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ABC MADRID 18-01-1983 página 3
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ABC MADRID 18-01-1983 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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EDITADO POR PRENSA ESPAÑOLA, SOCIEDAD ANÓNIMA MADRID FUNDADO EN 1905 POR DON TORCUATO LUCA DE TENA A B C es independiente en su línea de pensamiento y no acepta necesariamente como suyas las ideas vertidas en los artículos firmados E N G O pasión por las cartas. Me parecen uno de los géneros literarios más interesantes, sobre todo cuando no se las escribe pensando que son un género literario; quiero decir cuando brotan de ta espontaneidad y se escriben a un destinatario real y sin pensar en su posible publicación. Son las cartas, además, y quizá sobre todo, un maravilloso instrumento de educación sentimental- -aquella que más falta en nuestra época- Las cartas personales, íntimas, lo cual no quiere decir que consistan en confidencias sino que estén escritas desde uno mismo y vayan a alguien único, descubren a los dos, incluyen una interpretación de ambos- -y de paso, de otras personas- obligan a imaginar a aquel o aquella a quien se escribe, con lo cual se consigue un tipo de trato enteramente distinto de la relación de presencia, extraordinariamente enriquecedor. Las cartas entre amigos próximos y frecuentes, entre enamorados, entre marido y mujer, entre padres e hijos, añaden algo inapreciable a esas relaciones, y muy particularmente cuando son frecuentes, incluso de constante convivencia. Cuando ésta se interrumpe con una ausencia, no sólo las cartas la remedian sino que la potencian y la dotan de dimensiones que sin la correspondencia no tendría. He escrito a mi mujer, durante todas las ausencias, millares de largas cartas diarias- -sin contar los que llamaba días bisiestos en que escribía dos- y tanto ellas como las recibidas han sido un elemento decisivo de una convivencia que sin ellas hubiera sido, sin duda, inferior. Me complace recibir cartas, leerlas, responder a ellas, o iniciar yo la comunicación epistolar. Por supuesto, la condición para que esto tenga valor es que sean cartas estrictamente privadas, escritas para una persona sola, no para un posible público al cual se está mirando con el rabillo del ojo. Por esto me parece perniciosa la avidez actual de cartas de personas conocidas o famosas, la amenaza de que un día sean publicadas; esto puede extinguir la fuente de que brotan las cartas que valen la pena. Hasta tal punto es así, que cuando escribo a un matrimonio amigo, casi siempre escribo separadamente al marido y a la mujer, con frecuencia en el mismo sobre, a veces en las dos caras de la misma hoja de papel. No importa que los dos lean las dos cartas, pero no se escribe igual en singular o en plural, a un hombre o a una mujer. En el caso de los amigos distantes, que viven en otros lugares, las cartas son el esencial sustento de la amistad. Y tienen que ser frecuentes, porque de otro modo se interrumpe el argumento en que con siste la vida humana, y toda forma de convivencia. Cuando las cartas entre personas que tienen una relación de intimidad se espacian demasiado, se convierten en repertorios de noticias acumuladas- -y muchas veces rancias- y lo personal se evapora o se reduce a unas efusiones sin raíces. MARTES 18- 1- 83 ABC Pero las cartas están hoy amenazadas por múltiples inconvenientes y dificultades, la mayoría superficiales, pero que resultan de inesperada gravedad, que pueden anular en breve plazo el hábito, el gusto y el talento de escribir y leer cartas. El deterioro del correo en los últimos años, en todos los países, es un factor pernicioso. Hasta hace algo más de un decenio era sumamente seguro, y ya no lo es tanto; pero, sobre todo, era rápido, mientras que ahora- -sobre todo el correo internacional- -es de una lentitud desesperante, intolerable. Cuando los aviones van de cualquier, lugar a cualquier otro en unas cuantas horas, las cartas tardan muchos días, cuando no semanas. Lo cual quiere decir que no se expiden, o no se reparten cuando llegan, o las dos cosas a la vez. Es cierto que el correo ha aumentado enormemente en volumen; es cierto que la publicidad es inundatona; pero parece, además, que las cartas, lejos de recibir trato preferente, son postergadas. Hay, sin embargo, otro factor de perturbación: el número de cartas que cada persona recibe. Si se tiene una vida relativamente activa, con amigos en muchos puntos del planeta, con una dimensión pública, llegan todos los días muchas cartas de las que se pueden contestar. Cartas personales, peticiones de colaboraciones o conferencias, envío 4 e originales con la pretensión de que sean leídos y comentados, reacciones espontáneas a un libro, un artículo, unas declaraciones, una entrevista. El cuerpo social español tiene una elasticidad mucho mayor que hace un decenio, y cualquier acción despierta ecos sumamente valiosos, tonificantes para el escritor, por ejemplo. Yo siento profunda gratitud por ello. Mi deseo vivísimo es contestar a esas cartas, con frecuencia admirables, a veces conmovedoras, en todo caso interesantes. Pueden ser entusiastas, cordiales, críticas, agresivas. (Algunas veces son demenciales, pero esto es inevitable. Lo malo que tienen es que son demasiadas. Si contestara a todas, ya no podría hacer otra cosa, con lo cual dejaría de dar motivos para que volvieran a escribirme. Las cartas se REDACCIÓN, ADMINISTRACIÓN Y TALLERES; SERRANO, 61- MADRID T CARTA S van acumulando en mi mesa, hasta el momento en que ocultan los demás papeles, los originales, los libros, y amenazan con la asfixia. Están ahí, como un remordimiento, como una acusación de ingratitud o descortesía; pero pueden más que yo. Lo peor, lo definitivamente destructor, son los viajes. Cuando me ausento, cubro con su funda mi máquina de escribir y encargo que sobre ella se pongan las cartas llegadas. Cuando vuelvo, mi primera reacción es la tentación de tomar el primer avión hacia cualquier parte, es decir, de huir. Aunque la ausencia haya sido muy breve, enormes pilas de cartas cubren la máquina que debería contestarlas. Ya es absolutamente imposible ponerse al día. Hay que hacer una selección- -a veces azarosa- contestar a algunas, dejar a las demás esperando un día que tal vez no llegará nunca. Para esta situación- -se dirá- -hay un remedio: una secretaria. No lo creo así. Al contrario, eso significa la muerte de la carta a que aquí me refiero, la carta personal. Las escritas por una secretaria, con su buen juicio o con una indicación del que la firma, son la desvirtuación de lo que pretenden ser: un gesto personal, una relación con una veta de intimidad. Las cartas de asuntos se contestan así, y no hay dificultad en ello. Para eso sirve también el telégrafo, el télex, el teléfono, todos los recursos de la técnica. Pero lo que me parece valioso, y en crisis, es otra cosa: la carta que se escribe y se lee, en una singular forma de diálogo que tiene como principal ingrediente la imaginación recíproca. A lo cual hay que añadir esa operación tan delicada, tan abandonada hoy, que se llama escribir personalmente, dar forma verbal y no oral a lo que se piensa y se siente. Lo cual es un imperativo para pensar y sentir. Esto es lo más grave. El escritor es el que tiene la vocación- -y a veces la capacidad- -de expresar verbalmente la realidad. Cada vez hay menos escritores- -y más personas que escriben- Pues bien, las cartas personales obligaban a innumerables hombres y mujeres a ser escritores privados, sin demasiadas pretensiones, sin consecuencias públicas, con una responsabilidad limitada a la persona insustituible del destinatario. Eran un maravilloso instrumento de convivencia, de introspección, de articulación, de acercamiento, sin intermedio del cuerpo, a otra persona, con frecuencia del otro sexo. Eran un prodigioso invento de la civilización, de esa educación sentimental sin la cual la vida no es más que primitivismo, en medio de las mas refinadas técnicas. Pero me doy cuenta de que he escrito las últimas líneas en pretérito. ¿Por qué? ¿Qué viento de pesimismo me ha llevado a ello? Tal vez una ojeada a mi desalentadora mesa de trabajo, a las cartas que no voy a poder contestar. Pero hay que escribir, al menos, algunas. Y hay que conseguir que sean plenamente cartas y no sucedáneos. Julián MARÍAS ABC 3 CERÁMICAS DE ALTA CALIDAD paz y cia. ii pavimentos y revestimientos cerámicos Exposiciones: Alcalde Sainzde Baranda, 61 Rodríguez San Pedro, 5 Ctra. de Valencia. Km. 25.500 Argandadel Rey (Madrid)

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