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ABC MADRID 30-08-1982 página 16
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ABC MADRID 30-08-1982 página 16

  • EdiciónABC, MADRID
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16 ABC LUNES 30- 8- 82 Recuerdo y testimonio Nuevas anécdotas de la pequeña historia No siempre el lector se siente identificado con los temas que lee en los periódicos hasta el punto de tomar la pluma y manifestar, en forma de Cartas al director o de simples comentarios, su aprobación o su disconformidad con el artículo o la noticia en cuestión. Pero si hay algo que siempre encuentra eco nutrido y variado es la Historia, la pequeña historia en especial. Atendiendo a numerosas sugerencias, traemos hoy. de nuevo, dos textos curiosos a nuestras páginas. Uno, de Julián CortésCavanillas, sobre el Perro Paco y otro, de Carlos Rico- Avello, sobre la peripecia administrativa de don Alvaro Flórez- Estrada v los exiliados liberales del siglo XIX. Alfonso XII y el perro Paco Julián CORTES- CAVANILLAS Pese a cuanto se ha escrito y comentado durante más de un mes sobre el. perro Pa ¿o resucitado por la pluma luminosa de Cándido creo que aún quedan algunas cosas que decir- -y se han dicho muchas y buenas- -en torno al simpático animal canino, adornado de tantas anécdotas de flequillo romántico, que murió atravesado por urja estocada traidora una tarde en la plaza de toros de Madrid. El caso es que mi memoria ha puesto en pie un testimonio, de antes de nuestra guerra, que me ofreció una vieja señora, de pasados noventa años en aquel momento, la condesa de la Corzana, asegurándome que el autor de un pequeño libro titulado Memorias autobiográficas de don Paco en que se narraba la historia del perro, fue ni más ni menos, el Rey Don Alfonso XII. La condesa, pariente cercana del duque de Sexto y marqués de Alcañices, apoyándose en el texto que nunca pude obtener, -no obstante haberlo buscado en todas las librerías de viejo me narró, pausadamente para que pudiera tomar notas, las venturas y desventuras del chucho callejero, cuya historia adquirió una leyenda entre popular y aristocrática de airón romántico. Paco -según la versión de la condesa de la Corzana y el librillo de las Memorias -era un can negro, que tenía la inteligencia y la simpatía de los golfillos callejeros. Su gran amigo y protector fue el marqués de Bogaraya. El perro Paco hizo una noche su aparición en el Café de Fornos. acercándose a la mesa donde cenaba el marqués, saludándolo con unas cuantas carantoñas y recibiendo el agasajo de un pedazo de. vianda. Desde entonces quedó sellada su amistad con el buen caballero y con la concurrencia de artistas, toreros y demás frecuentadores del famoso Café. El perro, Pacp yiyió tura de la muerte del perro Paco rescrita de puño y letra del Monarca- romántico, según la condesa de la Corzana. En su afán de manejar la pluma, redactó una auténtica crónica a propósito de una montería celebrada en la finca La Mezquitilla en la provincia de Córdoba y que decía textualmente: Montería de los Chambones. El 7 de marzo de 1882 al rayar el día, se juntaban en la estación de Sevilla, para venir a este coto, una partida de cazadores, verdaderos toreros de invierno pero llenos de ardor bélico y esperanzados algunos por el aliento que da siempre la afición Los cazadores eran: el marqués de la Vega de Armijo, con una escopeta que suele marrar el tiro del cañón derecho; los generales Toerreros y Echague, muy bravos en la guerra, pero aquí noveles; don Javier Caro, buen jinete que venía sin alientos en recuerdo de sus pasadas virtudes; un corresponsal de El Dia señor Santoyo, todavía arrullado por los suaves movimientos de la Ligera que nos trajo de Sanlúcar a Huelva y le estropeó el almuerzo; el conde de Villapaterna, buen cazador en el plato y tirador de perdices; donde hay que verlo es sobre un albardón paseando por la villa, que por su gordura le viene ancho, lo mismo que serviría a los niños de pilas; y por último, el que suscribe, que condenado por su oficio a hacer de todo tin poco, nunca tuvo tiempo para perfeccionarse particularTanto se habló de la muerte de! mente en nada. perro Paco que en Palacio el! Don Alfonso XII sigue escritema absorbió la conversación y el biendo su crónica de la montería interés de varios días. Y entonces de La Mezquitilla con tanto lujo parece ser que Don ALfonso XII se de detalles que no nos permite dispuso a escribir la semblanza del continuarla, aunque antes de cesimpático animal, que había cono- rrarla consigue dos bellas frases cido y visto más de una vez. Al como estas: Cuatro jacas flor de Rey le gustaba recitar versos romero, dejando atrás con el viento- -Bécquer era su preferido- -y mil copos de espuma, nos trajeron también escribir sus impresiones. Y en un vuelo. Y el piropo a la hija así hizo al conocer ia triste desven- de los dueños de la casa, diciendo desde entonces en Fornos. Dormía debajo de un diván y cuando abandonaba las tertulias de la casa era para meterse en los jardines del Buen Retiro, las noches de verano, pues otro de sus importantes amigos era el famoso Felipe Ducazcal, y en las de invierno tenía su presencia en varios teatros. Asistía a los estrenos, sentado en medio del pasillo de butacas, y manifestaba con ladridos, de diversos tonos, la opinión que le merecía lo que estaba viendo en el escenario. Como buen madrileño de su tiempo, le apasionaba la fiesta de toros. No faltaba a una corrida y los mejores toreros eran sus amigos. Pero he aquí que el buen perro, a quien acariciaban amorosamente las diestras de los diestros, perecería en la arena de la plaza a manos de un mal aficionado. Celebrábase una becerrada y el perro Paco pasó por entre las piernas de funo de los matadores cuando é e se perfilaba para consumar la suerte. Púsose en peligro de caer y de ser alcanzado por el becerro. Entonces, el espada dirigió al inocente con el estoque destinado a la pequeña res y realizó la estúpida hazaña de traspasarlo con el acero, templado para más gallarda contienda. Esta muerte representó un gran duelo en Madrid, que adoraba al perro gentil y amable, al que todos querían, desde los aristócratas a los castizos de la calle de Alcalá. que en los dos días de la montería ha hecho parecer feos dos claveles por estar muy cerca de su cara Por el estilo literario que caracteriza la pluma del joven Rey de España, no es sorprendente que las Memorias autobiográficas de don Paco las escribiera Don ALfonso. Cuándo se acaba la montería en la finca cordobesa de don Juan Calvo de León, todavía le queda tiempo, no obstante ser las tres de la madrugada, para escribir estos últimos comentarios que no tienen desperdicio por su humor y su ingenio: Resumen de los dos días: el primero, tres reses en Peco, de las cuales una fue muerta por uno que en el país de la libertad se permite llamarse Cabrera, y el segundo un corzo. Los tiradores como monos. Creo que el sitio más seguro es montarse en un venado; el ganado de cuadra muy bueno, y los albardones muy cómodos. Como buenos espadas, se distinguieron, lo mismo que en el Teatro Español, los Calvos y, a propósito de teatros, hay que elogiar un nuevo Vico, el cual es a la vez cantor, bailador, y sobre todo, orador, que ha salido entre las gentes del campo y que, en medio del molino, y a más de medianoche, ha probado que los toros regeneran este país; que un pueblo que de ser guerrero, es bueno que se acostumbre a ver exponer la vida, y que la gran epopeya del pueblo español, la lucha titánica de siete siglos, la Reconquista, en fin, está representada en en un espectáculo que honra a la vez la cruz y la media luna. Tienen razón; mientras haya españoles habrá corrida de toros. Son las tres de la madrugada, y estamos oteando desde las ocho de la mañana. Buenas noches. Mezquitilla, 9 de marzo de 1882. i; ALFONSO

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