Archivo ABC
ArchivoHemeroteca
ABC MADRID 06-02-1983 página 3
ABC MADRID 06-02-1983 página 3
Ir a detalle de periódico

ABC MADRID 06-02-1983 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página3
Más información

Descripción

EDITADO POR PRENSA ESPAÑOLA SOCIEDAD ANÓNIMA 6 FEBRERO 1983 FUNDADO EN 1905 POR DON TORCUATO LUCA DE TENA AS discusiones sobre el aborto han hecho aflorar una apelación, que de vez en cuando aparece, al ejemplo de los países civilizados Se ha llegado a decir que la legalización del aborto nos europeizaría Parece, cuando menos, beatería provinciana esa referencia global y sin crítica a los países civilizados En primer lugar, porque no es tan fácil determinar cuáles son, sobre todo porque no se puede expedir un certificado incondicional de civilización a ninguno de ellos. En todos los países, en todas las épocas, ha habido crímenes, crueldades, violencias y- -no lo olvidemos- -estupideces. En algunos, y en ciertas fases de la Historia, se han hecho, además, maravillosas creaciones intelectuales, artísticas, políticas y- -no lo olvidemos tampoco- -morales. Estas creaciones son ¡as que autorizan a llamar civilizados a algunos países, a pesar de todos los hechos negativos, repudiables, lamentables, en ocasiones monstruosos. En las ciudades griegas era normal la esclavitud; en algunas, las desigualdades eran injustísimas; en Roma, el asesinato de las figuras relevantes llegó a ser la manera más probable de morir; en España ha sido vigente y aprobada por grandes mayorías la Inquisición; la opresión legal de Irlanda por Inglaterra ha durado siglos, y con la mayor dureza; y las persecuciones interiores hasta fines del siglo XVII han sido constantes; las ciudades italianas han luchado con ferocidad entre sí durante toda la Edad Media y el Renacimiento; en Alemania ha habido atroces guerras civiles, matanzas de brujas y finalmente el nacionalsocialismo con todas sus consecuencias; en los Estados Unidos, aparte de la esclavitud, ha habido graves injusticias, incluso legales, hasta hace pocos decenios, que han afectado a los descendientes de los esclavos. ABC mente superadas. Como tengo algún sentido histórico, nunca he creído que esto pase: siempre se puede volver atrás porque el hombre es la inseguridad misma y no está nunca libre del peligro de las caídas o las recaídas. Durante siglos se ha practicado la tortura, el tormento, como procedimiento judicial normal, legal, incluido en los códigos, estudiado escrupulosamente por los juristas más competentes. Ha habido un momento en que la sensibilidad media ha sentido una repugnancia invencible a la tortura, que ha parecido injustificable. Sabemos demasiado bien que se sigue practicando- -con más exactitud, que se ha vuelto a practicar en gran escala- pero todavía queda un resto de aquella repulsión, y no es probable que se defienda su licitud. Ha habido, pues, un regreso, pero no total. Ha sido menester una gran manipulación- -varias, mejor dicho- -y un embotamiento de la conciencia moral para que la tortura rebrote. Confío en que no dure mucho tiempo esta perversión. En los últimos decenios se han producido cambios decisivos. Recién terminada la segunda guerra mundial, en mi Introducción a la Filosofía (publicada en enero de 1947) hablé de la vocación de nuestro tiempo para la pena de muerte y el asesinato Escribí esta frase con indignación y dolor, con vergüenza histórica. Las cosas mejoraron considerablemente en la generación siguiente, que en tantas cosas significó una incalculable mejoría del mundo occidental. Pero hacia 1960 se inicia otra fase histórica, y es entonces cuando se conmueven hasta sus cimientos los principios de civilización penosa (y parcialmente) restablecidos, los que prometían una era de prosperidad, libertad y razonable cumplimiento de la justicia. Habrá que investigar con rigor cómo se ha llegado a esto, quiénes lo han querido, con qué pasividades han contado, cómo se han ido abriendo paso en las mentes actitudes que poco antes habían horrorizado, que la reiteración de los poderosos medios de comunicación ha hecho penetrar con efectos antes desconocidos. Lo que en REDACCIÓN ADMINISTRACIÓN Y TALLERES SERRANO, 61- MADRID L LOS PAÍSES CIVILIZADOS Mientras tanto, todos esos países y algunos más creaban admirables ideas, formas artísticas, ciudades, refinamientos de sensibilidad, que constituyen io que llamamos civilización. Eso los hace dignos de nuestra admiración y respeto, no las conductas que manchan su historia pasada o su presente. En otras palabras, los países civilizados no han sido ni son siempre y automáticamente civilizados; ha habido, hay y habrá en ellos regresos, rebrotes de barbarie y salvajismo, perversiones. Así es lo humano, y la vida consiste en una lucha entre los impulsos hacia lo alto y el tirón hacia abajo de todas Is tentaciones a la degradación. He dicho hace mucho tiempo que lo más grave, a mi juicio, que ha ocurrido en el mundo occidental durante todo el siglo XX, sin excepción, es la aceptación social del aborto. Demasiado sé que muchos países civilizados le han dado curso legal, con unas u otras restricciones, con unas u otras hipocresías. Pero eso no me parece indicio de civilización, sino todo lo contrario; ni creo que sea un progreso, sino una brutal regresión a épocas que se creían definitiva- Un medio publicitario único para transmisión de mensajes comerciales a ochenta y nueve países otras épocas hubiera necesitado largo tiempo- -los cambios s o c i a l e s han sido siempre lentos, para bien o para mal- -se ha realizado en pocos años. La causa principal, sin embargo, ha sido lo que he llamado muchas veces la descapitalización cultural del mundo contemporáneo; es decir, la pérdida de las nociones básicas en que se fundaba la interpretación de la realidad en esos pueblos que han merecido llamarse civilizados. Ciertas convicciones, depuradas a lo largo de siglos, se habían arraigado en el alma europea- -y desde el siglo XVI en la americana- -con una múltiple herencia histórica, y daban un sentido a la vida de los que nacían en ese ámbito, aunque no participasen de modo activo en esa cultura, aunque fuesen analfabetos: vivían de ella, eran civilizados, aunque no supiesen leer y escribir. Hoy, por el contrario, se han sustituido, y hasta entre los que han hecho estudios superiores esos cimientos de civilización puestos a prueba durante siglos por pseudoideas irresponsables, repetidas sin evidencia una y mil veces, que circulan como cantos rodados y acaban por ser deglutidas sin crítica y tomadas poco después como la ciencia (la gran superstición para los que la desconocen) Esto ha hecho posible que muchos países civilizados- -a los que debemos considerar así, a pesar de todo- -se comporten en zonas importantes de la vida de una manera que hubiera repugnado a otros muchos más modestos culturalmente. Y no es sólo el aborto, sino que hay otros aspectos en que la situación es parecida. Sería interesante leer con atención cualquier periódico de cualquier día y hacer el catálogo de las noticias, comentarios y anuncios que revelan un pavoroso descenso no sólo de la moralidad, sino de la inteligencia vigente; en suma, de la civilización. Se está practicando un tremendo terrorismo de la opinión, al que sucumben millones de personas, que no se atreven a afrontar el riesgo de ser consideradas anticuadas reaccionarias o cualquier otro vituperio incontrolable y puesto de moda. A esto ayuda esa misma inseguridad en que viven: inseguridad de sus principios morales y simplemente humanos, inseguridad también de sus conocimientos, de su saber. Saben que no saben de verdad nada, que se ponen ante un televisor sin tener la más remota idea de qué es aquello, y así en casi todo. No saben qué es un organismo, qué es un cuerpo, qué es una persona. Han oído campanas y no saben dónde. Habría que mostrar, por lo pronto, dónde están instaladas las campanas; y, luego, que están rajadas y su sonido no es aceptable. Habría, sobre todo, y esto es más difícil, que devolver a nuestros contemporáneos el valor de atreverse a ser ellos mismos, a decir sí o no desde su propia insobornable realidad. Julián MARÍAS

Te puede interesar

Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.