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ABC MADRID 23-02-1982 página 16
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ABC MADRID 23-02-1982 página 16

  • EdiciónABC, MADRID
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MARTES 23- 2- 82 Cartas al director Reducir el paro Señor director: Bajo el prisma y experiencia del que se ha quedado sin empleo después de treinta y dos años en la misma empresa, quisiera decirle que, según, he leído en dos ocasiones en A B C el señor ministro de Trabajó ha comentado el nulo resultado de los reales decretos 1362, 1363 y 1964 81, es decir, los referidos a contratación de trabajadores a tiempo parcial, contratos de trabajo temporales y normas de aplicación, y a mi entender no se comprende el gran fracaso de los mismos. Por todo ello me pregunto: ¿interesa reducir el paro? Pues en verdad que lo dudo mucho, ya que tal interés se pega con la derogación de varios decretos, entre ellos, por ejemplo, ef 1377 75, sobre empleo de trabajadores mayores de cuarenta años, por el que a las empresas que contrataran a mayores de dicha edad se les bonificaba en las cuotas de la Seguridad Social según una escala que llegaba, en el caso de los mayores de cincuenta y cinco años, hasta el 100 por 100 de dichas cuotas por tiempo indefinido. Repito que hablo por experiencia: tengo ya cincuenta y seis años, y en dos meses que estoy en el paro he tenido tres ocasiones de colocarme bastante bien y en todas ellas me ha fallado por no tener- -en mi caso- -derecho la empresa a bonificación alguna en las tan repetidas cuotas de la Seguridad Social que tenían que pagar por mí; al parecer, con la legislación en vigor sobre la materia, se prefiere que un trabajador con verdaderos deseos de colocarse, como es mi caso, le esté costando dinero a la nación, en vez de tener unas leyes que faciliten su ocupación laboral. No obstante lo dicho, quiero aclarar que si existe alguna ley o disposición legal que se oponga a lo expuesto en la presente, en las Oficinas de Empleo las desconocen, lo cual sería aún más lamentable. -Manuel PINOL PY (Madrid) Planetario Laberintos Entregado a la agotadora empresa de leer de cabo á rabo al menos tres larguísimas, minuciosas, expertas y sagaces referencias de un mismo acontecimiento sabatino, consumí la mañana del domingo. Era tan cautelosa lá lectura de textos de suyo cautelosos que cuando abandoné el sillón paráir á comer so: naban las cuatro de la tarde. Mientras mordisqueaba distraídamente unas chulétitas de cordero exactamente fritas tuve la absoluta impresión de que me encontraba en uno de esos laberintos que describe Borges en los que girando síéfírpre a la izquierda, siempre a la izquierda, se desemboca en el patio central, pera yo, ni en las condiciones más literariamente hipotéticas tengo parentesco alguno con aquel Ts ui Pén qué ftie en tiempos remotos gobernador de Yunnan y carezco de la ceguera borgiana que le permite circular por tos jardines de senderos qué se bifurcan con la solemne seguridad de las palomas mensajeras por los laberintos del aire. Además me pareció descubrir que en esté laberinto que atosigaba mis pensamientos la clave no consistía en girar indefectiblemente hacia la izquierda sino que más bien páreda necesario girar incesantemente hacia a derecha Después de tomar café; decidí desechar rhis preocupaciones y busqué en mi biblioteca, no circular, sinósimple y modestamente poliédrica, una de esas novelas de la serie nqire que seleccionaba hace más de quince arios Maroel Duhámet y poblaban dé extrañas y violentas sombras mis largos y solitarios crepúsculos dominicales por aquellos años. No estoy seguro de si lo bueno de esas novelas es que al cabo de unos años se olvidan tan profundamente que uno puede volver a sumergirse en sus laberintos seguro de no reencontrar el camino recorrido, o si eso es, por lo contrario, lo malo. El caso es que un poco al azar elegí uña novela titulada The way trie cookie crumbtes de James Hadley Chase. Creo que el autor está un poco pasado de moda entre los lectores de novelas policiacas, pero no. importa. A la media hora de lectura estaba hundido hasta el cuello en la misma atmósfera que me envolvía en la lectura periodística de lá mañana. La sucesión de las peripecias era tan obvia como la de las que formaban tós relatos matinales. Sin embargo de esa evidencia de los hechos, su final, la plazoleta central del laberinto, permanecía inexcrutable. Cada movimiento era dibujado ante mis ojos de espectador exento, de no personaje sirio de mirón, dé voyeur que suena más cosmopolita. Yo, mirón, yo voyeur me enteraba perfectamente de las maquinaciones del pequeño Edris, del ir y venir delictivo de Alig a las cajas privadas del Banco, de los engaños de Ira Marsh, de la candidez de Mel Devon, el director del Banco, sujeto de la conspiración, pero estaba claro que en el laberinto de Chase ni Edris ni ÍJevori, ni Alig, ni Irá, tenían exacto conocimiento de los movimientos de los otros. Todas sus aproximaciones a la realidad, les llevaban hacia un falso centro. Ese era, por la tarde, como por la mañana, el ordenado laberinto. Desistí de la lectura y me refugié en la tele Al menos estaba claro que el Real Madrid había perdido. No obstante, fiby, como tantos y tantos españoles me zambulliré en la lectura del laberinto. Y si me queda tiempo, luego en el de Chase: para desengrasar y comparar. -Lorenzo LÓPEZ SANCHO. La secularización Señor director: He leído en el dominical de ABC la entrevista a Amando de Miguel. Expone el señor De Miguel que el cambio de la sociedad española es debido a la secularización. No deja de llamarme la atención la confusión que tan eminente sociólogo tiene sobre los. fines y los. medios. La Iglesia nunca ha tenido como fin el acumular poder ni medios económicos, ni nada por el estilo- -aunque determinados eclesiásticos se hayan aprovechado de ella para poseer poder o medios- pero sí tiene como finalidad la de llevar lá doctrina católica a todo el mundo, y esto- -en la sociedad actual- -no se puede hacer a nivel de catacumbas, como pretende el señor De Miguel. En nuestra sociedad, en la que los medios de comunicación y las enseñanzas básicas son canales de información y formación de los ciudadanos, es lógico que, como vehículo para difundir, la doctrina de Jesucristo, cuente láf Iglesia con estos medios. La sociedad no se seculariza sola, sino que alguien tó: ir éntá; conseguir a costa de negar a la Igfesiá católica y a los católicos sus derechósi -y ridiculizando sus ideas y ac- tuaciones- -Jesús MarfavMINGUEZ (Madrid) De ayer a hoy El camino de la libertad Nó? rtos equivocamos al elegir la libertad y la justicia como metas de una sociedad plural en una España única. Estas fueron las palabras del Rey en el Patio de Armas de la Academia General de Zaragoza. Quizá los sucesos contra la libertad y contra la justicia hayan hecho más palpable la radical diferencia que existe entre ser libres y no serlo. Por el camino de la libertad vamos hacia una situación en la cual la libertad podrá ser una fuerza, de creación y en donde la persona no esté ineludiblemente sujeta a una finalidad impersonal y exclusiva. Ya he escrito que entre las tareas de los demagogos está la de buscar nobles consignas. Y la noción de libertad, guando la manejan quienes no creen en ella no es más que un concepto. que sacrifica la realidad a una afirmación ideal inadecuada ¡a los hechos que trata de encubrir o de justifican. Un concepto que- sacrifica- 4 a realidad a un aparato, lógico que se desarrolla como sistema cerrado, fuera del ámbito del individuo. Las tres perversiones fundamentales que llevaba en sí la rebelión contra el- Estado democrático: eran: la despersonalización, en el sentido de desocialización del poder político; el trastorno brusco de la jerarquía y el desprecio a la voluntad; popular. La libertad y la justicia, que aparece como su consecuencia, pudieron. ser destruidas por la espalda, vulneradas ecj la, misma raíz, de su vjdgu Volyer a pensac: ja fib 8 tíáds l u z de la terrible experiencia ¿tonque significa, colocar los problemas reatesíen, sus centros candentes, probablemente nos haga acentuar la responsabilidad de ser libres. El Rey no se equivocó al desbloquear la historia con naturalidad y aí reconocer inmediatamente en el pueblo los mismos síntomas de lo que llamaremos su revolución interior. Hay que haber penetrado muy poco en la esencia de la Historia para pensar que un Rey puede ser un albacea y para no comprender que la virtualidad monárquica, operando desde más allá de la persona, no ha reconocido jamás otra legitimación que la del pueblo en acto. Por no ser así acabaron entre el polvo monarquías gloriosas. Esto, más que historia política es historia, natura! y es prodigioso que alguien no hubiese, contado con elle. Alejado dé la estrategia política, el Rey, con sus palabras, se presenta como un combatiente de la libertad, una libertad que alumbra ún campo inmenso de exigencias, de búsquedas y de acción, digno de los mejores combates d e l hombre comprometido- -CANDIDO. ALFOMBRAS en rebajas muéhas PERSAS PERSAS) moqueta lana virgei l: 4 Qp pesetas m 2 y otros 20. Elección: Sierra íSíaijres, 22. Teléfono 252 33 33 LIQUIDAMOS 300 CUADROS Siglo XIX, Rebajamos hasta el 70 Verdadera oportunijdai jj. 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