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ABC MADRID 16-05-1982 página 3
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ABC MADRID 16-05-1982 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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EDITADO POR P R E N S A ESPAÑOLA, SOCIEDAD ANÓNIMA MADRID FUNDADO EN 1906 POR DON TORCUATO LUGA DE TENA A B C es independiente en su linea de pensamiento y no acepta necesariamente como suyas las ideas vertidas en los artículos firmados ABC ropa con algunas de sus instituciones recientes, y cuando hablan de Europa no acaban de sentirse en su casa, mientras no lleguen ciertas autorizaciones y permisos; actitud, por cierto, bien poco europea. Hay una especie de beatería europea, que no han sentido nunca los grandes europeos de nuestro siglo, los que han conseguido cancelar creadoramente el retraso que la primera discordia de España provocó en tiempos de Fernando Vil. La beatería es siempre lamentable, no digamos si se refiere a lo que es más propio. Paralelamente, se descubre una pertinaz ignorancia de que la realidad española- -entiéndase bien, la realidad- -es transeuropea, proyectada hacia América, transfundida en y con ella, en suma, hispánica. No es que España tenga que ver con la América de nuestra lengua, no es que deba tener con ella relaciones íntimas, es que forma parte, con ella, de una realidad superior y envolvente, respecto de la cual los países hispanoamericanos y nosotros mismos somos sólo partes, miembros, elementos integrantes de algo muy vasto, donde únicamente encontramos nuestra verdad, donde efectivamente podemos ser lo que somos. Hablaba Toynbee del campo inteligible (intelligible fietd) de la historia. Pues bien, España pertenece a dos campos, sin los cuales no se la puede entender: uno, Europa; otro, el Mundo Hispánico, la comunidad de pueblos hispánicos o ibéricos o como se los quiera llamar. (Y nunca olvido el espléndido título del gran Gilberto Freyre: El brasileiro entre los demás hispanos. La originalidad española consiste en esa doble vinculación (no exclusiva, porque hay otros dos países europeos para los que es válido un esquema análogo, pero podría mostrarse con poco esfuerzo, aunque con algún mayor espacio del que dispongo, que su conexión americana no tiene tanta fuerza, complejidad y hondura como la nuestra) No entenderlo significa no tener idea de lo que es España- -y no sólo lo que ha sido- Y por supuesto, de lo que es América. A veces se habla de esas relaciones, o de lo hispánico acudiendo a la REDACCIÓN, ADMINISTRACIÓN Y TALLERE S SERRANO, 61- MADRID chan a los países europeos es lo que hace muchos años llamé su descapitalización histórica y cultural. Grandes porciones de su realidad se han enajenado para sus habitantes. En un momento en que se había descubierto la intrínseca historicidad del hombre, cuando se había forjado- -y precisamente en España- -el instrumento intelectual que permite no sólo comprenderla, sino hacer de ella el método por excelencia para entender las cosas humanas, es decir, la razón histórica, es cuando se ha producido, creo que por motivos nada azarosos y muy interesados, el abandono de la historia, su casi desaparición de la formación de los jóvenes, y, a consecuencia de ello, una ola de primitivismo. Empezó esto por una manipulación de la historia, con finalidad política. Si se repasan los cuestionarios oficiales de Bachillerato vigentes en España desde la guerra civil y durante largos años, se tendrá una impresión muy clara de lo que se puede hacer para desvirtuar la realidad. Antes lo habían hecho los alemanes bajo el nacionalsocialismo, desde 1933, mucho antes los soviéticos, que reescriben la historia cada pocos años, y en forma un poco menos descarada ha acabado por ser una práctica general, que a veces se llama revisionismo Pero la historia tiene un torso difícil de alterar; su conocimiento de raíces, consistencia, y, por tanto, tenacidad, capacidad de resistir. La única manera de que el hombre sea una realidad maleable y pasiva es que no sepa de dónde viene, y por consiguiente, quién es ni adonde va, es decir, adonde quiere ir. Se ha conseguido esto en proporción inquietante. Afectó, en principio, a los jóvenes, para los cuales dejaron de ser significativos la mayoría de los nombres que constituyen la textura de sus países respectivos; pero como esa operación empezó hace varios decenios, los primeros que fueron sometidos a ella no son ya tan jóvenes, y muchos de ellos están en los puestos directivos, en todos los órdenes, es decir, ejercen el poder social. En España, sorprende la escasa familiaridad con nuestro pasado, es decir, con la sustancia de la cual estamos hechos, la pobreza de nuestra propia imagen. (Pensar que en otros lugares ocurre cosa parecida no es consuelo si no se es demasiado tonto. Es asombroso ver cómo innumerables españoles se dejan pintar como querer por unos y por otros, nacionales o extranjeros y, por supuesto, nacionalistas interiores. No tienen anticuerpos contra la historia- ficción, es decir, están paralizados por la ignorancia. Se está viendo una vez más con motivo de la gravísima crisis, no sólo militar, desencadenada en torno a las Malvinas. Es claro que España es un país europeo; radicalmente europeo, y uno de los principales hacedores de Europa. Pero esto es tan poco comprendido, tan poco vivido desde dentro, que muchos parecen confundir EuDOMINGO 16- 5- 82 u NO de ios más graves peligros que ace- LA DOBLE VINCULACIÓN DE ESPAÑA palabra retórica No se advierte que se ha hecho mucha retórica- -con frecuencia mala- -respecto a esa realidad, precisamente porque es tan real, que tolera ese tratamiento inadecuado. Tenemos los pies en ese suelo común, respiramos el mismo aire- -es decir, la misma lengua- hacemos los mismos gestos vitales, sea cualquiera la raza que nos haya tocado en suerte; cuando volvemos los ojos atrás, buscando dónde apoyarnos para avanzar en la vida, encontramos el mismo inmenso espesor de pasado histórico, las experiencias acumuladas en la lengua común, en los errores, en los desengaños, en las ciudades, los edificios, los cuadros emparentados por un estilo vital, aquel que define nuestras vidas. Esta tremenda realidad es a veces desdeñada, olvidada, sobre todo ignorada por todos los recién llegados a la cultura, a la política, a los medios de comunicación, a ambos lados del Atlántico. Y ello significa la opacidad respecto a lo que unos y otros somos, y conduce a la disposición a vender nuestra hermandad, como Esaú su primogenitura, por cualquier plato, probablemente vacío. Si España quiere ser, se entiende, si quiere ser España, tiene que llevar de frente, con temple inventivo y futurizo, su doble condición, su doble vinculación, entendiendo que no se trata de tener relaciones con Europa o con América, sino de nuestro propio contenido real, de nuestra misma consistencia. Es bastante impropio decir que se tienen relaciones con uno mismo. Y si se pregunta cuál de estas condiciones es más fuerte, más real, o cuál tiene que pesar más en caso de conflicto- -la realidad es conflictiva en su misma estructura- mi opinión es que lo hispánico es lo decisivo. ¿Por qué? Las razones son varias. La primera, porque la condición europea de los europeos es de tal modo inalienable que no necesita más que ser usada y ejercida. La segunda, porque Europa está penosamente dividida, y demasiado dispuesta a aceptar esa mutilación. La tercera, porque Europa, al desentenderse de esa realidad superior y englobante que se llama Occidente, es infiel a sí misma. Al afirmar su radical pertenencia al mundo hispánico, España pone en juego su condición occidental, y con ello hace el mejor servicio a Europa, libre y no servil, al llevarla hacia su autenticidad, al restablecer, en la parte que le corresponde, lo que verdaderamente Europa tiene que ser. Y esta es probablemente la única manera de que Europa descubra algún día que uno de sus componentes es en última instancia más europeo que los demás, más fiel a la vocación de Europa, tan olvidada en los últimos tiempos, que sobre nuestro ilustre Continente se ha abatido una oleada de lo que menos se podría esperar: provincianismo. Julián MARÍAS ABC 3

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