: a Jos pueblos de nuestra Tinají? histórico. Irn cluso es probable que sean gentes de otros paísés quienes se sientan en libertad de aprovechar y prolongar lajobra iniciada por Ortega, desarrollada P r unos cuántos autpres en el último, medio siglo, en direcciones distintas y relativamente: ¡autónor mas, como corresponde á un pensamiento circunstancial y furt dado en la forzosa; inalienable ti- bertad del- hombre. Es; lo- que- hace cerca de cuarenta añosbauticé con el ¡nombré de Escuela de, Madrid, advirtierido que? ni era una escuela ni estaba re- d u c i d a a M a d r i d í J W H á w M A R Í A S expresión nunca ensayaba

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