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ABC MADRID 04-09-1982 página 19
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ABC MADRID 04-09-1982 página 19

  • EdiciónABC, MADRID
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SÁBADO 4- 9- 82 A B C 19 Recuerdo y testimonio Ciudades crepusculares Joaquín CERVINO Cristóbal Colón conoció la existencia de Jamaica antes de la Epifanía de 1493, porque en dicho día hizo constar en su diario tal dato y la distancia aproximada de la isla a Tierra Firme. Pero hasta el 5 de mayo de 1494, en su segundo viaje, no puso pie en Yamaye o Jamaica. El escenario donde fondearon las naves colombinas desató la vena lírica del Almirante, que bautizó la ensenada con el nombre de Santa Gloria, por la extrema hermosura de su gloriosa tierra, porque ninguna comparación tienen en ella las huertas de Valencia, ni de otra parte, y esto es toda la isla Unas setenta canoas salieron a recibir a los viajeros en son de guerra. Los indígenas, con crestas de plumas, multicolores, y encuerpo, pintarrajado, se acercaron a las naos con sus azagayas, varas sin hierro, algunas con diente de pece Él Almirante y sus hombres estaban ya acostumbrados a estos alardes, acompañados de gritería y gestos de intimidación. Por medió de un interprete se hizo, saber a los nativos que las intenciones de los recién llegados eran pacíficas, y una de las canoas se aventuró a llegar hasta las carabelas, donde fueren obsequiados con rescates y vestidos. El 6 de mayó zarpó la flota, que recaló a unas quince millas al oeste en una bahig que mereció por su aspecto el nombré de Puerto Bueno Los habitantes se esforzaron con su actitud belicosa por contradecir el nuevo nombre. Hubo que recurrir a las ballestas y a un alano para que los indígenas depusiesen su actitud. Seis hombres solicitaron ver al Almirante, y le ofrecieron pan dé cazabe, pescado y frutas, a cambio de las consabidas baratijas. Cuando en el cuarto viaje Colón decidió varar en Jamaica, las dos carabelas que le quedaban, a punto de zozobrar por los estragos de la; broma, penetró en una bahía en la que creyó reconocer el Puerto Bueno de su segunda singladura. De este Puerto, Seco a partir de entonces, se dirigieron a Santa Gloria, actual Saint Ann Bay, donde los navios fueron encallados y puestos bordo con bordo apuntalados para mantenerlos inmóviles y derechos. Las carabelas entraron por un estrecho canal a una profunda albufera, resguardada por una barra de corales. Un año y cinco días permaneció Colón con sus tripulantes en un doble pontón, transformado en casa pajiza para protegerse del sol y las lluvias tropicales. La audacia y fidelidad de Diego Méndez y el genoyós Bartolomé Fieschi, qge se arrojaron al océano en una canoa reforzada y realzada, permitieron al Almirante salir de Jamaica y alcanzar S Española. a La Santa Gloria fue una pesadilla para el Almirante, vencido por los achaques, amenazado por sus tripulantes amotinados ydesasbastecido por unos lugareños cansados de trocar alimentos por rescates que ya carecían de interés, pasada la primera sorpresa. No obstante, Colón ordena a su hijo Diego que funde una ciudad a pocos metros del lugar en, que zabordó y apuntaló sus naves. Xa ciudad, Sevilla la Nueva, jtúvo como primer gobernador a Juan de Esqujvel. A principios delt rano de Í 508- -nos dice F. Morales Padrón, el historiador de la Jamaica española- al mismo, tiempo que se daba a Diego ColóH la administración de las Indias, la Corona confería a Ojeda y a Nicuesa las regiones de Tierra Firme, con Jamaica como base de apoyo. A don Diego le pareció la decisión real una dará violación de sus de- rechos, y lo que mássiñtipfue dalles a la isla Jamaica, que él rey y todo el mundo sabía haberla descubierta su padre (Las Casas) El segundo Almirante ordena al caballero sevillano Juan de Esquivel que conquiste y pueble Jamaica. Ojeda prepara el hacha del Verdugo, para cortarle la cabeza si osa entrar en la isla. Esquivel, ai. frente de setenta hombres, toma el rumbo de Jamaica, desembarca en Santa Gloria y funda la primera ciudad española en Jamaica, a la que bautiza Sevilla la Nueva, en recuerdo de su ciudad natal. No tuvo suerte el primer Almirante con sus tres asentamientos. Su destino era descubrir, no construir. Del fuerte de Navidad, improvisado con los restos de la Santa María no quedó más que ceniza, y de la Isabela y Sevilla la Nueva sólo quedan huellas arqueológicas. De los tres asentamientos, Sevilla la Nueva es, sin duda, el más rico en vestigios. Fundada la ciudad hacia 1510, pierde su capitalidad en 1524 y se abandona poco tiempo después. El tesorero Pedro de Mazuela había escrito en 1519 al Emperador, proponiendo el traslado de la capital Santiago de la Vega, actual Spanish Town, a pocos kilómetros de Kingston. Argumentaba el tesorero que entre la ciudad fundada por Esquivel y el mar había unas ciénagas que emponzoñaban el aire, hasta tal punto que los niños nacidos en el lugar morían antes de cumplir eí medió año. Cómo de pasada, encubriendo la madre del cordero, se señalan algunas razones económicas, entre ellas la existencia del -1 UJ Si puerto natural de Caguaya, próximo a la Vega, abrigado por el Cayo Arena, sobre el que se levantana, andando el tiempo, la ciudad corsaria de Port Royal. Al ganar por abrumadora mayoría las últimas elecciones el Jamaica s Labour Party, su jefe y actual primer ministro Edward Seaga trazó un ambicioso plan de estudio y promoción histérico- turística de sus riquezas arqueológicas. Jamaica no tiene riqueza monumental de Santo Domingo, Cuba y otras zonas dé Tierra Firme. La pérdida por tspañá del dominio naval frente a Inglaterra nos obliga a malabarismos poliorcéticos de importancia de Cartagena de Indias. Los británicos reservan para su metrópoli sus joyas arquitectónicas y no se ven pbligados a gastar ingentes sumas de dinero en fortificaciones insulares que nadie se atreve a asaltar. Empleando un término de reciente acuñación, el siglo XVII supone para España una escalada de derrotas. Éf imperio forjado por los Reyes. Católicos se desmorona con los últimos Austrias. Muchas son las causas de nuestra decadencia, pero entre ellas figura nuestra ausencia del gran movimiento científico europeo iniciado por Leibnitz y Newton, que recogen la antorcha de manos dé Gafifeo, condenado por su funesta manía de pensar. De esa revolución científica a la carroñada, al perfeccionamiento de las armas ofensivas y defensivas, a los buqués más ligeros y mejor pertrechados, etcétera, no hay más que unos pasos rigurosamente lógicos e ineluctables. Cuando Villarroel, mezeta de picaro, alquimista y astrólogo, se presenta como candidato a la cátedra de Matemáticas de Salamanca, la ilustre Universidad llevaba sin maestro treinta años y sin enseñanza más de ciento cincuenta Para Oliverio Cromwell y su Western Desingn Jamaica fue fácil presa en 1655, debido principalmente a ja escasez de fortificaciones. Fue una cruzada contra los baluartes en el Nuevo Continente del catolicismo, la Inquisición y los jesuítas. No hubo declaración de guerra, sino una exposición del Lord Protector redactada por Milton en impecable latín: Scriptum domini protectoris contra hispanos. Esta mentalidad no ha cambiado hasta estos días, y explica la resistencia de Inglaterra a ceder las Malvinas, y los conflictos de Essequibo y Belice, otros tantos eslabones de una ofensiva contra nuestra presencia en Ultramar, que no fueron legalizados por los corresponi p OO 9: i i ÍB; dientes tratados. No es el caso de Jamaica, que, mal defendida por su gobernador es cedida por el Tratado de Madrid de 1670, tras varios intentos fallidos para recuperarla. Seaga, de origen sirolibanés, quiere poner de relieve las múltiples raíces étnicas de Jamaica, en cuyo escudo campea el lema: Out of many, one people. Las raíces principales de la isla son arahuacas, españolas, africanas y británi. cas, y en menor escala, chinas hindúes y palestinas. Ya existe un rnuseo africano- arahuaco en Spanish Town, y otro británico en Port Royal. Falta un museo hispánico, cuyo emplazamiento no puede ser sino el lugar señalado por el Almirante para fundar Ja primera ciudad española en Jamaica. Podría hablarse de un amplio plan de promoción turística de los lugares histórico- arqueológicos de Jamaica, pero, hoy por hoy, nos contentáremos, cara al V Centenario del Descubrimiento de América, con hablar, del proyecto más urgente: eí de Sevilla la Nueva. Nace así la Misión Arqueológica Española para Sevilla la Nueva, dirigida por el profesor Lorenzo López y Sebastián, y patrocinada y financiada por el instituto de Cooperación Iberoamericana y la Junta de Monumentos. La primera capital española en Jamaica apenas duró veinticuatro años, pero se construyó con la generosidad monumental que caraca teriza las colonizaciones romana y española. La ciudad llegó a tener un hospital, donde se daba asilo y tratamiento a ios enfermos pobres españoles e indios. En las ruinas del supuesto palacio de Esquivel se abre una cisterna de planta cuadrada, en la que se encontraron hace cuarenta y cinco años los restos de una magnífica portada plateresca. A poca distancia se pueden contemplar otras ruinas, tradicionalmente consideradas como las de un molino azucarero. Las próximas campañas arrojarán más luz sobre el significado y la importancia de dichos restos. La corta vida de la capital tiene el inconveniente de su limitada riqueza arqueológica, pero también la ventaja de su pureza inicial: unidad de estilo, conservación del trazado primitivo y relativa facilidad para separar el substrato arahuaco y los superestratos africano y británico. Cuando concluyan las tres campañas previstas antes del V Centenario, podremos tener una idea clara de cómo nuestros primeros colonos concebían y construían sus ciudades crepusculares en la madrugada de la conquista. B. -Í 8133

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