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ABC MADRID 12-12-1982 página 175
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ABC MADRID 12-12-1982 página 175

  • EdiciónABC, MADRID
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C U A P E R N O S DE APUNTES Úu u u a Hay estrellas J ia niña no debía de haber cumplido los tres años. Y era la priinera vez que la llevábamos al pueblo de los abuelos. Era aquello un mundo nuevo para ella: veía por primera vez un corral con gallinas, se asombraba ante la nariz olisqueante de los conejos, miraba con temerosa admiración el nerviosismo de las muías en la cuadra. Y cuando parecía concluida la hora de los asombros y, caída la noche, comenzamos a cenar, llegó de pronto la pequeña con los ojos multiplicados por el entusiasmo y comenzó a tirar de la manga de su madre, mi hermana, sin decir otra cosa que un imperante: ¡Ven, ven, ven! Mi hermana se dejó arrastrar hasta el patio y allí vio cómo la niña levantaba su mónita. h M j el cielo y, desde la cima de la oratoria, decía una sola palabra: ¡Mira! La niña acababa de descubrir las estrellas y, muda como estaba por la maravilla, resumía todo su entusiasmo en aquella admiración, como si acabara de mostrar con su dedito las joyas del tesoro de la Reina de Inglaterra. ¡Mira! Estaba dicho todo. Arriba ardía la pedrería de un cielo milagroso, y estrellado que ya sólo puede verse algunos días de verano en los pueblos de Castilla. Condenada a vivir en las ciudades y a acostarse a horas infantiles, la pequeña ignoraba la belleza del cielo y ahora lo mostraba como un milagro que nunca antes de ella hubiera conocido nombre alguno. Yo no sé muy bien cuál es la razón científica por la que en las grandes ciudades vemos tan pocas estrellas. Pero me temo que, aunque se vieran, tampoco las contemplaríamos, ya que parece que hemos perdido la costumbre de levantar nuestras cabezas, abonados como estamos a ver sólo autobuses y escaparates y esas estrellas fa. iHífñm que son los tubos de neón. Y no hay peores ciegos que los que ya no saben ver. Pienso todas estas cosas mientras, en el tren, leo unas prosas de León Felipe en las que grita: El hombre camina mas allá de sus gusanos y de la dialéctica materialística. Hay estrellas, lejanas. ¡Y me pregunto: ¿Camina... o debería caminar? Temo que lo segundo. Temo que los hombres estado precisamente en el anunde nuestra civilización estemos cio y la predicación de tinos vatan acostumbrados a ver tierra lores de los que apenas se habla y comer tierra que hayamos nunca y que están más alia de perdido ya hasta la posibilidad estos valores de tierra por los de tener ilusiones. Me gusta la que peleamos como perros por explicación que da León Felipe un hueso. Era hora. de que alde la locura de Don Quijote: guien hablase del amor como como no podía aceptar el sucio algo posible y realizable y que mundo que le rodeaba, decidía no encadenase el concepto de lino verlo como era, sino como bertad a la estrecha visión de la debía ser. Y en aquella venta obligación de soportarnos los miserable, que gobernaba un unos a los otros. posadero grosero y ladrón y. reYo. recuerdo siempre lo que a gían unas prostitutas descara- mí mé entusiasmaba oír hablar das, veía él un castillo maravi- a Juan XXm del cielo y de los lloso gobernado por un santos. Porque no hablaba de hospitalario caballero y regido ellos como de un fábula y como por unas hermosísimas donce- de unos seres mitológicos, sino llas. Y, si alguien le abría los como de una casa en la que él ojos hacia la realidad, él oponía ya hubiera estado y como de que la verdadera realidad era la unos antiguos compañeros de que él imaginaba y que esa otra escuela. aparente realidad era sólo apaMe gustaría a mí saber hariencia falseada por un mal en- blar así de esa cuarta dimensión cantador que trataba de ensu- que es el espíritu y de todas esa ciarlo y entenebrecerlo todo. El zonas del auna que tenemos sin mundo no era como era, porque usar. no podía ser como era Recuerdo ahora, aquella pelíMe temo que a la locura por cula de Vitorio de Sica, en la exceso de Don Quijote oponga- que se sorteaba un pollo asado mos nosotros otra cordura por y, al tocarle a un pobre, éste no exceso que nos hace ver el se atrevía llevárselo a la boca, mundo más negro de lo que es, convencido como estaba de que hasta el punto de que nosotros aquello no podía ser verdad, de tampoco lo veamos como es, que aquel pollo que tenía en las sino como tememos que llegue manos debía ser forzosamente a ser Esta transmutación un espejismo y que volaría en hacia mal o hacia peor no cuanto acercase sus dientes. nos la hace ningún maligno enAlgo así, me parece, nos ocucantador como a Don Quijote, rre a los hombres con la alegría. sino ese triste desencantador Estamos tan acostumbrados a la que todos llevamos dentro. estrechez del mundo y sus valo No vemos con los ojos, sino res, que no nos entra en la caa través de los ojos decía Or- beza que haya nada perdurable. tega. Y con razón. Cuando se No nos atrevemos a creer en mira la realidad a través de los. ellos porque estamos previaojos con un alma triste, toda la mente convencidos de que no mirada y todo lo mirado se con- pueden ser otra cosa que un tagia de esa tristeza visceral que sueño. Y, sin embargo, existen. es tan típico del hombre contem- Y, sin embargo, hay estrellas. poráneo. Todo, en cambio, se Bastaría con levantar la cabeza vuelve más claro para quien para verlas. contempla desde un alma luminosa y a través de unos ojos limpios. Y donde algunos, al levantar la vista, sólo ven pronósticos de que lloverá mañana, ven otros un cielo tachonado de estrellas, algo mucho más allá de nuestros gusanos y nuestras ambiciones de barro. Pienso que tal vez la última clave del impacto de Juan Pablo n en nuestra sociedad ha

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